La segregacion, los guetos y la integracion social urbana: mitos y claves. - Vol. 34 Núm. 103, Diciembre 2008 - EURE-Revista Latinoamericana de Estudios Urbanos Regionales - Libros y Revistas - VLEX 60327667

La segregacion, los guetos y la integracion social urbana: mitos y claves.

AutorSabatini, Francisco

RESUMEN Predominan en el medio académico y político las nociones "naturalistas" sobre la segregación social del espacio en las ciudades latinoamericanas. Las desigualdades o el "clasismo", hechos fuertes y persistentes, harían de la segregación algo inevitable; y de las propuesta para controlarla, algo ilusorio. En contraposición, los autores del artículo argumentan que no existen impedimentos culturales, sociológicos ni económicos para reducir la segregación. Los autores destacan la importancia de contar con políticas de suelo orientadas por ese objetivo, considerando el avance de los guetos de desesperanza y crimen en los tradicionales barrios populares segregados.

PALABRAS CLAVES. Segregación residencial, guetos, integración social, América Latina, Chile

ABSTRACT "Naturalistic" views on the socio-spatial segregation of Latin American cities tend to dominate academic and public policy discussions. Social inequality or "classism" which is indeed strong and persistent traits of these societies, would make segregation inevitable and efforts to control it would be illusory. In contrast, the authors argue that there are no cultural, sociological or economic obstacles to reducing segregation. The authors highlight the importance of land policies focused on reducing segregation given the growth of ghettos characterized by desperation and crime in historically segregated poor neighborhoods.

KEYWORDS: residential segregation, ghettoes, social integration, Latin America, Chile

Introducción

No existen impedimentos culturales, sociológicos ni económicos para conseguir menores grados de segregación social del espacio en las ciudades latinoamericanas, objetivo que debe ocupar un lugar crítico en la política pública considerando que los barrios populares segregados se están "guetizando" (drogas, crimen y deserción escolar, entre otros problemas).

Estas dos afirmaciones, combinadas, constituyen la tesis central de estas páginas. Nuestra atención estará centrada en las ciudades chilenas, aunque pretendemos que la tesis tiene validez para las ciudades de América Latina, cuyo contexto cultural, sociológico y económico es similar al de aquéllas. Nos proponemos argumentar en su favor, primero, confrontando algunos mitos corrientes sobre la segregación y, segundo, escudriñando ciertas claves específicas de su contra-cara, la integración social urbana.

Mito Uno. Da lo mismo dónde viran las personas pobres y vulnerables; lo que importa es que tengan casa

¡Qué más da dónde vivan, cuando lo realmente crucial es que haya tanta pobreza y vulnerabilidad social, tantas familias sin casa, tanta desigualdad! Esta es una creencia popular entre gentes de izquierda. Lo verdaderamente importante es que las personas accedan a la vivienda, siendo la segregación un mal menor. Todavía más, la segregación podría no ser tan negativa en la medida que puede facilitar la organización política de estos grupos y fortalecer su capacidad de presión sobre el Estado.

En la mayoría de los países, desarrollados o no, la reforma económica ha vuelto más inestables y difíciles las condiciones de inserción laboral y política de los grupos urbanos de menores ingresos. Empleos de menor calidad y estabilidad, y la desaparición de las formas tradicionales de inserción de estos grupos y sus organizaciones en el juego político y los partidos, hacen del lugar donde viven en la ciudad una cuestión perentoria. Siempre ha sido importante la localización, pero ahora más.

La salida masiva de hogares pobres desde las áreas centrales de las ciudades de los Estados Unidos a partir de los años noventa (Jargowsky, 2003), especialmente hacia el primer anillo de suburbios, sería efecto de la búsqueda de una mejor "geografía de oportunidad" -la expresión es de Galster y Killen (1995). La expulsión de residentes (arrendatarios) en complejos de public housing debido a los procesos de gentrificación está, sin duda, contribuyendo a dicho éxodo, pero es materia pendiente de investigación saber cuántos están saliendo por su propia decisión en búsqueda de mejores oportunidades.

El crecimiento de los hogares bajo la línea de la pobreza en el primer anillo de suburbios, donde hay más oferta de espacios residenciales tugurizados, así lo sugiere. Los empleos se han "suburbanizado" en grado significativo en las ciudades de ese país en las últimas décadas, lo que hace explicable un desplazamiento de los grupos más pobres hacia la periferia urbana.

Asimismo, entre los dos últimos censos de población crecieron demográficamente las favelas mejor localizadas de Rio de Janeiro, a pesar de ser las más densas de la ciudad y, por lo mismo, las con menos espacio disponible; y la población en villas miseria en la parte central de Buenos Aires, o Capital Federal, se duplicó entre 1991 y 2001, a pesar de que la población total del área disminuyó cerca de un 8 por ciento (1). Hay ejemplos chilenos de este fenómeno, los que cubriremos más adelante.

