La teoría general de la interpretación y la interpretación jurídica - Interpretación y argumentación jurídica - Libros y Revistas - VLEX 370805654

La teoría general de la interpretación y la interpretación jurídica

AutorFernando Quintana Bravo
Cargo del AutorProfesor de Filosofía del Derecho, Universidad de Chile
Páginas9-107
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Capítulo Primero
LA TEORÍA GENERAL DE LA INTERPRETACIÓN
Y LA INTERPRETACIÓN JURÍDICA
1. LA TEORÍA GENERAL DE LA INTERPRETACIÓN
La hermenéutica clásica. Aunque en el uso corriente los términos her-
menéutica, exégesis e interpretación se emplean indistintamente
para nombrar las operaciones intelectuales tendientes a aprehen-
der un sentido en cosas que lo posean, cada uno de ellos significa
algo diferente, que es preciso mantener separado.
La palabra hermenéutica deriva del griego hermeneia y significa
en general interpretación. Esta última, a su vez, deriva de la pala-
bra latina interpretatio, que es la traducción al latín de aquélla. Por
su parte, exégesis también deriva del griego exegesis, con el signifi-
cado general de interpretación. Pero hermenéutica y exégesis en-
cuentran tempranamente una diferenciación, que se va a agudizar
en los tiempos actuales, especialmente con el surgimiento de la fi-
losofía hermenéutica. Para hacer más visible esta diferenciación hay
que acudir a la elaboración sobre el lenguaje que ofrece el diálo-
go Cratilo de Platón. No es la única obra donde Platón se ocupa
del lenguaje. Primeramente aparece el tema en el diálogo Menón,
en donde antes de iniciar el debate dialéctico sobre la virtud se fi-
jan las condiciones generales del diálogo mismo. Una de esas con-
diciones es un lenguaje común a los interlocutores, en donde todos
concedan las mismas significaciones a las palabras que emplean.
Solamente así el diálogo podrá ser una marcha fructífera en la bús-
queda de conocimiento. En Cratilo se da comienzo a una búsque-
da de la naturaleza, origen y propiedades del lenguaje. Aquí, los
dialogantes Hermógenes y Cratilo debaten primeramente sobre el
origen del lenguaje y la correspondencia entre palabra y cosas del
mundo exterior. Hermógenes representa la doctrina de que la re-
lación entre lenguaje y cosas es puramente consensual, esto es, de-
INTERPRETACIÓN Y ARGUMENTACIÓN JURÍDICA
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pende de la costumbre y el arbitrio, Cratilo, en cambio, sostiene
que esa relación obedece a una legalidad natural. Pero esta con-
traposición es sólo un comienzo, pues, como se muestra en el cur-
so del diálogo, responder adecuadamente a los problemas que
plantean ambas posiciones exige esclarecer en su integridad el tema
del lenguaje en sus relaciones con las cosas y con los sujetos que
hacen uso de él, como asimismo exige de una ontología general
para posicionar el lenguaje con respecto al ser. La contraposición
resulta ser una parte de un fenómeno mucho más amplio, como
es el lenguaje.
De este diálogo se obtiene el planteamiento general sobre el
lenguaje, que Platón mantendrá en otros diálogos, como Fedro y So-
fista, y que se mantiene hasta la Carta VII. El lenguaje es un instru-
mento, un organon, mediante el cual quien lo usa lo hace para
expresar sus pensamientos sobre las cosas, sus sentimientos, sus vo-
liciones. Queda en el lenguaje fijado un pensamiento (dianoia), un
deseo, un estado de ánimo. El lenguaje no se confunde con las co-
sas, se distancia de ellas, pero por esto mismo no posee un poder
manifestador infalible de la verdad de las cosas y no es garantía de
un conocimiento cierto. En Carta VII afirma Platón una vez más y
en forma postrera el carácter impotente del lenguaje frente a la
intelección pura del nous. El tema del lenguaje queda cruzado por
la pregunta que formula Sócrates en Cratilo, 439a: “Si, entonces,
