El castillo: territorio, sociedad y subjetividades de la espera. - Vol. 42 Núm. 125, Enero - Enero 2016 - EURE-Revista Latinoamericana de Estudios Urbanos Regionales - Libros y Revistas - VLEX 632388533

El castillo: territorio, sociedad y subjetividades de la espera.

CargoEnsayo

No hay medio más eficaz para desarrollar en el pueblo el espíritu conservador, para hacerlo partidario y defensor del orden y la estabilidad social, que hacerlo propietario. Se ha probado que no hay trabajador más laborioso, más asiduo y ordenado que el propietario; nunca se le ha visto en desórdenes y revueltas.

E. Aragón, Las habitaciones para obreros (1900), p. 75.

Antecedentes

Vidal, Musset y Vidal (2011) reconocen los fenómenos de movilidad y desplazamiento como características significativas de nuestras sociedades contemporáneas. Sin embargo, lejos de tratarse de procesos fluidos, homogéneos o lineales--señalan los autores--, estos desplazamientos están puntuados por tiempos de espera y poseen una traducción espacial, más allá de las razones que indujeron su surgimiento y moldean los lugares donde esta espera se instala (cfr. Vidal & Musset, 2011). La traducción espacial de la espera configura territorios que acogen "sociedades en espera"; estos territorios adoptan múltiples formas, adquieren diferentes dimensiones y estatus jurídicos, se articulan de distinta manera con el entorno en el cual se insertan, a la vez que se despliegan en ellos diversas dinámicas económicas y sociales (Vidal & Musset 2015a). En este contexto, los "territorios de la espera" pueden ser considerados como espacios destinados, voluntaria o involuntariamente, a que poblaciones desplazadas o en proceso de desplazamiento se dispongan a esperar (Vidal, Musset & Vidal, 2011). Esta definición hace plausible asumir los sectores de la ciudad donde se asienta población pobre como territorios de la espera, uno, porque dichos territorios se han constituido, en su mayoría, como resultado de desplazamientos internos forzados y/o voluntarios (Espinoza, 1988; Garcés, 2002); y dos, porque en el caso de los pobres de la ciudad de Santiago, a pesar de haber obtenido en los últimos 35 años viviendas sólidas y propias por la vía del subsidio habitacional, las condiciones del hábitat urbano y de los territorios que habitan continúan siendo deficitarias, al igual que son restringidas sus posibilidades de movilidad social y residencial (Ducci, 1997; Rodríguez, Sugranyes & Tironi, 2005).

Los territorios de la espera nacen de la movilidad y en la movilidad (Vidal et al., 2011). Ejemplo de ello es la Población El Castillo, constituida como caso de estudio para esta investigación. Las erradicaciones que tuvieron lugar en Chile en la década de los ochenta y que dieron origen a este conjunto son un ejemplo de movilidad forzada. La comuna de La Pintana, situada en la zona sur del Área Metropolitana de Santiago y donde se localiza El Castillo, fue creada el año 1981 por un decreto con fuerza de ley de la dictadura militar (dfl 1-3260), en el contexto de formación de nuevas comunas destinadas a acoger población erradicada de distintas zonas de la ciudad. En el caso específico de las comunas del área sur, estas fueron receptoras del 53% del total de erradicados provenientes de otras comunas, con La Pintana como "el lugar de destino de la mayoría de las familias erradicadas a dicha zona" (Morales & Rojas, 1986, p. 37). La población de las nuevas comunas se reconfiguró a partir de quienes vivían en campamentos de radicación o nuevos campamentos, y de población residence en poblaciones de erradicación trasladada desde su propia comuna o de otra. La Pintana fue no solo la comuna que recibió los mayores contingentes de población erradicada, sino también la que mostraba la tasa más alta de población erradicada de campamentos y que residía en poblaciones de erradicación (Morales & Rojas, 1986). Gurovich (1990) señala que, en comparaciones relativas a distintos indicadores sociales y urbanos realizadas a principios de los ochenta y fines de los noventa entre diferentes comunas del Gran Santiago, La Pintana muestra, en diferentes momentos de medición, los resultados más deficitarios en relación con el conjunto de indicadores examinados.

En 1987, los habitantes de La Pintana muestran el mayor grado de insatisfacción de sus necesidades básicas, en una comparación de ocho comunas que utilizan variables de salud, nutrición, vivienda y educación (...). Presentaba además un déficit considerable de servicios de atención a la comunidad en distintas áreas (...). A nivel de gestión local, sólo después de seis años el nuevo Municipio pudo considerar que cumplía con la dotación de equipamiento básico. Por otra parte, a las carencias materiales de la comuna se sumó la sensación de desarraigo manifestada por las familias erradicadas. (Gurovich, 1990, p. 9)

Como se señala en el Plan de Desarrollo Comunal (pladeco) para el periodo 20122016 (I. Municipalidad de La Pintana, 2012), ello se explica en parte por la historia misma de La Pintana:

