La imagen: devolver lo que se ha perdido. un acercamiento a la poetica de Jose Lezama Lima (II). - Núm. 30, Marzo 2004 - Cyber Humanitatis - Libros y Revistas - VLEX 56656767

La imagen: devolver lo que se ha perdido. un acercamiento a la poetica de Jose Lezama Lima (II).

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"La imagen: devolver lo que se ha perdido". Con este título, intento identificar un motivo esencial a la reflexión lezamiana sobre la imagen. Si lo formulo a la manera de un mandato, es porque es esta la manera en que le ha sido comunicado, en sus lecturas pascalianas, a Lezama; y porque esta es también la manera como lo recibe y lo difunde éste: "la obligación de devolver la naturaleza perdida" [2] . Que la idea de imagen propuesta por Lezama implica este movimiento de devolución, tal es el motivo esencial que quisiera, pues, destacar. No trato con ello de ofrecer una clave que pudiera servir para la exégesis de su reflexión en general, aunque defienda su carácter esencial. Más bien parto del convencimiento de que no estamos ante un sistema ya resuelto en su legibilidad. Mas este motivo, creo, puede ayudarnos a conseguir un ángulo organizador de lectura.

Con este objetivo, me detendré, en un primer momento, en los indicios incrustados en el verbo que carga con el mandato evocado, en el "devolver pascaliano" que, para Lezama, "es un relámpago en la historia de las imágenes" [3] . Procuraré, enseguida, al trasluz de este motivo esencial, resaltar algunos de los elementos constitutivos de la imagen en tanto que, de acuerdo a Lezama, respuesta poética señera. Este segundo momento tendrá en su horizonte las exigencias metodológicas que el movimiento de devolución impone a tal tentativa. Exigencias que, finalmente, explicitaremos al visitar algunos lugares de La expresión americana, precisamente allí donde este ensayo se apresta metodológicamente de cara a abordar la problemática de la identidad histórico-cultural latinoamericana [4] . Apresto que delinea lo que podríamos llamar, en proximidad con Walter Benjamin, la propuesta de un paradigma estético de la historia.

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Entro, pues, en la intriga del "devolver pascaliano", acogida por Lezama como un mandato inesquivable.

La gravedad del mandato pareciera estribar en la situación impedida en que sitúa al interpelado. El mandato quiere obligarle a devolver aquello que, se entiende, además de no haberle pertenecido, que sólo le había sido prestado, se ha perdido. No se trata simplemente, pues, para el deudor, de recuperar aquella naturaleza perdida y con ello recuperarse a si mismo y su mundo, sino más bien de recuperada, en caso de ser posible, para devolverla. Así, entonces, el mandato que pone en actividad al interpelado no le promete un fruto centrado en las esperanzas de un para si o en un juego de auto-remisión, sino, al contrario, lo interpela recordándole su alteridad constitutiva, desnudándole hacia esa alteridad.

Sin embargo, este recordatorio no se agota en una consideración negativa. Pues la interpelación interviene, a su vez, como el impulso mismo a partir del cual va a ser posible concebir el hecho poético en su positividad. Me refiero a la tentativa que Lezama denomina el camino de la "sobrenaturaleza". Cito, a continuación, un pasaje de Confluencias, en donde es señalada la cara positiva de la intersección paradojal del mandato recibido:

¿Qué es la sobrenaturaleza? La penetración de la imagen en la naturaleza engendra la sobrenaturaleza. En esa dimensión no me canso de repetir la frase de Pascal que fue una revelación para mí[:] 'como la verdadera naturaleza se ha perdido, todo puede ser naturaleza'[.] La terrible fuerza afirmativa de es[t]a frase, me decidió a colocar la imagen en el sitio de la naturaleza perdida[.] [D]e esa manera[,] frente al determinismo de la naturaleza, el hombre responde con el total arbitrio de la imagen. Y frente al pesimismo de la naturaleza perdida, la invencible alegría en el hombre de la imagen reconstruida [5].

Este pasaje, en una primera lectura, parece apuntar hacia una salida de la condición deudora que constituye al interpelado: frente a la obligación de devolver lo que se ha perdido, el interpelado responde con la imagen engendradora de "sobrenaturaleza". Mas, lo veremos, esta traducción del mandato no significa que la brecha dejada por lo que se ha perdido venga a ser cubierta ni que el engendramiento de "sobrenaturaleza" quede a merced del decisionismo de un artífice auto-justificado en su acto. Y ello, pese a que el pasaje citado nos hable de una imagen reconstruida y del total arbitrio de la imagen. La instalación de la imagen en el lugar de la naturaleza perdida es la instalación de un movimiento, el espaciamiento mismo del devolver buscando su equilibrio entre lo que se ha perdido y la imagen engendradora de sobrenaturaleza como respuesta. Distanciamiento, adelantamos, que es la puesta en crisis de toda autarquía.

Hay en Lezama un esfuerzo constante por traer al descubierto esta estructura de distanciamiento, y por hacer de ésta el lugar mismo de la comparecencia. Confluencias, por ejemplo, se inicia con un relato de la experiencia de la noche. Se trata de una alucinación de infancia; de un niño que inmerso en el terror de la oscuridad de su cuarto, extendía su mano hacia la noche hasta encontrar "la otra mano" o aguzaba su oído hasta escuchar "la otra palabra"; otra mano u otra palabra que venían a acompañarle en esa pura ausencia abismal del espaciamiento nocturno. Esta experiencia es destacada como una proto-escena, pues en ella ya se esbozaba, dice Lezama, "el devenir y el arquetipo, la vida y la literatura" [6] :

No solamente esperaba la otra mano, sino también la otra palabra, que está formando en nosotros un continuo hecho y deshecho por instantes. [...] Saber que por instantes algo viene para completar[n]os, y que ampliando la respiración se encuentra un ritmo universal. Inspiración y expiración que son un ritmo universal. Lo que se oculta es lo que nos completa y es la plenitud en la longitud de la onda. El saber que no nos pertenece y el desconocimiento que nos pertenece [...]. [7]

Sin perder de vista la tarea de traer al descubierto aquella estructura de distanciamiento, me adentro en este pasaje retornando la referencia al movimiento de la respiración. En este movimiento el interpelado resiente y registra rítmicamente las alteraciones o vicisitudes que se trazan en su praxis vital, "un continuo hecho y deshecho por instantes". Mas, en el extremo de su punta, el instante de la respiración se quiebra. La respiración lleva incurso un hiatus profundo que marca la discontinuidad entre la inspiración --como pedir o recibir vida, momento de nutrición-- y la expiración --como premonición de la muerte, abandono de la vida o pre-figuración de su pérdida; o, también, como ocasión de la devolución acrecida. El hiatus incurso en esta rítmica señala hacia un abismo que ya siempre ha abierto al interpelado y le mantiene ex-puesto; presto, irreprimiblemente, a buscar cada vez el equilibrio entre las aletas del instante para poder sostenerse.

La discontinuidad de este espacio en abismo, que exige cada vez la ejecución de un salto para diferir su inminencia, permite a Lezama abrirse paso hacia la manera del espaciamiento del hecho poético. Al...

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