Para una lectura del humor en Kafka. - Núm. 51, Junio 2009 - Cyber Humanitatis - Libros y Revistas - VLEX 632229081

Para una lectura del humor en Kafka.

AutorRebolledo Dujisin, Mat
CargoKafka, Franz, escritor - Ensayo cr
  1. Introducción: sobre el humor.

    Difícil es comenzar a hablar del humor en Kafka. Difícil no sólo porque el particular uso en la obra de este autor escapa a toda comprensión simplista, sino porque no existe una poética satisfactoria de un fenómeno tan complejo (y tanto tiempo menospreciado) como es lo cómico y el humor. Demostrar la amplia presencia de recursos humorísticos, entendiéndolos como elementos fundamentales de la construcción de sentido en su obra, significa cuestionarnos de partida por la clase de humor y el fin con que lo utiliza el autor, la significación que adquiere en su obra, y de esta manera, de paso, enriquecer nuestra apreciación estética sobre el sentido del humor que subyace en gran parte del desencanto general plasmado en la literatura del siglo pasado, entendiendo que el humor es un arma crítica poderosa (escondida bajo una sonrisa) muchas veces más cruda y más cruel que la tragedia.

    Lo primero que habría que consignar para comenzar un estudio del humor en Franz Kafka, para entender el contexto cultural del que dicho humor es reflejo, es el período escritural del autor. Su época se encuentra a las puertas del siglo más sangriento de la historia de la humanidad, aquél que vio caer uno a uno todos los paradigmas culturales, religiosos y científicos, así como el proyecto moderno en su totalidad. Todas las certezas establecidas en siglos de modernidad (y consolidadas en el positivismo decimonónico) irán una a una cayendo y, de este modo, al perder la orientación intachable de la razón y el sentido, será el mundo, o al menos la lógica con la que éste funciona, el que se demostrará absurdo (como tanto se insistirá en las diferentes corrientes filosóficas de mediados de siglo) y risible; por lo tanto, ya no será, por decirlo de alguna manera, lo feo, lo grotesco, lo a-normal, como tradicionalmente fue comprendido lo cómico, sino precisamente el proyecto normal" o normativo el que es digno de burla (con la angustia ontológica que necesariamente esto implica). Lo cómico ha adquirido en el siglo recién pasado, lamentablemente, un tono desgarrador, que da cuenta de la mirada sobre un mundo incomprensible, esencialmente absurdo, alienado, descentrado. Desde este punto de vista, lo cómico no puede ser sólo una leve revuelta en la superficie de la vida social" (Sypher 1) o cierta imperfección [...] que exige una corrección inmediata" (Bergson 855). Todo aquello que no sólo provoque risa sino que lleve a la reflexión nos mostrará ese otro lado de la moneda de lo cómico.

    Desde siempre el humor ha sido una de las armas de crítica social y moral más poderosa que ha tenido el hombre, y así es como tenemos que entenderlo al mirar el siglo recién pasado. Desde fines del siglo XIX y hasta la segunda guerra mundial, y posteriormente la tensión reinante de la posguerra y la guerra fría, se pone en evidencia ante nosotros un mundo esencialmente absurdo, en que todo progreso humano lleva a su propia aniquilación (el fin de las utopías, la caída definitiva del proyecto moderno ilustrado), en que la lógica racional, positivista, queda soterrada por la certidumbre de una existencia de suyo ilógica, absurda, aberrante. Estamos ante la evidencia de la catástrofe de la modernidad y la posibilidad-certeza de la destrucción del hombre por parte de él mismo. Ese es el punto de arranque del humor en el siglo XX. Eso parece ocurrir en las novelas de nuestro autor; podemos pensar, por ejemplo, en lo absurdo de la situación de Joseph K ..., lo inútil--y, por lo tanto, doblemente absurdo--de su búsqueda, su racional búsqueda para llegar a alguna respuesta: ésta no puede existir en un mundo que no responde a esa razón; o bien el anhelo de K., imposible de realizarse, destinado a nunca llegar a buen puerto (cual Sísifo), en El Proceso y El Castillo, respectivamente. Así también lo escenifica descarnadamente el teatro del absurdo (en especial Beckett en sus Esperando a Godot y Final de partida). Como señala Wylie Sypher (1), el contexto de las guerras mundiales parecen demostrar que, en su fondo último, la vida humana es constitutivamente absurda" (1), proponiendo que tal vez el descubrimiento más importante de la crítica moderna es la percepción de que la comedia y la tragedia son de alguna manera afines" (2). Kafka no vivió el Holocausto, ni tampoco el desgarramiento existencial característico de la posguerra, pero tal vez mejor que nadie lo intuyó (el arte siempre anticipa), antes incluso que se diese el espacio material para su realización (quizá en su propio desarraigamiento, en su no-pertenencia o identificación clara con ningún lugar o comunidad: la realidad cotidiana de la contemporaneidad).

