Presentación del libro Metáforas de perversidad. Percepción y representación de lo femenino en el ámbito literario y artístico, de los editores Ángeles Mateo del Pino y Gregorio Rodríguez Herrera: mujeres excéntricas en la literatura árabe oral: Sultanas, Hechiceras, "Liberadas". - Núm. 36, Marzo 2006 - Cyber Humanitatis - Libros y Revistas - VLEX 56845717

Presentación del libro Metáforas de perversidad. Percepción y representación de lo femenino en el ámbito literario y artístico, de los editores Ángeles Mateo del Pino y Gregorio Rodríguez Herrera: mujeres excéntricas en la literatura árabe oral: Sultanas, Hechiceras, "Liberadas".

AutorVidal Luengo, Ana Ruth
CargoExtracto

¿Existen mujeres excéntricas en la literatura árabe? ¿Qué se entiende en el universo literario árabe-islámico por excentricidad femenina? Hablar de mujeres excéntricas puede convertirse en una tautología, ya que desde un punto de vista desconstructivo y radical, las mujeres han sido ex-céntricas durante mucho tiempo y en diferentes culturas, porque su centro era otro. Esta postura no pretende reivindicar un universo femenino cerrado y exclusivo, ni mistificar la cultura femenina, tanto como poner de relieve que en muchas manifestaciones del orden patriarcal, producidas por hombres y mujeres, subyace una consideración de las mismas como seres aparte, desviados, adorados o vilipendiados, sin términos medios, fuera del centro de lo masculino, es decir, des-centrados.

A la condición ex-céntrica o tangente de las mujeres, se une la excentricidad de los personajes literarios, la distancia literaria, el extrañamiento del lenguaje poético. La autoría, la conciencia de estar creando una ficción más o menos distanciada de la realidad ha sido para los orientalistas una noción ajena a la literatura árabe escrita, así que difícilmente la extravagancia de los personajes literarios podría ser una mera invención literaria. Desde esta óptica, no existe autor porque no existe individuo, la obra no es sino una glosa de la creación divina. La literatura escrita árabe ha rechazado tradicionalmente el mythos, la verdad simbólica, y por tanto, la pretensión de la ficción por ser una vulgar imitación de la verdad racional, el logos. La excentricidad podría estar excluida o marginada en la literatura por expresar una amenazadora voluntad de individualidad propia y original fuera de lo normal; o al contrario, puede aparecer para magnificar la omnipotencia divina, capaz de lo más sublime y lo más abyecto, es decir, para mostrar los renglones torcidos de Dios.

Por supuesto, esto no significa que los escritores árabes no hayan sido creadores e imaginativos, ni hayan participado del pensamiento mítico. Como en muchos aspectos de la civilización árabe-islámica, hay un plano externo de conformidad con el modelo ideal de sociedad, y otro interno, lleno de realidades ocultas, no reconocidas abiertamente. La clase letrada ligada a las autoridades religiosas no pudo evitar la veneración de los poetas preislámicos, que expresaban aquello que se agitaba en su pecho, y que llamaban poesía, ni la fértil imaginación de Abú Nuwás, Omar al-Jayyam, Abú-l-Alá al-Maarri y otros tantos creadores y librepensadores, a menudo tachados de excéntricos. Tampoco pudo evitar que existiera una literatura oral, la de al-amma, las clases populares iletradas, como vehículo de los sentimientos y vivencias colectivas, preñadas del pensamiento mítico y sus excentricidades.

Las mujeres excéntricas entrañan entonces una doble marginalidad matizable, por su individualidad original y por su condición femenina. No en vano tanto la masa popular (al-amma) como las mujeres fueron, respectivamente, los dos elementos sociales ocultados y silenciados, separados por un velo (hiyab) de la autoridad político-religiosa y de los hombres (Mernissi, 1990).

La literatura árabe no es ajena a la visión sexuada de la realidad, pero todo depende también de qué consideramos como comportamiento normal o acostumbrado de las mujeres en este contexto cultural. Tal como ocurre con la versión plana y autoritaria del desarrollo de la literatura árabe, en teoría ajeno a la imaginación creadora, existe la idea generalizada de que el papel social de las mujeres en la cultura árabe-islámica es muy marginal y negativo. Si bien es cierto que la cultura patriarcal árabe-islámica desfavorece mucho a las mujeres, la percepción de sus problemas es parcial, fragmentaria y sesgada cultural y políticamente. Las imágenes positivas alternativas son muy escasas, y los análisis de su situación a lo largo de la historia suelen ser bastante interesados.

Como ocurre con la teórica imposibilidad de originalidad literaria, las mujeres árabes y musulmanas han pasado por la historia como colectivo teóricamente incapacitado para emanciparse y definirse como seres humanos iguales a los demás. Los lastres de la tradición que presumimos inamovibles nos pueden impedir ver el rostro humano de estas mujeres, y aún peor, llegar a conclusiones mesiánicas del desarrollo personal y sexual en las sociedades árabe islámicas: si ser un individuo o ser mujer era una provocación, la existencia de ambos modelos hoy en día sólo puede ser producto de una benéfica influencia de Occidente.

Las mujeres árabes no tienen un rostro humano porque no se nos ocurre que puedan pensar, sentir o hacer las mismas cosas que nosotros y nosotras, porque tomamos sus pautas culturales al pie de la letra, de forma absoluta, así que deben ser una especie de humanidad "aparte". En definitiva, el análisis de la extravagancia femenina en medios literarios puede estar muy mediatizado por las ideas que tenemos sobre las mujeres árabes y musulmanas hoy en día. Las imágenes literarias de mujeres guerreras que protagonizan gestas, de sabias que dominan las ciencias y las artes o sultanas que toman las riendas de un imperio agonizante pueden resultar totalmente extraordinarias si tenemos como referente de mujer árabe a la pobre, analfabeta o sometida al poder patriarcal. Pero tal excentricidad puede matizarse mucho si tenemos en cuenta que es posible trazar una historia de las mujeres árabes que han sido protagonistas de la política o de la cultura más veces de las que pensamos.

La literatura escrita nos ofrece siempre modelos de excentricidad femenina, que corresponden con mayor o menor fidelidad a realidades sociales. El prototipo más destacado es el de la mujer liberada, miembro de una clase aristocrática y acomodada que tiene acceso a la cultura y ciertos privilegios de los que no gozaban la mayoría de las mujeres. Es el caso de poetisas como Wallada, princesa andalusí que tuvo su propio cenáculo literario y fue famosa por sus excentricidades, o el de las esclavas (yawari) mencionadas en el Kitab al-Agani ("Libro de las canciones") de Abu-l-Fáray al-Isfahani, mujeres especialmente instruidas e iniciadas en diversas artes para el deleite de sus amos, cuya irrupción en los círculos cortesanos fue indispensable para toda una transformación del universo poético árabe.

Pero el verdadero terreno abonado para las manifestaciones de lo marginal y extravagante es sin duda el de la literatura oral, la creación negada, la no-literatura. No obstante, hay que precisar que ambas producciones han estado en constante contacto e influencia mutua, por lo que parte de la creación colectiva de tradición oral ha participado del prejuicio racionalista ante el mundo del mythos, en el que se incluye el pensamiento de al-amma y de las mujeres. Esta complicidad es muy manifiesta en el género de tradición oral que voy a tratar preferentemente, el de la sira o biografía oral [1]. Su carácter híbrido es especialmente interesante porque trata de conciliar ambos tipos de pensamiento, demostrando que ninguno es ajeno al otro con sus fusiones de elementos míticos e históricos y aportaciones de modelos literarios de excentricidad femenina propios del imaginario popular.

Subversoras del orden político y militar: guerreras "liberadas" y sultanas

El primer tipo de excentricidad femenina que destaca en el género épico árabe es el de la mujer que subvierte el orden establecido en el plano político-militar. Es común a estas biografías heroicas el prototipo de mujer que ejerce poder político, generalmente por su destreza en las artes guerreras, para las cuales ha sido adiestrada y educada. Es el motivo de la "mujer guerrera" descrito y analizado por Remke Kruk en varios trabajos sobre la heroicidad femenina en la épica árabe (1993, 1994), que tiene mayor importancia de la que en principio cabría esperar de un imaginario lleno de valerosos protagonistas masculinos. La figura heroica femenina no sólo no es ajena a la literatura árabe de tradición oral --aunque está ausente en la literatura culta-- sino que ha constituido un poderoso y atractivo motivo para varias generaciones de receptores de estos relatos. A juzgar por la riqueza de matices y variantes que presenta, el tema del desafío femenino a la jerarquía sexual se trata de una cuestión que atraía a la audiencia y tenía un valor colectivo significativo.

La obra más significativa es Sirat al-amira Dar al-Himma ("Biografía de la princesa Dat al-Himma"), protagonizada por una mujer guerrera y trufada de personajes femeninos que luchan junto a la protagonista defendiendo las fronteras del califato omeya, y posteriormente, abbasí, en el contexto de las guerras árabe-bizantinas (Ibrahim, s. d.: 34-55).

Desde su niñez Fátima, la protagonista, es discriminada por su sexo, ya que su padre, Mazlum --literalmente, "oprimido"--, teme que se cumpla en ella una profecía según la cual su hermano Zálim --"tirano"--dominará sobre sus descendientes. De hecho su abuelo ha dispuesto que el primero que engendre un varón heredará la jefatura de la tribu, por lo que Fátima es la prueba de su derrota. A pesar de ser abandonada a su suerte, la niña muestra enseguida dotes físicas extraordinarias, y a edad temprana empieza a recibir instrucción en las artes guerreras. Pronto alcanzará fama y respeto entre las tribus árabes, donde será conocida como Dat al-Himma --"La del noble propósito", posible deformación culta de Dalhama, "loba"--, hasta convertirse en la dirigente de los Banu Kilab, tribu que defiende la frontera árabe-bizantina y lucha por mantener el favor del califa contra los Banu Sulaym, sus eternos rivales.

[ILUSTRACIÓN OMITIR]

Dat aL-Himma es, por tanto, una mujer honorable, no sólo por su virtud guerrera y sus altos propósitos --el yihad armado contra los infieles-- sino porque defiende la nobleza de los Banu Kilab, tribu árabe ensalzada en los primeros capítulos del relato a través de las aventuras de Yúnduba y al-Sahsah, sus ancestros. Fátima...

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