Bilocación
| Autor | José Alberto Allende/Felipe Ignacio Vega |
| Cargo | Director Editorial/Director Editorial |
| Páginas | 3-3 |
Bilocación
Industria Legal
La bilocación es el fenómeno sobrenatural que
permitiría a una persona estar presente en dos
lugares a la vez. Aunque esta figura está
fuertemente arraigada en la tradición cristiana, a
lo largo de la historia se han reportado eventos
similares al margen del mundo religioso, lo que
ha expandido su alcance a terrenos más allá de
lo espiritual, y a ser objeto de más de algún
estudio científico. Pero sea que exista o no la
bilocación, no son pocos los abogados y
abogadas que –medio en serio y medio en
broma– a lo largo de este año se han jactado de
gozar de dicha habilidad. Y es que la irrupción
de la tramitación digital en las causas judiciales,
realmente ha permitido a los litigantes estar en
dos lugares a la vez, e intervenir
simultáneamente en asuntos que se desarrollan
en ciudades o regiones distintas. Tanto es así,
que unos días atrás un abogado comentaba
haber estado en una audiencia preparatoria en
Chanco, al mismo tiempo que esperaba que le
ordenaran ingresar a una sala virtual de la Corte
de Apelaciones de Temuco, para presentar sus
alegatos. La situación es aún más cómica e
insólita si se considera que ese abogado en
realidad no estaba ni en Chanco ni en Temuco,
sino que cómodamente sentado en su oficina en
Santiago.
Aunque la situación descrita debiera estar lejos
de sorprendernos en un año marcado por ese
tipo de eventos, no está de más darle una vuelta
al asunto, ya que está provocando bruscos
cambios en la forma de ejercer la profesión. Si
no, preguntémosles a los miles de abogados
dispersos en las regiones del país, que hasta
hace algunos meses se disputaban los encargos
provenientes de Santiago. Si tiempo atrás no
tenía mucha lógica para un profesional de la
capital asistir a una audiencia en Iquique (por el
tiempo y los costos que ello implicaba), hoy el
escenario es el opuesto. Resulta tan barato –y
tan corto–, asistir a una audiencia en cualquier
parte del mapa, que es simplemente absurdo no
tomarla, sea cual sea el lugar en el que la misma
deba desarrollarse. Y la situación anterior opera
también en el sentido contrario, ya que cada día
son más las abogadas y abogados del resto de
Chile que intervienen en litigios en la capital sin
moverse de sus oficinas, liberándose de la carga
de viajar o de contratar a alguien para que los
represente en la diligencia.
Dicho todo lo anterior, cabe preguntarse qué es lo
que ocurrirá con esta realidad una vez superada
la pandemia. Es claro que la tramitación online es
más cómoda y eficiente, pero es igualmente
claro, que esos no son los únicos índices que se
deben considerar para definir si los pleitos
digitales subsistirán o no en el futuro. A esa
comodidad y eficiencia se contraponen una serie
de cuestionamientos, tales como: las evidentes
demoras que hoy existen en los tribunales; sus
falencias relacionadas con el debido proceso; la
existencia de miles de miles de metros cuadrados
en infraestructura que deben seguir
justificándose; entre muchos otros. Como en
todas las cosas, lo razonable aquí sería buscar
un equilibrio entre las bondades de la tramitación
digital, que no tiene sentido perder, con el
adecuado ejercicio de la justicia que se espera de
los tribunales del país. Ello podría ocurrir, por
ejemplo, devolviendo los juicios a los edificios de
tribunales, pero permitiendo a los litigantes –si lo
estiman conveniente–, comparecer a las
diligencias de forma remota. Porque es
importante tener presente una cosa: a partir de
ahora, podría incluso considerarse como una
denegación de justicia el que a un abogado (o a
su cliente) se le imponga la obligación de pagar
costos de viaje y estadía –o la contratación de un
corresponsal–, cuando la evidencia ha
demostrado que ello no es necesario para la
tramitación de su causa. La discusión está a la
vuelta de la esquina.
José Alberto Allende
Director Editorial
Felipe Ignacio Vega
Director Editorial
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