por una parte, es posible adquirir un aprendizaje sobre las cosas
por medio de los nombres, y por otra parte es también posible ad-
quirirlo de las cosas mismas por ellas mismas, ¿cuál aprendizaje (má-
thesis) sería más perfecto y seguro?”.
La respuesta va por esta segunda vía abierta por Platón, la apre-
hensión de la cosa misma en su ser, lo que llama la ousia. Pero esto
queda como problema, pues quiere decir que dejando de lado la
palabra habría una capacidad infalible de acceder a la cosa misma,
sin intermediarios lingüísticos.
Queda esbozada una teoría de la significación. El lógos es lo que
hoy llamamos enunciado o proposición, compuesto de nombre y
verbo. Es una unidad compuesta de esos dos elementos, cuya unión
ofrece un significado al referirse a algo exterior. El significado de
cada nombre o verbo, por separado, es distinto del significado de
su unión o combinación. Perro, como nombre, significa algo dis-
tinto a “el perro ladra al extraño”. El nombre y el verbo son las uni-
dades menores, la proposición o enunciado es la unidad mayor, y
la combinación de varios enunciados o proposiciones constituye ya
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una unidad más grande y compleja. El significado de estas unida-
des complejas mayores es diferente del significado de cada una de
sus partes. A Platón le interesa llevar esta teoría de la significación
y de los enunciados al terreno de la verdad. Solamente el lógos pue-
de ser verdadero o falso, no las palabras por sí solas. La palabra pe-
rro no es ni verdadera ni falsa, pero sí puede serlo el enunciado “el
perro ladra al extraño”, y como tal puede ser verificado.
La palabra como tal tiene una realidad física, fonética (soni-
do) o gráfica, y esta característica la transfiere a las unidades ma-
yores de que forma parte. La palabra, desde otro ángulo, es lo que
Platón llama un déloma, esto es, un manifestador, o como diríamos
en lenguaje de hoy día, un significante, algo que significa. Signifi-
car quiere decir aquí abrir un curso en dirección al pensamiento
de quien hace uso de la palabra, pensamiento a su vez que el suje-
to que hace uso de la palabra tiene sobre las cosas. De esta mane-
ra, quien escucha una palabra hablada o lee una palabra escrita se
convierte necesariamente en un hermeneuta, en el sentido de que
entiende o comprende a partir de la palabra y por medio de ella
el pensamiento expresado. La palabra se convierte así en algo que
está en lugar de las cosas respecto de las cuales piensa el que hace
uso de las palabras. Por su parte, quien escucha o lee una palabra
tiene que captar el pensamiento que se refiere a las cosas. Sólo así
se entiende el diálogo, como un entenderse mutuamente, o al me-
nos intentar entenderse.
Volviendo a la palabra hermenéutica, digamos que en Cratilo,
408a trata Platón de caracterizar al dios Hermes, cuyo nombre está
vinculado a esa palabra. En este texto le asocia primeramente el
ser un hermeneuta, o intérprete, y un mensajero (lo que caracte-
rizará a la versión latina de Hermes, que es Mercurio). En segui-
da, le asocia la nota de ser embaucador y astuto en los discursos y
en las cosas relativas al ágora, el comercio y la política. Pasa a ser
Hermes un dios importante en los asuntos sociales y culturales. En
el Himno a Hermes, de Homero, versos 460 y siguientes, asistimos a
la escena donde Hermes es instituido en mensajero de los dioses y
es dotado de dones especiales. La fama popular le convertirá en
dispensador de riquezas y en el fundador del “intercambio comer-
cial” entre los hombres.1 En otras fuentes, Hermes se vincula al her-
1 HOMERO, Hymnes, Hymnes a Hermés, pp. 103-141, de la edición de J. Hum-
bert, de Belles Lettres, Paris, 1959. H. J. Rose, en Handbook of greek Mythology, Uni-
versity Paperbacks, London, 1964, expone un interesante paralelo entre Apolo y

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