El hombre, ser social - Summary - Manual de Derecho Político. Instituciones Políticas. Tomo I - Libros y Revistas - VLEX 318971947

El hombre, ser social

AutorMario Verdugo Marinkovic - Ana María García Barzelatto
Cargo del AutorProfesor de Derecho Político y Derecho Constitucional, Universidad de Chile - Profesor de Derecho Político y Derecho Constitucional , Universidad de Chile
Páginas17-23
17
1. ACERCA DE LA NATURA LEZA SOCI AL
DEL HOMBRE
Afirmar que el hombre es constitutiva-
mente sociable, no implica emitir un juicio
apriorístico. Todas las disciplinas científicas
que se han abocado al estudio del tema
–historia, sociología, antropología, etnolo-
gía– han llegado a una conclusión unívoca:
el ser humano existe siempre en relación
con otros seres humanos, lo que equivale
a una permanente interacción entre ellos.
“El hombre no existe, sino que coexiste;
no vive, sino que convive”. En otras pala-
bras, vivir humanamente es vivir con otros
hombres.
Efectivamente, la existencia necesaria de
la sociedad está confirmada por todas las
observaciones históricas. Desde las edades
más remotas, encontramos siempre agru-
paciones humanas (que, aunque rudimen-
tarias e imperfectas, son grupos) y jamás
individuos aislados.16
La sociedad se presenta entonces no
como un producto artificial y voluntario de
los hombres, sino como el modo específico
de vivir del hombre. Por tanto, la inferencia
de que el hombre es, naturalmente, un ser
social, parece del todo consecuente.
Este aserto, que desde la antigüedad
constituye una especie de lugar común
y que se considera también el primer su-
puesto para toda investigación política y
16
Las formulaciones doctrinarias para describir
un estado de naturaleza anterior a la fundación de la
sociedad son interpretadas en la actualidad como
un experimento lógico-dialéctico, sólo con el fin de
aclarar mediante una argumentación en contrario la
razón de ser y la necesidad de la sociedad.
jurídica, debe, sin embargo, ponderarse
adecuadamente.
Cierto es que el hombre, ante la indigen-
cia en que se encuentra para satisfacer por
sí mismo sus más elementales necesidades
(alimento, vestuario, habitación), precisa
necesariamente de la cooperación del grupo
social. Cierto es también que el hecho de
que el hombre aparezca siempre dándose
en sociedad, carecería de sentido si en lo
vital humano no existieran fuertes impulsos
sociales, si lo social no fuera una dimensión
esencial de la naturaleza humana.
El impulso que mueve al hombre a parti-
cipar en lo social no es, originariamente, más
que su propia autoafirmación en el ser. “El
hombre percibe más o menos claramente su
dependencia de la sociedad y la necesidad
que tiene de ella. El salvaje no se siente en
seguridad más que en su medio social; en
cuanto sale de él, está expuesto a la muerte
o a caer en la esclavitud. En los pueblos civi-
lizados, la necesidad pone a disposición de
los hombres los instrumentos de desarrollo
que les permiten vivir mejor”.17
Pero cabe puntualizar que junto al im-
pulso social del hombre –que se traduce
particularmente en cooperación con el gru-
po– existe también una naturaleza antisocial
que se expresa sobre todo en una continua
voluntad por invalidar toda limitación, de
ampliar su capacidad de poder e influencia.
“El hombre vive la exigencia de su nece-
sitar de los otros; pero vive igualmente el
impulso egocéntrico que le mueve a hacer
de los otros simples medios. Aquí, en esta
voluntad de fraude, contar para los otros
17 LECLERCQ, JACQUES, El Derecho y la Sociedad,
Editorial Herder, Barcelona, 1965, p. 162.
Sección Primera
EL HOMBRE, SER SOCIAL
1. Acerca de la naturalez a social del hombre;
2. Concepción mecánica y concepción org ánica de la sociedad;
3. Las sociedade s humanas y la s sociedades animales;
4. Las inst ituciones como creaciones humanas p ara satisfacer necesidades socia les.

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