Desigualdades territoriales en Mexico derivadas del tratado de libre comercio de America del Norte. - Vol. 34 Núm. 101, Abril 2008 - EURE-Revista Latinoamericana de Estudios Urbanos Regionales - Libros y Revistas - VLEX 60325752

Desigualdades territoriales en Mexico derivadas del tratado de libre comercio de America del Norte.

AutorDelgadillo Mac
CargoOtros Temas

Resumen

La instrumentación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) a partir del año 1994 consolidó una etapa de liberalización económica iniciada en México a partir de 1982. La sistemática operación del TLCAN en los distintos sectores de la economía (incorporados a este acuerdo comercial) se vio al mismo tiempo acompañada de efectos territoriales favorables en algunos casos, y de dimensiones críticas para un número importante de regiones y estados que componen la federación mexicana. Después de 14 años de su inicio, en este trabajo se analizan los procesos de reestructuración espacial desde entonces generados, las disparidades regionales asociadas al nuevo escenario internacional, y se da cuenta de las relaciones económicas que contraponen a la etapa actual del modelo neoliberal imperante con aquellas otras formas tradicionales de organización excluidas y que aún mantienen en México buena proporción de espacios socialmente marginados.

Palabras clave: desarrollo regional, globalización económica, tratado de libre comercio, organización territorial, polarización social y desigualdades espaciales.

Abstract

The coming into force of the North American Free Trade Agreement (NAFTA) from 1994 consolidated a phase of Mexican economic liberalization that had begun in 1982. The systematic operationalization of the NAFTA in different sectors of the economy (incorporated into this commercial agreement) was also accompanied by favorable spatial impacts in some cases, and unfavorable impacts for a significant number of regions and states of the Mexican federation. Fourteen years on, this article analyzes the processes of spatial restructuring that have been generated, the regional disparities associated with the new international scenario, and explains the economic relations that run in opposition to the current stage of the dominant neoliberal model, which has excluded other traditional forms of organization and has kept many areas of Mexico in a condition of social marginalization.

Key words: regional development, economic globalization, free trade agreement, social polarization and spatial inequality.

Introducción

Con la globalización se produce un redimensionamiento de las relaciones entre las regiones, el Estado y la sociedad. La globalidad afecta de distintas maneras la unidad del Estado nacional y de la sociedad en su entorno regional y local; Incluso se ha dicho en extremo que este proceso empuja la desaparición del Estado nacional (Ohmae, 1990). Se establecen nuevos vínculos de poder y se convoca a la competitividad como el vigoroso instrumento del "nuevo desarrollo" (1); emergen conflictos y entrecruzamientos entre, por una parte, unidades y actores del mismo Estado nacional, y por otra, situaciones, procesos y espacios sociales transnacionales (Ferrer, 1996; Iani, 1999; Chomsky y Dieterich, 1999; García Canclini, 2000; Alonso Aguilar, 2002). No obstante, no se puede afirmar categóricamente la existencia generalizada de un espacio global, sino de espacios subnacionales de la economía internacional (Bervejillo, 1995; Benko y Lipietz, 2000; De Mattos, 2005). En este sentido emerge un esquema de producción mundial a través de la descentralización o externalización de procesos productivos en un gran número de países, lo cual rompe con los patrones clásicos de localización de las actividades productivas y se recrean nuevas modalidades de las geoeconomías mundiales, los sistemas-red y las geografías nacionales (Gatto, 1999; Castells, 2000; Molero, 2001; Alburquerque, 2004; Méndez, 2006).

Sin embargo, también la globalización genera efectos desiguales sobre el territorio, situación que desde el ámbito del análisis regional plantea nuevas incógnitas sobre la permanencia o coexistencia de regiones y sistemas urbanos de tipo tradicional, frente a fenómenos territoriales emergentes a partir de las nuevas relaciones internacionales. La medición y explicación de estos contrastes confronta también a los especialistas en esta materia, según lo expone Simmies (1997, citado por Boisier, 2000), ya que se tiende a agruparse entre aquellos preocupados por los papeles cada vez más significativos desempeñados por las grandes corporaciones y aquellos interesados en las empresas más pequeñas, y ambos con las causas de la aglomeración espacial de las actividades económicas innovadoras; es decir, el tamaño de la globalidad infiere procesos y efectos territoriales distintos. (2)

Por otra parte, y en contraste con los efectos macro de la globalización, se manifiestan nuevas formas de reestructuración territorial al interior de los países y de manera más intensa en los países subdesarrollados. Como lo expresa Andreas Hildenbrand (2006), la fuerte suburbanización expandida a nivel global desde la década de los 80 ha tenido consecuencias importantes en la reorganización de los territorios subnacionales; se ha producido una ampliación de la escala geográfica de la acción pública local (y de los actores regionales), ya que un número cada vez mayor de asuntos municipales rebasan los límites administrativos propios y tienen que ser atendidos en un marco de políticas públicas locales-regionales, tales son los ejemplos de la necesaria gobernanza metropolitana en las grandes ciudades. De estos nuevos fenómenos espaciales deriva la necesidad de la cooperación como categoría territorial propia del ámbito local-territorial.

