El cinturon de castidad como protesis en las mentalidades de las mujeres latinoamericanas. - Núm. 31, Junio 2004 - Cyber Humanitatis - Libros y Revistas - VLEX 56656747

El cinturon de castidad como protesis en las mentalidades de las mujeres latinoamericanas.

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"Estoy oyendo los grilletes forjados por la mente" William Blake

A modo de Introducción

Este ensayo constituye un primer acercamiento a la idea de la metonimia [2] del cinturón de castidad como prótesis de autocensura en las mentalidades de las mujeres latinoamericanas, la que habría sido implantada tras la conquista hispano lusitana y desplegada como un proceso de larga duración que se mantendría hasta hoy. El análisis de la idea de la metonimia pretende esbozar una propuesta, a través del texto y de la performatividad, que invita a romper con estas prótesis de autocensuras de nuestras mentalidades. Con todo, la performatividad de esta invitación abre reflexiones entorno a la una ética del placer que permita a las mujeres latinoamericanas la reapropiación de nuestros cuerpos. La metonimia será trabajada desde la Historia de las Mentalidades y de la del Cuerpo, también desde el arte conceptual y a partir de un análisis feminista.

Este estudio esta orientado desde la Historia de las Mentalidades ya que esta perspectiva de análisis nos permite entender los procesos de larga duración con el fin de explicar muchas de las experiencias colectivas de las y los sujetos sociales. Para este trabajo nos ayudará a entender las dinámicas que aun se mantienen desde la colonia en las mentalidades de las mujeres y de las relaciones de éstas con sus cuerpos, como así mismo concebir al cuerpo femenino como una prolongación del cuerpo social. Esta disciplina empuja al diálogo entre lo individual y lo colectivo, desde "el punto de conjunción (...) del tiempo largo y de lo cotidiano, de lo inconsciente y lo intencional, de lo estructural y la coyuntura" [3].

En particular, me interesa este enfoque para indagar en las mentalidades desde la historia del cuerpo de las mujeres, con el fin de visualizar que entre las mentalidades y los cuerpos, en este caso de los femeninos, existe una determinación --a partir de una construcción cultural patriarcal- que limita a ambas dimensiones de las sujetos. En la Historia de las Mentalidades encontramos orientaciones teóricos metodológicas para trabajar desde la historia del cuerpo. Una de ellas es plantear al cuerpo como una herramienta mental que trabaja desde su existencia como palabra, a través, del lenguaje por el cual se entregan formas de ver, sentir, pensar y organizar la realidad. Otra es el análisis del cuerpo como medio de comunicación del cual arrancan los sistemas de información y educación, que trasmiten valores, signos y significantes. Una y otra nos definen al cuerpo como un constructo social y cultural, que por tanto, devela todas las estructuras que pesan sobre él, ya sean, económicas, demográficas, simbólicas u otra [4].

David Le Breton nos dice que al estar constituidos social y culturalmente nuestros cuerpos, "su representación, lejos de ser unánimes en las sociedades humanas, es asombrosa desafortunada y plantea muchos problemas epistemológicos. El cuerpo es una falsa evidencia: no es un dato evidente, sino el efecto de una elaboración social y cultural" [5].

Me interesa abrir preguntas en relación a ¿cómo a través de las mentalidades han hecho del cuerpo femenino el depositario de todas las formas de violencia patriarcal, especialmente de la simbólica, fortaleciendo así a la dominación masculina? Para responder cuestiones como ésta, nos podemos servir de la violencia simbólica, la cual se refiere a la adhesión que el o la dominada siente obligada a conceder al dominador (por consiguiente, a la dominación)[6]. Los actos de conocimiento y reconocimiento entre dominadores y dominadas son desencadenados por la fuerza del poder simbólico con el cual "adoptan a menudo la forma de emociones corporales --vergüenza, humillación, timidez, ansiedad, culpabilidad- o de pasiones y de sentimientos --amor, admiración, respeto (...) un cuerpo que rehuye las directrices de la conciencia y de la voluntad mantiene con las censuras inherentes a las estructuras sociales" [7].

La construcción sociocultural del cuerpo femenino con sus "constantes o continuadores" forman los procesos de larga duración en la historia del cuerpo de las mujeres latinoamericanas. Las cuales pesan en las mentalidades femeninas estrechamente en relación con sus cuerpos, mediante un riguroso control desplegado a través de la censura y de la autocensura, instalando la lógica que niega la propiedad del cuerpo y también con ello el placer sexual femenino. Por otro lado, aceleraron la consolidación del patriarcado en muchas sociedades indígenas americanas. No parto de la base que el patriarcado no haya existido en América indígena antes del colonialismo, sino que podemos reconocer, a través de la censuradora mirada occidental cristiana, que antes de la conquista la relación con los cuerpos pudo ser diferente y diversa. De todos modos, existe un antes y un después en la historia de los cuerpos femeninos tras la invasión.

Con el fin de materializar la metonimia del cinturón de castidad como prótesis de censura y autocensura en las mentalidades de las mujeres latinoamericanas, la noción de prótesis la utilizaremos como ortopedia mediante la cual corrige artificialmente la falta de un órgano o parte de él. En este caso, se instala en la mente de las mujeres un artilugio de control para no solo las mentalidades femeninas sino también de los cuerpos.

En las mentalidades, en tanto cultura y modo de pensar que caracteriza a una persona, sexo, pueblo o generación, esta prótesis actuaría para el control de toda posibilidad de que las mujeres dispusieran de sus cuerpos. Así como un frenillo que es una prótesis que corrige a los dientes chuecos, o los anteojos que corrigen la visión incorrecta, el cinturón corrige al cuerpo femenino que "por naturaleza seda proclive a los deleites de la carne". Cuerpos que fueron construidos a partir de la idea que son carne que corrompe, que llama al pecado. La construcción del cuerpo femenino posee una connotación que habla sobre lo monstruoso, especialmente en directa relación con su sexualidad. De ahí nace la idea y la imagen de la vagina como un foso sin fondo, la perdición [8], la entrada al infierno e incluso se la representa dentada [9]. Debido a estas analogías de los deseos sexuales femeninos es que esta ortopedia la trabajaremos desde lo monstruoso, lo feo, lo inasimilable.

Como hemos mencionado este trabajo no pretende solo quedarse en las letras sino busca dar un paso más allá, discurre entre el texto y la performatividad. Es por eso que construimos un cinturón de castidad [10] para apelar desde el arte conceptual que el pensamiento o la idea en si misma tiene toda validez estética. Para también y desde el arte corporal materializar la metonimia que se expresará en las imágenes fotográficas que registran el montaje de la representación de la problemática que mueve este ensayo. [11] Finalmente, mi propuesta consiste en arrancarse el cinturón de castidad que se nos ha sido implantado, con el fin de reflexionar en torno a una ética del placer.

[ILUSTRACIÓN OMITIR]

El cinturón de castidad en Europa y su simbólica

El origen del cinturón de castidad lo podríamos hallar en lo que han llamado como base de la cultura occidental; el mundo griego. Su sentido tendría un origen mítico relacionado con el nudo de Hércules, cinturón de virginidad, hecho de lana, que debía ceñir la mujer griega al llegar a la pubertad y que solo el marido desataría en la noche de bodas. El sentido de esta prenda lleva implícito el valor masculino de la fuerza, representado en Heracles o Hércules - según la tradición latina- símbolo de la virilidad, ideal supremo en toda sociedad patriarcal. La mitología señala que Hércules tuvo que cumplir doce trabajos, para ganarse la inmortalidad. El octavo encargo fue arrebatarle a la reina de las amazonas, Hipólita, su ceñidor de oro. En tal osadía no sólo le arrebató el cinturón sino también la vida. Tras este relato debemos recordar también a las amazonas y que significaba, asimismo, ese cinturón. Sabemos que estas mujeres fueron mujeres libres y tenían sexo con hombres ocasionalmente y, para muchas, solo para procrear. Además como guerreras no solo podían caer muertas en una batalla sino también --y como pasa siempre en cualquier conflicto armado- podían ser violadas. Por lo tanto, sus ceñidores venían a ser una especie de cinturón feminista de anticoncepción y antiviolación [12].

Podemos leer en el mito que no solo fue un trabajo para ganarse la inmortalidad, sino fue el triunfo de la fuerza masculina, llámese poder patriarcal, sobre la fuerza femenina. No solo de su fuerza física sino también de la autodeterminación, del poder...

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