Globalización, integración y unidad Iberoamericana - Núm. 1-2001, Enero 2001 - Revista de Derecho y Jurisprudencia y Gaceta de los Tribunales - Libros y Revistas - VLEX 226546373

Globalización, integración y unidad Iberoamericana

AutorLautaro Ríos Alvarez
CargoProfesor Dr. de la Universidad de Valparaíso (Chile)
Páginas21-33

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Ponencia presentada a las II Jornadas Chileno-Argentinas de Derecho Constitucional, celebradas en Santiago de Chile, en septiembre de 1998.

I Un mundo global
  1. En la actualidad -y cada vez con mayor frecuenciase viene utilizando el término "globalización". Ello se debe a que una proporción considerable de los problemas que antes concernían a cada país, dejaron de tener sólo alcance nacional. El tráfico creciente de personas, de bienes tangibles e intangibles y de todo tipo de comunicaciones fue perforando las fronteras que los retenían, hasta alcanzar una dimensión planetaria.

    Así, hoy presenciamos la globalización de la economía, de los mercados, de las materias primas, de las operaciones bursátiles y hasta del deporte. También se han globalizado los problemas que aquejan a la humanidad, tales como las epidemias, la contaminación ambiental, la drogadicción o el sida (AID). Y así como a los habitantes de Europa occidental, ayer no les resultó un problema ajeno al colapso nuclear de Chernobyl, tampoco hoy, a ningún país le deja indiferente las crisis monetarias y bursátiles que se han venido suscitando en Rusia, en Japón, en Hong Kong, en México o en Brasil. El mundo ha dejado de ser "ancho y ajeno", como decía el peruano Ciro Alegría.

    En el campo jurídico las cosas han ido evolucionando de parecida manera. Pensemos en la universalización de los derechos humanos a partir de la segunda postguerra, en la impresionante proliferación de los tratados internacionales, en la creación de órganos de jurisdicción supranacional o en la paulatina generalización de ciertas figuras contractuales -el leasing, el franchising, los joint-venturesdel comercio internacional. En el fondo, a medida que han ido progresando, de manera espectacular, diversas especies de relaciones humanas -así como las tecnologías que las han esparcido a escala planetariael hogar propio de la humanidad se ha ido tornando cada vez más pequeño.

  2. El término "globalización" está, pues, referido a la expansión -a nivel mundialde una o varias especies de relaciones humanas, de acontecimientos o de procesosPage 22que puedan afectar a toda la humanidad.

    La expresión "global" -que proviene de la voz latina "globus": esfera, y que significa "tomado en conjunto"- está ligada a la idea de globo terráqueo, es decir, que concierne a todo nuestro planeta; y, en ese sentido, fue precisamente utilizada por Herbert M. Mac-Luhan en su profética imagen de la aldea global, en la cual nos encontramos inmersos.1

    El periódico de esta aldea, que puede adquirirse a cualquiera hora del día o de la noche, viene provisto de imágenes, textos y sonidos que cualquier terrícola puede leer, escuchar, imprimir o grabar; siéndole posible, además, en su pantalla miscelánea, publicar su propia página, establecer comunicaciones y bajar información de toda índole. La red "Internet" es, en efecto, una de las muestras más elocuentes de la globalización en que vivimos.2

  3. Con todo, esta alegoría fantástica de una humanidad unida por tantos y tan variados vínculos que parecieran asegurar su bienestar, alimenta dos factores contrapuestos que amenazan su supervivencia.

    Estos factores son la explosión demográfica y la creciente disminución de la tierras productivas.

  4. Durante incontables milenios, la humanidad se mantuvo por debajo de los mil millones de individuos. Esa cifra se alcanzó, recién, alrededor de 1830. Sin embargo, bastaron sólo cien años para duplicar la lenta tarea acumulada en las decenas de miles de años transcurridos desde la formación de la especie humana. Para completar el tercer millar de millones se necesitaron solamente 31 años: ello ocurría en 1961. Apenas catorce años después, en 1975, la humanidad traspasaba la barrera del cuarto millar de millones. El quinto millar fue alcanzado en la segunda mitad de la década de los 80. Y, para el año 2000, la población mundial se calcula en unos 6.200 millones de habitantes.3

    En 1850, apenas cuatro ciudades en todo el orbe, sobrepasaban el millón de habitantes. Sólo cincuenta años después -en 1900- el club de ciudades millonarias casi se había quintuplicado: eran diecinueve. Pero ya en 1960, su número alcanzaba a ciento cuarenta y una. Hoy, probablemente, sobrepasan la cifra de doscientas.4

    El urbanista Constantinos Dioxiadis (1913-1975) pronosticó que, ya a fines del siglo XXI, la población terrestre se presentará como una sola ciudad planetaria soldada por los extremos de la expansión de las urbes contiguas, conformando una gran conurbación asentada en los bordes continentales lindantes con los océanos y junto a las fuentes de agua dulce. Dioxiadis ha bautizado esta ciudad global con el apelativo de Ecumenópolis.5

