La escritura como táctica abismada de lo policial en Los detectives salvajes de Roberto Bolaño. - Núm. 33, Enero 2005 - Cyber Humanitatis - Libros y Revistas - VLEX 56739155

La escritura como táctica abismada de lo policial en Los detectives salvajes de Roberto Bolaño.

AutorVargas Vergara, Mabel E.
CargoEnsayo cr

[1] INTRODUCCIÓN

La Modernidad, sustentada tanto en el proyecto ilustrado que acredita al modelo científico para el avance tecnológico, así como en el discurso de emancipación del ser humano latente en las repúblicas emergentes; encuentra, en el género de escritura policial, una fianza capaz de sustentar las nociones de Verdad, Ley y Justicia. Los discursos que surgen a partir de la formación de la burguesía de los siglos XVIII y XIX en Europa, van de la mano con la evolución y sofisticación de los nuevos métodos de control social e identificación. Nace, en aquél periodo de profunda moralización, la figura del policía que defiende los intereses del Estado burgués y que obtiene en los relatos policiales un terreno de legitimación y legalización social.

No obstante, a poco andar del siglo XX, el relato moderno portador de la promesa del progreso humano, se erosiona y anuncia su fracaso en medio de guerras mundiales, desastres ecológicos, sistemas totalitarios y el triunfo del mercado. En este contexto, la figura del policía apto para asegurar la paz y el bien para los individuos, ya no es capaz de dar cuenta de la lucha contra el mal.

Surgen así nuevas escrituras, empujadas por la realidad social y asumidas principalmente por la literatura del continente americano. Estados Unidos primero y América Latina después, desarrollarán el llamado género negro que transgrede la normativa establecida desde el canon europeo de finales del siglo XIX. Escrituras que, en el caso latinoamericano y como revisaré más adelante, son movilizadas a partir de los periodos de dictadura, los cuales desplazan al criminal a un Otro incubado en la figura del Estado.

El objeto del presente trabajo es, en un primer acercamiento, dar cuenta de cómo ciertas prácticas escriturales, generadas en América del Norte primero y en América Latina de los años setenta después, contaminan y cuestionan el proyecto moderno sustentado primeramente en la razón y fundamentalmente en la utopía. En el caso de América Latina revisaré, concretamente, la novela Los detectives salvajes de Roberto Bolaño, postulando que ésta obra establece la escritura a partir de una táctica que abisma lo policial, subvirtiendo y deslizando las categorías que, canónicamente, (con) forman el relato del crimen, sea en su versión clásica inglesa (novela de enigma) o en la versión estadounidense (novela negra). Escritura que desde mi punto de vista constituye un paso más allá -de torcedura y retorno- al género, y que se sitúa en un momento de inflexión entre la crisis extrema del gran relato y la (a)sumisión del modelo neoliberal.

Como primer paso expondré los componentes del género policial a partir de una revisión diacrónica del mismo, la cual me permitirá revisar las transformaciones y desplazamientos de los elementos que lo disponen. En un segundo punto repasaré cómo lo policial se manifiesta en la escena local chilena, para después verificar su desarrollo en Latinoamérica. Luego, en tercer término, ubicaré la alternativa neo-policial en Chile desde la novela La ciudad está triste de Ramón Díaz Eterovic, ello con el fin de revisar, comparativamente, la obra de Roberto Bolaño a través de algunas de sus novelas, para así facilitar algunas líneas de entrada a la obra que puntualmente me convoca. Finalmente, entraré de lleno --aunque acotadamente- al análisis textual propuesto de Los detectives salvajes con aplicación a lo anteriormente expuesto.

  1. MUSEO POLICIAL [2]

    ¿Acaso toda la sociedad burguesa no está operando como un gran misterio?

    Ernst Bloch

    La evolución del género histórico policial fija sus inicios en el siglo XIX bajo un cierto consenso que establece la recepción de Edgar Allan Poe, junto con la publicación de "Los crímenes de la Rue Morgue", en Filadelfia en 1841, como el autor que instaura el modelo de funcionamiento del género policial clásico. Para Jorge Luis Borges "Hablar del relato policial es hablar de Edgar Allan Poe, que inventó el género" [3]. Si bien existen antecedentes que ven los orígenes de lo policial en textos como Edipo Rey, pasando por la Biblia, la novela de caballería y la novela bizantina o, más actualmente, la gótica; lo propiamente policial comienza en la literatura a partir de la existencia de policías y detectives [4]. A esta 'escuela' adscribe el historiador Howard Haycraft quien, como lo señala N. Harrowitz, se opone a la idea de que Poe fuera un mero divulgador del género [5].

