Cartas de Járkov - Núm. 305, Mayo 2019 - Revista Libertad y Desarrollo - Libros y Revistas - VLEX 783672617

Cartas de Járkov

AutorJavier Silva
CargoGestor de desarrollo y proyectos de la Fundación Ciudadano Austral (X región)
Páginas17-18
Enero 2019 /Nº 302 5 Mayo 2019 /Nº 305 17
ace 85 años sucedió el genocidio
del pueblo ucraniano: el Holodo-
mor, la muerte por hambre de
millones de inocentes producto
de la colectivización del campo,
llevada a cabo por el comunismo soviético.
Desde Járkov (Járkiv en ucraniano) -otrora
capital de Ucrania en los inicios de la Unión
Soviética- y también desde Moscú, el cuerpo
diplomático italiano informó a su país sobre
la situación que se estaba viviendo en el terri-
torio ucraniano entre 1932 y 1934.
Bajo este contexto histórico, el investigador
uruguayo, Guillermo Cedrez, ha puesto a dis-
posición de los lectores hispanoparlantes tra-
ducciones de dichos reportes que el cuerpo
diplomático italiano destinado en la Unión
Soviética enviaba a Roma.
El libro
Cartas de Járkov
es un testimonio
crudo de la situación de la Ucrania de la
década de 1930, mirado con los ojos de la
época. Las observaciones del momento del
Cónsul Real Sergio Gradenigo dan cuen-
ta de tesis que historiadores como Robert
Conquest o Anne Applebaum han sosteni-
do: la hambruna contra el pueblo ucraniano
fue intencional.
Para llevar a cabo la colectivización del
campo era necesario terminar con los ene-
migos del pueblo, al no existir una “clase”
burguesa rural, la política estuvo centrada
en la eliminación de los “kulaks”, o campesi-
nos ricos, una entelequia creada por los co-
munistas soviéticos para justicar el exter-
minio. Con expropiaciones, deportaciones
y asesinatos en masa se fue instaurando el
terror comunista en el campo.
El 9 de marzo de 1930, dos años antes del
apogeo de la hambruna, desde la embajada
italiana ya se informaba que el proceso de
colectivización se convertiría en un total fra-
caso y que los resultados se verían en la próxi-
ma cosecha. No había que ser un versado en
temas agropecuarios para darse cuenta que
la estatización de la tierra no era un incenti-
vo para mantener o aumentar la producción.
Las cuotas que el estado soviético imponía
sobre los koljoses (campesinos colectiviza-
dos) eran imposibles de cumplir. La historia
es conocida para quienes no cumplían.
Las deportaciones de campesinos que se
oponían a la colectivización o bien que sim-
plemente eran “enemigos del pueblo” por
tener una vaca más que el promedio de sus
vecinos, se relatan durante todo el libro. Los
informes del consulado en Járkiv o de la em-
CARTAS DE JÁRKOV
Javier Silva
Gestor de desarrollo y proyectos de la Fundación
Ciudadano Austral (X región)
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