Fue constituida en comuna urbana con una escasa población, con alrededor del 80% de su territorio sin urbanizar, sin comercio ni servicios, y sin actividades productivas salvo aquellas propias de las zonas rurales. Debido al efecto combinado de las radicaciones forzosas que aplicó el gobierno de la época durante la primera pane de los años ochenta, y al valor extraordinariamente bajo del suelo comunal, que hacían particularmente rentables los proyectos de vivienda social básica o casetas sanitarias, la comuna más que duplicó su población original en un lapso de 10 años, produciéndose una extrema concentración de pobreza urbana acompañada de carencias igualmente extremas en materia de infraestructura, equipamientos, servicios y actividades generadoras de empleo en general, (p. 6)

Hasta el día de hoy, la comuna no ha sido capaz de generar una base económica para producir empleos, y en sus más de treinta años de existencia tampoco ha podido atraer la inversión inmobiliaria necesaria para dotar de mixtura sociocultural al espacio. Cabe señalar que más del 90% de las viviendas allí instaladas son viviendas sociales y que sigue siendo, desde su fundación, una de las comunas más pobres del país (I. Municipalidad de La Pintana, 2012).

La propuesta de investigación

El conjunto de antecedentes proporcionados por estudios efectuados en distintos momentos de la evolución de la comuna (Gurovich, 1990; Rodríguez & Icaza, 1993) y por el pladeco 2012-2016 (I. Municipalidad de La Pintana, 2012), nos permitieron formular el supuesto de que en La Pintana, territorio y habitantes vivirían una suerte de "moratoria social y espacial". El lugar estaría en un tránsito permanente hacia un estado "distinto" que no se termina nunca de adquirir. El espacio no es lo que "debería ser" y no dejará nunca de "ser lo que es", tanto en términos materiales como simbólicos. Esta interpretación nos permitió concebir, a. priori, El Castillo como territorio de la espera, en la medida en que esta condición implica una expectativa insatisfecha en relación con el lugar donde se habita (Alvarez & Sánchez, 2015). Ello implica ser un territorio de tránsito hacia otro mejor, cuestión que supone para el residente una relación particular con el espacio. Lo anterior dio lugar a las siguientes preguntas de investigación: si El Castillo es considerado, a priori, como un territorio de la espera, ¿cuáles son sus características específicas en tal sentido? ¿Existen diferencias en los contenidos de la espera en distintas generaciones de residentes? Al respecto, hicimos una distinción entre los que han vivido en el territorio desde su fundación hasta el momento presente--quienes eran niños durante las erradicaciones y han hecho su vida en el lugar--y quienes son ahora jóvenes, principales portadores del estigma territorial y "responsables", ante la propia comunidad y la sociedad, de los problemas de violencia y narcotráfico que vive la población (Cornejo, 2012). Los objetivos propuestos fueron, en consecuencia, caracterizar a El Castillo como territorio y sociedad de la espera, analizando su surgimiento y evolución desde un punto de vista histórico, e identificar, a partir de un criterio generacional, similitudes y diferencias entre sus residentes en la vivencia de la espera. El estudio tuvo un carácter exploratorio y la muestra fue intencionada y voluntaria.

El Castillo: creación y transformación como territorio de la espera

Según el Censo 2002, El Castillo poseía a la fecha 37.985 habitantes, correspondientes al 20% de la población comunal (191.743 habitantes). De ellos, en un 50,45% eran hombres y 49,55%, mujeres, concentrándose los mayores porcentajes de población entre los 6 y los 13 años (17,33%), los 31 y los 40 (13,61%), y los 41 y los 50 (13,82%). Cornejo (2012) señala que El Castillo constituye uno de los tres sectores administrativos (junto con El Roble y Santo Tomás) que son producto mayormente de la erradicación de campamentos; si bien se trata de un sector más que de una población en particular, señala la autora, "donde se instalaron 31 mil personas (5.969 familias) en el período 1979-1987" (p. 187), la denominación El Castillo se superpone sobre el nombre de las poblaciones y villas. Sus límites son la avenida Batallón Maipo al norte, avenida La Prima al sur, avenida Santa Rosa al oeste y avenida La Serena-carretera Acceso Sur al oriente (Cornejo, 2012).

A continuación se examinan las condiciones de producción de El Castillo y su transformación hasta el momento presente, insertando las opiniones de informantes clave e integrantes de la muestra, a saber, jóvenes, adultos y adultos mayores con preeminencia femenina; algunos datos estadísticos, más comentarios de los autores en relación con estos aspectos. Como indica Cornejo (2012), "la erradicación concretizó en el territorio la lógica de expulsión bajo la doble determinación del Estado, el que proporciona una base legal a dichas erradicaciones--a lo que habría que agregar la represión política de la época--, y del mercado, convertido desde entonces en el principal agente en la asignación de vivienda social" (p. 187).

[FIGURA 1 OMITIR]

Los orígenes del territorio

El Castillo, propiedad agrícola reconocida por la gran calidad...

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