    La aparición de la figura del policía en la literatura se encuentra vinculada a la irrupción de la clase burguesa y su desarrollo en el contexto de la modernidad; al respecto, F. Jameson dice: "Es obvio que el origen del detective literario se encuentra en la creación de la policía profesional, que articuló la exigencia de prevención general del crimen con la necesidad de los gobiernos modernos de conocer y, por lo tanto, controlar los variados elementos de sus áreas administrativas." [6]

    Este momento, de profunda urbanización e industrialización en las sociedades, trae consigo la necesidad de proteger los beneficios obtenidos por la burguesía, lo que se traduce, en términos de Foucault, en un proceso de profunda moralización que opera sobre las capas populares del siglo XIX. Foucault fija el nacimiento de lo policial en dicho contexto "La sociedad industrial exige que la riqueza esté directamente en las manos no de quienes la poseen sino de aquellos que permitirán obtener beneficios de ella trabajándola. ¿Cómo proteger esta riqueza? Mediante una moral rigurosa: de ahí proviene esta formidable capa de moralización que ha caído desde arriba sobre las clases populares del siglo XIX [...] Ha sido absolutamente necesario constituir al pueblo en sujeto moral, separarlo pues de la delincuencia, separar, claramente el grupo de los delincuentes, mostrarlos como peligrosos, no sólo para los ricos sino también para los pobres, mostrarlos cargados de todos los vicios y origen de los más grandes peligros. De aquí el nacimiento de la literatura policíaca y la importancia de periódicos sucesos, de los relatos horribles de crímenes.' [7]

    Hasta el siglo XVIII, la historia del crimen y su (re)presentación literaria, estaba dada por las figuras de la aristocracia o de lo popular; es así que encontramos reyes tiranos o asesinos populares, paladines de la justicia en manos del pueblo que se enfrentan a malvados príncipes, o caballeros del rey que defienden la corona por mandato divino. El paso de las narraciones de aventuras a un género propiamente policial se produce en la esquematización del crimen enigmático y su resolución por parte de un investigador a través del ejercicio netamente racional. Para Antonio Gramsci, en la narrativa policial, "Ya no asistimos a la lucha entre el pueblo bueno, sencillo y generoso, contra las fuerzas oscuras de la tiranía (jesuitas, policía secreta ligada a la razón de Estado o a la ambición de los príncipes particulares, etc.) sino tan sólo a la lucha entre la delincuencia profesional y especializada contra las fuerzas del orden legal, privadas o públicas, con arreglo a la ley escrita' [8].

    Se trata de la primera etapa del género, la más clásica y que contiene las reglas que lo fundan y afirman a partir de lo que Ricardo Piglia llama "el fetiche de la inteligencia pura" [9]. El foco se halla situado no tanto en aquello que devela, como en el proceso mental, lógico, que opera en la resolución del misterio: "[...] la novela policíaca tiene por objeto el pensar lógico y exige del lector un pensar lógico. Está cerca del crucigrama, en ese sentido." [10] En términos de Todorov [11], es la novela de enigma que surge desde el crimen, pero que pone el acento en el despliegue racional ejecutado por el policía [12]. Es el momento de los precursores del género: Poe, Gaboriau, Conan Doyle, entre otros. Nace a la par que se desarrolla el género periodístico de la crónica, del cual se nutre en su realismo, pero que desborda en el ejercicio intelectual [13].

    Importa, entonces, la búsqueda de la verdad con un método racional, propio del discurso moderno de la burguesía del siglo XIX, y en un contexto urbano: la ciudad y su multitud son los escenarios donde el detective se mueve como la figura del flâneur de Baudelaire que observa la sociedad desde el incógnito anonimato que le proporciona la urbe. La ciudad se manifiesta, a decir de Walter Benjamin, como el espacio del misterio y el enigma [14] donde "El contenido social originario de las historias detectivescas es la difuminación de las huellas de cada uno en la multitud de la gran ciudad." [15]

    Inglaterra genera los principales exponentes del canon: Edgar A. Poe; Arthur Conan Doyle; G.K. Chesterton; Ágatha Christie; entre otros, estableciendo los mecanismos operativos y estructurales que lo componen. En este periodo, la novela de enigma --o policial clásica- se constituye a partir de los elementos que la ciencia positiva entrega. Deducción, inducción y, principalmente, abducción, son las formas de raciocinio que el detective emplea para llegar a la verdad. La abducción o retroducción, a menudo confundida con la inducción, es un concepto rescatado por la lógica de Ch. S. Pierce a partir los trabajos de Aristóteles en Analiticos Segundos según el cuál, es posible establecer el origen de una cosa si es que ya hemos definido qué es esa cosa: "No hay diferencia entre lo que Peirce llamaba hipótesis o abducción y el esfuerzo con que, según Aristóteles, se formula una definición, que expresa/o que es una cosa, explicando tentativamente por qué la cosa es lo que es." [16] Hay confianza en la resolución de los misterios de la sociedad a través de la inteligencia del hombre, o mejor, a través del método. Es así que el detective se constituye en un héroe moderno, en tanto su triunfo culmina con el descubrimiento de la verdad y con la restitución del orden [17] que el crimen había reemplazado.

    Por otra parte, los avances tecnológicos produjeron nuevos y más eficientes métodos de identificación y control social. Un...

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