¿Es posible la integración residencial en las ciudades chilenas? Disposición de los grupos medios y altos a la integración con grupos de extracción popular. - Vol. 38 Núm. 115, Septiembre 2012 - EURE-Revista Latinoamericana de Estudios Urbanos Regionales - Libros y Revistas - VLEX 411861362

¿Es posible la integración residencial en las ciudades chilenas? Disposición de los grupos medios y altos a la integración con grupos de extracción popular.

AutorSabatini, Francisco
CargoIntegraci

RESUMEN | Con relativa independencia de su nivel social, edad y sexo, los residentes de las ciudades chilenas de Santiago, Antofagasta y Temuco muestran una significativa disposición a la integración residencial con personas de otra condición social. Sin embargo, dicha valoración de la integración enfrenta, por una parte, obstáculos y temores concretos (como el menoscabo a las plusvalías o respecto de la formación de los hijos) que dificultan que se materialice en barrios menos segregados; y por otra, actitudes y conductas "clasistas". En términos prácticos, esta cultura urbana tensionada y ambivalente, junto a la relativa asimetría que presenta la segregación residencial entre sus dimensiones principales en el medio latinoamericano y a la prevalencia de una mezcla de indiferencia y tolerancia en la relación con el "otro", propia de las ciudades modernas, otorgarían viabilidad cultural a futuras políticas de reducción de la segregación.

PALABRAS CLAVE | Segregación, cultura urbana, integración social

ABSTRACT | With relative independence of their social level, age or sex, the residents of the Chilean cities of Santiago, Antofagasta and Temuco show a significant disposition to residential integration with people of different social conditions. However, this positive evaluation of integration is confronted by concrete obstacles and fears (like the possible damage to the value of their properties or to the education of their children) that make the materialization of less segregated neighborhoods harder, on the one hand, and "classist" attitudes and conducts, on the other. In practical terms, this ambivalent urban culture, together with a relative assymetry of residential segregation are the main dimensions in the Latin American context. These, together with a mixture of indifference and tolerance towards the "other", which are characteristic of modern cities, give cultural viability to future policies for the reduction of segregation.

KEY WORDS | Segregation, urban culture, social integration

Introducción

El interés por comprender la disposición a la integración residencial surge, primero, de la comprobación de los nocivos efectos que la segregación residencial, en su dimensión de homogeneidad en pobreza, genera para las aspiraciones y trayectorias de movilidad social ascendente de los hogares de menores recursos; y en segundo término, del interés por indagar qué espacio o voluntad existe en la ciudadanía y la población urbana chilena para atacar este fenómeno, y bajo qué condiciones.

El punto de partida de este artículo es la constatación de la significativa distancia que existe entre la elevada disposición a la integración residencial declarada por los residentes de ciudades chilenas y la disposición observada o concreta, que es mucho menor. El declive entre aquello que se dice y lo que se hace cuando se trata de integración residencial puede ser atribuido a factores que obstaculizan la posibilidad de que personas de distinta condición social vivan próximas, factores que pueden ser clasificados en trabas culturales y en otras de tipo estructural, principalmente económicas y funcionales.

En este trabajo evaluamos el peso que tendrían uno y otro tipo de trabas. Nuestra hipótesis, basada en la observación de datos, es que en la determinación de las conductas en materia de integración pesarían más los factores estructurales que los culturales. Vale decir, nuestra cultura no sería el principal impedimento para alcanzar mayores niveles de integración.

Desde la cultura se argumenta que la proximidad física entre personas de distinta condición social no es posible, debido a que somos profundamente clasistas. Sin embargo, en el peor de los escenarios --es decir, en el de un clasismo extendido y coherente--, la proximidad residencial no es imposible: la convivencia en el espacio por parte de personas diferentes puede darse bajo un patrón verticalista. De hecho, tradicionalmente en nuestro país muchos espacios han albergado la diversidad social respetando un orden jerárquico. Desde otra mirada (a la que adherimos con más entusiasmo, aunque sin descartar de plano la visión más pesimista recién expuesta), el clasismo existente convive con otras capas de significado, otros valores e ideas que están penetrando nuestra sociedad: la cultura ciudadana que reconoce los derechos del "otro" independientemente de su condición socioeconómica.

Habrían también trabas culturales más allá del clasismo: el miedo al "contagio" de malas costumbres en los hijos producto del contacto interclases y la diferencia de los hábitos o formas de ocupar el espacio, son temores recogidos cualitativamente por nuestra investigación. Creemos que ellos podrían controlarse bajo formas específicas de diseño habitacional y urbano como, por ejemplo, los "microbarrios".