Mito Dos. A mayor desigualdad social, más segregación residencial en la ciudad

Quizás sea ésta la idea más popular y, asimismo, la más inexacta sobre la segregación residencial. Se pregona y propaga no sólo en los países latinoamericanos sino que asimismo en otras latitudes. Es la forma más fácil y esquemática de entender las relaciones entre "lo social" y "lo espacial". Es recurrente entre arquitectos, geógrafos, urbanistas y otros profesionales que muestran predilección por representar los procesos sociales urbanos a través de planos, esquemas y diagramas. El espacio urbano hace de espejo sobre el que se reflejan las desigualdades sociales. De allí que podamos denominar esta noción como "tesis del espejo".

Pero la realidad se encarga de desmentirla una y otra vez. Nos referiremos más adelante al contraste entre las ciudades del Brasil y las de los Estados Unidos, las primeras más desiguales y las segundas más segregadas. También discutiremos los casos de las ciudades europeas preindustriales y las actuales de la India, donde también se combinan profundas desigualdades sociales con altos grados de mezcla social en el espacio.

¿Podrían las menores diferencias sociales estimular más segregación; y las mayores diferencias, menos segregación? Argumentaremos en esa línea. La verdadera relación entre "lo social" y "lo espacial" -afirmaremos- no sería tanto una entre diferencias sociales y segregación espacial, sino que una más compleja entre procesos de diferenciación social y segregación residencial. Toda estructura social es dinámica y toda ciudad va transformando su estructura espacial. En efecto, el afán por construir o defender identidades sociales o de grupo representa uno de los factores que impulsan la segregación residencial, entendida ésta, por cierto, como un proceso permanente.

Mito Tres. A las personas no les gusta vivir cerca de los de otra condición social

Este es un argumento habitual entre gentes de derecha cuando buscan resistir las propuestas de reducción de la segregación residencial, especialmente la más radical de mezcla social en el espacio. El argumento consiste en una suerte de "clasismo" de derecha. Afirma, como un hecho auto-evidente que no requiere comprobación, que toda persona prefiere vivir con individuos parecidos. Los musulmanes con los musulmanes, los proletarios con los proletarios, los ABC1 con los ABC1, los negros con los negros (2).

El argumento sigue con la declaración de que la segregación es, en buena medida, un hecho "natural", y que resulta ineficiente, además de ilusorio, resistirla. Es interesante advertir que esta hebra de raciocinio se combina muy bien con el tradicional "clasismo" de izquierda y con la "tesis del espejo". Las desigualdades, un hecho persistente en toda sociedad humana, se reflejarían en el espacio de las ciudades y, por lo mismo, la segregación sería natural. El argumento se aplica tanto a los grupos acomodados que no querrían vivir con otros de menor condición como a los de estratos más bajos que preferirían vivir con sus iguales.

Volveremos sobre este asunto con nuevos argumentos para refutar estas visiones. Baste por ahora dos botones de muestra. El primero es que, aun bajo la insondable discriminación racial que existe en los Estados Unidos, las encuestas muestran persistentemente que una clara mayoría de negros que viven en ghettos manifiestan preferencia por mudarse a barrios social y étnicamente más integrados (Squires et al., 2001). El riesgo de que esas personas sean objeto de formas directas de discriminación es alto y, sin embargo, igual preferirían mudarse a esos barrios.

El segundo botón de muestra fue la situación de laboratorio que representó el gobierno de la Unidad Popular en Chile (1970-73). El presidente Salvador Allende declaró que no reprimiría a las organizaciones populares, y en su gobierno se verificaron numerosas y masivas "tomas" de terrenos en el corazón del "barrio alto" de Santiago (el cono de alta renta donde se concentran los grupos medios-altos y de elite). La sagaz observación del arquitecto y urbanista Alfredo Rodríguez sobre la correlación existente entre precio del suelo y represión policial de las "tomas", encontraba respaldo. Si los invasores de tierras usualmente elegían lugares baratos para reducir el riesgo de la represión (el argumento de Rodríguez), ahora no debían hacerlo. Muchas "tomas" ocurrieron en el "barrio alto" durante el gobierno de Allende, "tomas" a cargo de organizaciones populares vinculadas a los partidos de izquierda. Las ideologías socialistas de transformación social, construidas en nociones fuertes de clase social, no parecen haber sido suficientes como para bloquear los afanes de integración social urbana de esos grupos populares.

Claves de la integración social urbana

Es habitual escuchar por estos días el argumento de que los chilenos somos demasiado "clasistas" como para aceptar mayores grados de integración socio-espacial. Para unos, el clasismo permite cerrar bien su cadena argumental determinista -globalización económica...

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