Estos contrastes son aún más marcados en México, al observar que su desarrollo regional se ha expresado históricamente en distorsiones territoriales que son producto de una excesiva concentración económica, centralidad de las decisiones políticas y desigual distribución de los beneficios (Carmona, 1999; Bassols, 1999; Messmacher, 2000; Calva, 2005; Delgadillo, 2006). Esta diferenciación espacial se hizo más evidente mediante la ubicación geográfica del aparato productivo, la inequitativa distribución regional del ingreso y la calidad de vida de la población, elementos que favorecieron a diferentes porciones del centro y el norte del país, quedando marginados el sur y el sureste. Pareciera entonces que el fenómeno histórico de polarización se acentúa con la apertura comercial (como expresión de la globalización), que se expresa progresivamente a partir del año 1984 y con gran intensidad hasta nuestros días, y produce además en los ámbitos locales fragmentaciones entre grupos sociales y espacios geográficos determinados, como son las zonas rurales del país y los cinturones de pobreza urbana cada vez más extendidos en las grandes ciudades.

Antecedentes

Desde mediados del siglo XX la dinámica de la economía mexicana ya manifestaba una clara relación en términos de los intereses de Estados Unidos en el interior del país, como en los procesos de inversión en la agricultura, la minería y el comercio binacional. Durante la segunda guerra mundial y hasta mediados de los años sesenta se establecieron acuerdos migratorios que permitían la incorporación de trabajadores mexicanos al campo y la industria estadounidense. Más recientemente, el desarrollo de plantas maquiladoras, la ampliación de los intercambios comerciales y la aplicación de distintos programas de cooperación habían intensificado las relaciones binacionales y transfronterizas. Se puede constatar que incluso varios años antes del inicio formal del Tratado de Libre Comercio de América del Norte que signaron México, Canadá y Estados Unidos (TLCAN) (3), se había iniciado un proceso de apertura de la economía y, con ello, se lograron intensificar las relaciones económicas, particularmente con los Estados Unidos: en 1986 México se incorpora al Acuerdo General de Aranceles y Comercio (GATT, por sus siglas en inglés), fecha en la que se registra una progresiva disminución de sus cuotas arancelarias y la operación sistemática de procesos de desregulación financiera, energética, y especialmente en el renglón de inversiones foráneas; en 1993 ingresa al grupo de Cooperación Económica del Asia Pacífico (APEC por sus siglas en inglés) y con ello se reafirma la decidida determinación del libre comercio global y sería este el preámbulo a la firma del más importante acuerdo comercial, el TLCAN. Antes de este tratado, México ya había suscrito en 1992 un acuerdo comercial con Chile y en 1994 consolida su posición internacional al ser aceptado dentro del selecto grupo de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, OCDE. Al año 2007 son 26 los acuerdos pactados con diversos países y regiones del mundo (Secretaría de Economía, 2007).

Una década antes de iniciado el TLCAN se opta por una clara adopción de un modelo económico de rasgos exógenos que significó a la larga un cambio cualitativo en los procesos y espacios de acumulación de capital. Esto se constata a partir de la reorientación de los circuitos de inversión y los procesos de reestructuración industrial que se implementaron en prácticamente todas las ciudades del país (Wong, 1997; Delgadillo, 2001; Villarreal, 2002). La transición de un modelo territorial incipientemente endógeno a uno de características trasnacionales derivó en la revaloración de algunos espacios no tradicionales y la emergencia de nuevas regiones y ciudades. En este nuevo esquema los puertos marítimos, las regiones fronterizas del norte mexicano y diversas ciudades de rango medio en el centro y norte del país se volvieron atractivas a las nuevas estrategias de expansión de los capitales foráneos en territorio nacional. Esta reactivación de regiones y ciudades, diferentes a los centros tradicionales, era posible porque representaban lugares donde se podrían implantar estrategias productivas compartidas con las empresas matrices en Estados Unidos o se utilizarían como espacios alternativos para establecer y/o ampliar las plataformas productivo-exportadoras. Este ha sido el caso de las ensambladoras automotrices, los distritos industriales de autopartes y los nuevos parques maquiladores de la electrónica, entre otros, procesos...

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