  5. En sentido inverso y mientras la explosión demográfica ha hecho crecer en forma exponencial la necesidad de alimentos, el desarrollo de las ciudades -generalmente ligado a la especulación con el valor del suelose ha venido expandiendo a costa de la urbanización de las mejores tierras agrícolas que antes rodeaban y nutrían a las grandes urbes. Basta llegar por vía aérea a la capital de cualquier país latinoamericano para advertir la espectacular expansión horizontal de las urbanizaciones y el no menos impresionante retroceso de las áreas de cultivo.Page 23

  6. El incremento de ambas tendencias contrapuestas: la saturación poblacional, por una parte, y la disminución de las fuentes alimenticias, por la otra, puede conducir a la humanidad a un colapso crítico en que sólo se vislumbran dos alternativas probables de solución.

    Una alternativa sería la guerra, el tradicional arbitrio de los fuertes para apoderarse de los recursos de los débiles; es decir, la solución de la fuerza. Hay ya quienes auguran que la próxima guerra mundial no será ni por las materias primas ni por la conquista de los mercados ni por el dominio de la energía; será por las fuentes de agua, el recurso vital más escaso del futuro.

    La otra alternativa consiste en la organización racional de la humanidad y de los recursos disponibles para su digna y pacífica subsistencia. El primer paso en este largo camino es la integración.

II Los procesos de integración
  1. El término "integración" significa "completar un todo con sus partes", pertenece al lenguaje de la sociología política y viene siendo utilizado para denominar procesos de complementación entre dos o más estados -en una o en varias áreas de sus relacionespara formar un conglomerado mayor, en busca de resultados de conveniencia recíproca.

Así se habla -a modo de ejemplosde integración económica, política o jurídica. Y como la aproximación de los estados partícipes y de sus ámbitos de relaciones supone el acercamiento y coordinación de sus estructuras normativas, también se ha llegado a postular una moderna disciplina -para muchos, independiente del Derecho Internacional Público tradicionalcomo es el Derecho de la Integración.

La integración Europea
  1. Difícil resulta hablar de integración y de sus implicancias constitucionales sin hacer referencia a la experiencia europea. En efecto, es en la Europa de la segunda mitad de este siglo donde encontramos el más evolucionado ejemplo de integración económica y política. Nos referiremos a la evolución que los estados europeos iniciaron a partir de 19516 con el objeto inmediato de acercar sus economías -al menos, en determinados rubros o áreas de sus mercadoscon el propósito de más largo aliento, de llegar a una convergencia política. Como se sabe, la "doctrina Monet" representó, en su época, la vía más realista para contribuir a la reconstrucción y a la futura unificación de una Europa herida tras las dos grandes guerras; esto es, con la idea de "lograr determinadas acciones comunes en materia económica con la vista puesta en la futura unidad política".7

    Evitando referirnos al largo trayecto que separa los antiguos tratados de París y de Roma de los recientes acuerdos de Maastricht (1992) y Amsterdam (1997) y limitándonos a observar el estado actual de la realidad europea, nos parece importante llamar la atención sobre dos características fundamentales de este proceso integrador. En primer lugar, se trata de un proceso cuyo curso, en sí mismo, constituye un fenómeno constitucional. En segundo lugar, es una realidad que formula diversas interpelaciones a los códigos políticos de los Estados miembros de la Unión. En este sentido, la integración plantea, ciertamente, un problema constitucional.

    8.1. La integración europea como fenómeno constitucional.

    Si se tiene en cuenta que la Comunidad Europea8 ejerce competencias que,Page 24bajo todo punto de vista, constituyen atribuciones soberanas y que dentro de ellas actúa también el individuo como ciudadano sujeto de libertades,9 resulta innegable que, desde el punto de vista material, nos encontramos ante un fenómeno o situación de naturaleza constitucional con elementos propios y distintos de los que configuran la de cada uno de los estados miembros. De una parte están presentes el poder y la libertad; de la otra, una serie de instrumentos que tienden a coordinar el primero con la segunda.10

    Con todo, no se trata de una realidad constitucional consolidada, en el sentido que todavía falta un instrumento que, al modo de las modernas constituciones, sirva para ordenar el ejercicio de este poder y proteger el contenido de aquellas libertades. Este es un aspecto pendiente que se ha tratado de solucionar a través de la formulación de diversos proyectos de "Constitución Europea".11

    Explicando la necesidad de un instrumento de esta naturaleza -que debiera canalizarse, por la peculiar conformación de la Comunidad, a través de un tratado adicionalel Profesor Eduardo García de Enterría escribe:

    "¿Por qué una Constitución? La respuesta es muy simple: Una Constitución es una necesidad por una...

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