A nuestro juicio, es en la estructura social donde anidan los principales obstáculos para la integración residencial. Algunos de los problemas en este ámbito serían los altos precios del suelo --que hacen prácticamente imposible a la vivienda social competir con otros usos del suelo mejores pagadores--, una política habitacional segregadora y unos municipios que, por su escasa recaudación tributaria, carecen de los recursos necesarios para volverse lugares atractivos para grupos de mayores ingresos. No obstante, tales barreras estructurales muestran algunas tendencias que permiten pensar que es posible revertirlas, ya sea utilizando las fuerzas del mercado inmobiliario --aprovechando el hecho de que la cercanía a la vivienda social no reduce necesariamente el valor de otras propiedades, como muestra la experiencia internacional-- o bien diseñando políticas que acorten la brecha entre la alta disposición a la integración y los impedimentos prácticos para alcanzarla.

Partiremos en la primera sección por definir qué se entiende por segregación residencial y, con base en la literatura y los estudios disponibles, discutir sus efectos negativos y la posibilidad de reducirla. Luego ofrecemos una reflexión crítica sobre las relaciones usualmente postuladas en el medio latinoamericano entre segregación, desigualdades y clasismo. En la tercera sección entregamos resultados de nuestros estudios empíricos que respaldan la conjetura de que en las ciudades chilenas existen espacios de libertad para alcanzar mayores grados de integración residencial que los que se observa. En la cuarta sección destacamos algunos desafíos de política pública que surgen de estos hallazgos.

Segregación residencial: definición, efectos y mecanismos para su reducción

Según Massey y Denton (1988), la segregación residencial es el grado en que dos o más grupos viven separados entre sí en distintas partes del entorno urbano. Identifican cinco dimensiones del fenómeno: uniformidad, exposición, concentración, centralización y agrupamiento. (1) Así, un grupo social segregado sería aquel que no está uniformemente distribuido en el espacio urbano, que está mínimamente expuesto al contacto físico con miembros de otros grupos, que está espacialmente concentrado (en términos de una alta densidad geográfica), que está fuertemente centralizado (en el sentido de vivir cerca del área central de la ciudad) y que presenta un marcado agrupamiento territorial (Sabatini & Cáceres, 2004).

En nuestro contexto hemos definido la segregación residencial como "el grado de proximidad espacial o de aglomeración territorial de las familias pertenecientes a un mismo grupo social, sea que este se defina en términos étnicos, etarios, de preferencias religiosas o socioeconómicos, entre otras posibilidades" (Sabatini, Cáceres & Cerda, 2001). Asimismo, y luego de evaluar críticamente el índice de Massey y Denton, optamos por reducir las dimensiones de la segregación a tres: concentración (concentración de un grupo en el espacio), homogeneidad (homogeneidad social de un área) y prestigio social (dimensión subjetiva que alude al valor o estigma asociado a residir en un determinado lugar (2)).

Dependiendo de la dimensión, el grupo social y la escala que se considere, la segregación residencial puede volverse problemática; dicho de otro modo, la concentración de un grupo en un espacio no es negativa por sí sola. Por ejemplo, en el caso de la ciudad de Santiago, los hogares de mayores ingresos se concentran en el denominado "cono de alta renta", pero eso no significa que en esa zona solo habiten personas de clase alta. De hecho, es justamente lo contrario: el "cono" es la zona que ofrece mayor diversidad social de toda la ciudad, en el sentido de que es posible encontrar personas de todo el espectro social. Lo mismo ocurre en los conos de alta renta de las distintas ciudades latinoamericanas, que concentran los hogares de altos ingresos sin llegar a constituirse como espacios socialmente homogéneos. En este sentido, siguiendo la distinción de Clark (3) entre emocentrismo y hostilidad, las preferencias de segregación de los grupos afluentes latinoamericanos estarían más orientadas a agruparse con los similares (concentrarse) que a excluir a los diferentes (homogeneidad social), al contrario de la realidad estadounidense, donde campearía la "adolescencia urbana". (4)

El problema ocurre cuando los espacios se vuelven homogéneos en pobreza a gran escala, como en el caso de la comuna di La Pintana. Aquí, la reunión en una amplia zona geográfica de una alta proporción de hogares pertenecientes a los dos quintiles más bajos (76 por ciento de estratos D y E el año 2002, fecha del último censo), les hace muy difícil entrar en contacto con familias de mayor nivel socioeconómico, que pudieran abrirles oportunidades laborales, información o amistad, entre otras posibilidades.

Este aislamiento se vuelve relevante en la medida en que el espacio no es tan solo el lugar donde ocurren determinadas acciones individuales o colectivas, sino también un lugar que produce realidades específicas. Mientras algunos autores se han abocado a identificar y medir los efectos...

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