Los artesanos chilenos del siglo XX: un proyecto modernizador-democratizador. - Núm. 41, Enero 2007 - Cyber Humanitatis - Libros y Revistas - VLEX 634501233

Los artesanos chilenos del siglo XX: un proyecto modernizador-democratizador.

AutorGrez Toso, Sergio

Nos concentraremos en un solo aspecto de lo que fue la trayectoria pública de los artesanos chilenos decimonónicos, sin lugar a dudas, el sector más importante (social y políticamente) de los "trabajadores por cuenta propia" durante ese siglo: su proyecto politico -modernizador y democratizador, a nuestro juicio- de "regeneración del pueblo".

Para comenzar, recordaremos algunas ideas, conceptos e imágenes simples -"lugares comunes"- que evocan, de manera tan o más poderosa que una definición académica, la idea de modernidad. Para hacerlo, nada mejor que el contrapunto con el Antiguo Régimen, desde cuyas entrañas nació la modernidad.

En el plano económico, cuando hablamos del Antiguo Régimen, entendemos una sociedad con evidente predominio de la agricultura, escaso desarrollo de los medios de transporte y una producción de manufacturas concentrada, casi por completo, en bienes de consumo elaborados en pequeñas unidades productivas (talleres). La modernidad, en cambio, emerge, indisolublemente asociada al predominio de la producción industrial, es decir, a gran escala y para una demanda más o menos estable y conocida de antemano, no sólo de bienes de consumo, sino, también (y de manera muy significativa) de bienes de capital. Un amplio desarrollo de los medios de transporte y de comunicación acompañan esta nueva era [1].

En lo político, ideológico y social, el Antiguo Régimen contiene una confusión entre el orden civil y el religioso, el absolutismo político, el imperio de la tradición y del dogma, la cosmovisión religiosa y la escasísima movilidad social. La modernidad surge como oposición a esos fenómenos, cuyos emblemas reivindicativos son: la separación de lo religioso y lo profano; la laicidad; el liberalismo, primero y la democracia, después. La idea de modernidad aparece, a menudo, asociada al pragmatismo, a la preeminencia de lo económico, pero también como un proyecto emancipador: como la manifestación de utopías terrenales cuyos ejes son la fe en el progreso, la ciencia, la razón [2].

Partiendo de estos "lugares comunes", es decir, generalmente aceptados, postulamos la idea de un movimiento popular en Chile durante el siglo XIX, en el que los artesanos tuvieron una destacadísima actuación, proyecto que era portador de un proyecto modernizador en lo político y social.

Nuestras investigaciones nos han llevado a postular -y a nuestro juicio, probar- el surgimiento de un movimiento popular urbano en Chile desde las primeras décadas republicanas, o sea, con anterioridad a la formación de las primeras organizaciones sindicales o protosindicales de fines del siglo XIX o comienzos del siglo XX [3]. La génesis de este movimiento popular está íntimamente asociada al proceso de urbanización y de industrialización, proceso que se aceleró a partir de los años sesenta de ese siglo, pero sin duda, tiene raíces más antiguas, encontrándose su punto de arranque en la existencia de gremios artesanales coloniales.

El artesanado (carpinteros, ebanistas, sastres, sombrereros, talabarteros, carroceros, zapateros, etc.) junto a un sector muy reducido de obreros especializados -entre los que destacan los tipógrafos- fue por lo menos, hasta los años ochenta, la columna vertebral del movimiento organizado de trabajadores. Este sector social marcó con su sello al conjunto del movimiento popular que se desarrollaba en las ciudades chilenas, movimiento que es posible detectar a través de una serie de reivindicaciones permanentes que se traducían en organizaciones, movilizaciones, peticiones y en la generación de un discurso y una identidad de "artesanos y obreros honrados".

De manera más precisa, podemos señalar que este movimiento levantó a lo largo de casi todo el siglo, las banderas del proteccionismo a la industria nacional, la reforma o abolición del servicio en la Guardia Nacional, la educación o "ilustración" del pueblo, además de una aspiración genérica de justicia y redención social. Éstos y otros elementos conformaron durante mucho tiempo el proyecto de "regeneración del pueblo", que socializaron Arcos y Bilbao hacia mediados de siglo y que se plasmó posteriormente en la acción de los artesanos y obreros urbanos. Se trataba, sin lugar a dudas, de un movimiento de la elite de los trabajadores urbanos, puesto que el peonaje quedaba marginado, aunque confluía en algunas coyunturas con los artesanos y obreros especializados. Estos últimos eran los que manifestaban una mayor predisposición a participar de los conflictos políticos centrales, con una opción política mayoritaria que era -desde antes de la experiencia de la Sociedad de la Igualdad-, el apoyo o la alianza con la fracción liberal de las clases superiores.

Esta preferencia de los sectores mayoritarios de los trabajadores organizados (no olvidemos que también existieron desde fines de los años sesenta, organizaciones de trabajadores dirigidas por el clero y los conservadores), se explica por el propósito declarado del liberalismo de romper con el pasado colonial, promover la instrucción, el ahorro y la previsión entre los desheredados a fin de lograr la ansiada "regeneración del pueblo", además de proceder a la ampliación de las libertades públicas y a la laicización del Estado y de la sociedad, objetivos modernizadores plenamente compartidos por las organizaciones del naciente movimiento popular.

El movimiento popular se componía de...

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