Réquiem de Andrés Morales: antífonas para un Milenio. - Núm. 37, Marzo 2006 - Cyber Humanitatis - Libros y Revistas - VLEX 56845729

Réquiem de Andrés Morales: antífonas para un Milenio.

AutorCarrasco, Rolando
CargoEnsayo cr

Réquiem de Andrés Morales vocaliza en el ejercicio de su incansable tonalidad poética -ya acostumbrados como lectores a la sobriedad lírica y rigor formal de sus versos-, los designios de esta nueva partitura-texto cuya circulación transita entre el misal para los difuntos y la filarmónica composición de Mozart. Espacios intensamente intervenidos, que desdibujarian tempranamente las más reveladoras imágenes, si sólo supusiéramos, como ha advertido Eleonora Finlkenstein, que este nuevo Apocalipsis redunda en una mera intencionalidad formal (Réquiem: Largo adiós a lo que nunca estuvo, 1998). Por el contrario, la densidad semántica de los versos de este Réquiem "moraliza" desde el interior de un canto ceremonial, las inflexiones más trágicas en torno al hombre, la muerte y la experiencia de la historia.

Como anunciaciones de un Milenio y su consiguiente hálito destructor, los presentes versos actualizan la pulsión de una doble conciencia poética, que trasunta sobre todo la más reciente producción de Andrés Morales. Por un lado, la construcción del destino humano mediante la "poietomancia", oráculo mayor que nos devuelve a la adivinación poética como una memoria encifrada ("Poemas del vidente". Visión del Oráculo, 1993); y, por otro, a la clausura irremediable del tiempo o finitud de las edades del mundo ("Visiones de San Juan en Occidente". Vicio de Befleza, 1992).

Este ejercicio de constante reflexividad poética en la obra moraleana (Ejercicio del decir, 19881Verbo, 1991) resemantiza en este poemario los ineludibles signos de la destrucción de los elementos de la naturaleza y el mundo. No sólo para connotar la experiencia cósmica del fin, en una metáfora del Kayrós -que aseguraria para los conversos un nivel de "eternidad" suprahistórica-; sino que también es una enunciación profética que (re)escenifica en su poesía la hazaña particular del destino humano, el tiempo y la muerte.

De igual modo como en Sofonías (I, 14-16), fuente principal del himno medieval "Dies Irae", Morales dispone su introito en ritmo de creciente intensidad. Vocaliza los anuncios de una escatología por y desde el verbo que no en vano fija su morada en el ojo y la memoria: Al iris de la sombra de un ojo en la memoria,/ al cóncavo y convexo espejo iluminado,/ a la silueta exacta sorprendida en ascuas,/ al número secreto que guarda más secretos,/ (...)al universo en grietas, abriéndose o cerrando/las puertas y cometas que ascienden al delirio,/ a los perfectos pasos que aún...

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