    El humor siempre implica esta contradicción esencial. Para Pirandello, por ejemplo, Lo cómico es precisamente un darse cuenta de lo contrario. Pero si ahora interviene en mí la reflexión [...] ya no puedo reírme como antes, porque precisamente la reflexión, trabajando en mí, me ha hecho superar aquella primera advertencia, o mejor dicho, me ha hecho adentrarme en ella: de aquel primer darme cuenta de lo contrario me ha hecho pasar a este sentimiento de lo contrario. Y en esto reside toda la diferencia entre lo cómico y lo humorístico." (Pirandello, Esencia, caracteres." 1374) (3) Este sentido del humor como una contradicción que opera en el receptor, y la vinculación que esta contradicción permite hacer entre la risa y el dolor, la alegría y el llanto (síntomas claros de la comedia y la tragedia, respectivamente), será vital para entender el tipo de risa que se producirá--de ser posible--en Kafka: una risa que no permite plena inmunidad, que se contamina groseramente con lo trágico, con lo absurdo, la aversión e, incluso, con la aberración: el lector no preparado antes quedará espantado que sumido en la risa fácil. Pero lo importante de comprender es que ese espanto y esa risa no sólo no son contradictorios, sino que, por el contrario, son complementarios, se retroalimentan.

    Buscar la etimología y el sentido original del 'humor' también es ilustrativo para el caso (4). Para eso tenemos que retrotraernos a la ciencia del humoralismo de Hipócrates, desde la cual podemos entender que los humores (los distintos fluidos corporales: bilis--el humor de humores"--, sangre, linfa) son como los motores que operan en todo ser humano: la distinta mezcla, movimiento o temperatura de ellos determinará todo estado del ser (desde estados anímicos a enfermedades): por un lado, el exceso de humores es una de las causas de los hombres de excepción" (grandes guerreros, filósofos, héroes, etc.) y, por otra, acerca al hombre a la locura, a la risa (siempre vinculados a nuestra concepción de humor), al éxtasis y la manía, y podrán usarse para afectar los humores de los demás. Un buen ejemplo del 'melancólico' (5) es Hamlet: aquel hombre excepcional que, afectado por los humores, interpreta la locura de sí mismo, aun a riesgo de perder su propia cordura. Pero Hamlet se transforma en humorista: no sólo es afectado por los humores, sino que los usa como un arma frente a los demás. Entendido de esta manera, el humor es tanto padecimiento como arma, afección y herramienta para afectar a los demás, dentro de un sujeto que es tanto paciente como agente de ellos. La purgación del humorista es saber utilizar sus propios humores para afectar al resto.

    Es por eso que, aunque podamos detectar elementos risibles en autores contemporáneos como Kafka, no podemos quedarnos sólo en un primer nivel de lectura. En este tipo de obras podemos encontrar escenas cómicas que [...] causan una risa tan áspera que hacen aparecer muecas que poco se distinguirían de las producidas por el efecto trágico. La fuerza de este shock cómico se parece a la intensa emoción producida por la tragedia" (Sypher 4). Ese es, en efecto, el shock que producen las narraciones de Kafka. Una risa que, al contrario de la risa (y sobre todo la carcajada) despreocupada y liberadora, no es contagiosa; refleja más el horror mediante el cual se produce que el efecto cómico que ese horror conlleva. Por lo tanto, no sólo es necesario rastrear los elementos o recursos que se consideran cómicos, sino que hay que pensar, sobre todo, en el para qué de la utilización de dichos recursos. La risa es sólo una de las posibles manifestaciones del humor, y sólo es un efecto producido (o que se pretende producir). Hay que intentar recuperar su sentido y su significación: la risa que va unida al llanto, la sonrisa con un trago amargo.

    La risa y su producción puede escapar de cualquier definición y esto es lo que la hace tan atractiva. Tan necesaria. Son obras como éstas, como las de muchos grandes humoristas del siglo pasado y el presente, las que hacen tan difícil una poética de la comedia satisfactoria. Nos presentan estos autores un humor que hay que saber aguantar, tolerar, hacerse partícipe, entender por qué no nos reímos cuando en otro contexto sí lo haríamos (y qué pasaría si realmente lo hiciéramos). Qué es lo que está ocurriendo. En el caso de Kafka, su obra está traspasada completamente por recursos típicos del humor, aunque cueste identificarlos o participar de ellos en una primera instancia (6); acá se verá cómo estos recursos son una constante en su obra, pudiendo afirmar que efectivamente él es un humorista. Kafka se expone por entero en su escritura. Kafka es su escritura (7), y su humor es, entonces, parte vital de ella, y se manifiesta en todo el mundo creado por él. Pero más interesante aún que detectar dichos recursos es ver cómo con ellos crea el autor los estados más angustiantes o aberrantes. El humor que se produce desde el plano de la enunciación se contradice (mediante un efecto de shock) de tal manera con el contenido del enunciado, que el desfase que se evidencia genera estos estados antes señalados8. Así, podemos entender que el suyo es un caso extremo de las armas que tiene el humorista: un humor puesto en cierto contexto que genera ciertos efectos, a veces contradictorios. Ese...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR