El problema de la libertad - Núm. 7, Septiembre 2000 - Apuntes de derecho - Libros y Revistas - VLEX 396594458

El problema de la libertad

AutorCarlos Peña
CargoDecano de la Facultad de Derecho de la Universidad Diego Portales
Páginas4-5
CARLOS
PENA
GONZÁlEZ
Decano
de
In
Facultad
de Derecho de
}.1
Universid.1d
Diego
Por/ales.
Hablar
de
la
libertad
en
Chile
exige,
desde
mi
punto
de
vista,
elucidar
previamente
los
diversos
ficados
que
la
palabra
libertad
posee,
para
evitar,
me
parece
a
mí,
que
por
usar
la
misma
palabra
creamos,
algo
apresuradamente,
que
estamos
hablando
de
lo
mismo,
En
la
tradición
modema
-una
expresión,
como
ustedes
ven,
hasta
cierto
punto
la
tad
posee,
pudiéramos
decir,
tres
versiones.
En
una
de
esas
versiones,
la
libertad
equivale
a
franquía,
a
la
posi-
bilidad
de
ejecutar
acciones
sin
que
nada
o
nadie
se
interponga
(es
lo
que
BerUn
denominó
libertad
nega-
tiva
y
que
aparece
muy
vigorosamente
en
el
siglo
XVIl);
en
otra
versión,
la
libertad
equivale
a
la
posi-
bilidad
de
participar
de
las
decisiones
que
nos
atingen
(esta
es
la
libertad
que
ha
defendido
la
ttadición
de-
mocrática);
en
fin,
en
una
tercera
versión,
cuyos
oríge-
nes
están
en
Grecia,
la
libeltad
equivale
a
la
posibili-
dad
de
dialogar
con
otros
en
condiciones
de
igualdad
(es
esta
una
concepción
de
la
libertad
que,.
no
sería
difícil
mostrarlo,
posee
muy
fuertes
vínculos
con
la
tradición
republicana).
Es
fácil
advertir
que
en
cada
uno
de
esaS
versio-
nes,
la
libertad
se
relaciona
con
el
espacio
de
lo
públi-
co,
con
el
espacio
del
poder;
aunque
esa
relación
es
distinta
en
cada
caso.
Mientras
en
el
primer
caso
la
libertad
se
ve
por
lo
público
y
el
do;
y
mientras
en
el
segundo
caso
la
libeltad
supone
participar
de
ese
poder;
en
el
tercer
caso
la
situación
es
distinta
puesto
que
la
libertad
se
identifica
con
la
constitución
de
lo
público.
En
Occidente
el
problema
El
problema
de
la
libertad
de
la
libertad
ha
oscilado
permanentemente
entre
esos
tres
ideales.
La
pdncipal
diferencia
entre
eUos
radica
en
que
en
el
primer
caso
la
libertad
es
vista
como
un
atributo
o
cualidad
intrínseca
a
los
seres
humanos,
algo
de
lo
cual
cada
uno
viene
provisto;
en
tanto
en
los
otros
dos
casos
la
libertad
se
alcanza
en
medio
de
al-
guna
forma
de
sociabilidad:
la
libertad
es,
de
algún
modo,
un
resultado
que
se
alcanza
en
comunidad
con
otros
y
es
indisoluble,
por
tanto,
del
diálogo
y
de
la
par-
ticipación.
Mientras
en
el
primer
caso
la
política
naza
a
la
libertad
o
simplemente
la
defiende;
en
los
otros
dos
casos
no
se
puede
ser
libre
sino
en
medio
de
la
política,
entendida
como
un
espacio
de
deliberación
pública
distinta
del
estado
y
distinta
del
mercado.
No
es
difícil
mostrar
cómo
esas
distinciones
se
vinculan
a
la
ttadición
liberal.
El
liberalismo
clásico,
cuyo
paradigma
es
Locke,
reivindica
la
libeltad
como
un
atdbuto
pre
social,
como
una
forma
de
subjetivi-
dad
que
antecede
a
toda
sociabilidad
y
que
permite
fundar
derechos
naturales,
particulannente
la
propie-
dad.
La
sociabilidad
entre
los
hombres
aparece
en
Locke
mediada
por
el
trabajo
y
de
ahí,
entonces,
la
estrecha
vinculación
que
este
tipo
de
liberalismo
esta-
blece
entre
libertad
y
propiedad,
enrre
sociabilidad
y
mercado.
La
libe11ad
como
participación,
en
cambio,
pertenece
más
bien
a
la
tradición
democrática
que
es,
como
es
bien
sabido,
la
otra
vertiente
de
la
tradición
poUtica
moderna.
La
libertad
como
diálogo
en
condi-
c.iones
de
igualdad,
confOlme
al
viejo
ideal
griego,
pertenece,
por
su
pm1e,
muy
de
cerca
a
la
tradición
re-
publicana.
Todas
estas
concepciones
de
la
libertad,
4
conducen,
también,
diría
yo,
a
fOlmas
diversas
de
cebir
la
democracia.
La
democracia
es
concebida
la
base
del
clásico
paradigma
liberal-
como
una
forma
de
agrega-
ción
de
preferencias
individuales;
la
tradición
demo-
crática
la
concibe
como
un
espacio
de
deliberación
compartida;
en
tanto
la
tradición
republicmm
la
be
como
un
espacio
o
ámbito
en
el
que
se
construyen
bienes
comunes
y
se
asientan
un
conjunto
de
virtudes.
No
hay
desde
luego,
una
oposición
inevitable
entre
esos
diversos
IÚveles.
Aunque
parece
obvio
que
si
la
libertad
es
un
resultado
de
la
política
(como
lo
ense-
ñan
la
tr.dición
democrática
y
la
b'adición
republica-
na)
entonces
la
libertad
-incluso
la
libertad
negativa-
no
se
alcanza
simplemente
por
la
vía
de
inmunizar
a
los
individuos
contra
el
estado,
como
ha
insistido
des-
de
siempre
el
liberalismo
clásico.
Querría
invitarlos,
entonces,
sobre
la
base
de
las
anteriores
distinciones
a
reflexionar
acerca
de
la
ción
de
la
libeltad
en
Chile.
Para
avanzm',
desde
ya
mi
opinión,
déjenme
decirles
que
yo
creo
que
en
esos
tres
ámbitos
en
Chile
tenemos
serias
deficienCÍas
en
da
de
libertad;
pero
que
la
principal
amenaza
que
se
cierne
sobre
la
libertad
es
la
falta
o
la
disolución
de
la
política.
En
una
frase:
el
problema
de
la
libertad
en
Chile
es
el
problema
de
la
falta
de
espacios
públicos,
la
falta
de
ciudadanía.
Se
ttata
de
un
ideal
liberal
que
en
el
caso
de
Chile
está,
todavía,
incompleto.
Pero
¿en
qué
consiste
este
ideal
de
lo
público
del
que
la
libertad,
a
fin
de
cuentas,
parece
depender?
¿En
qué
consiste
eso
que
parecemos
haber
olvidado?

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