Ciudad: identidad y rankings. - Vol. 35 Núm. 106, Diciembre 2009 - EURE-Revista Latinoamericana de Estudios Urbanos Regionales - Libros y Revistas - VLEX 74593737

Ciudad: identidad y rankings.

AutorMas Serra, El

RESUMEN A la ciudad, o a la forma de hacerla, se le han otorgado a lo largo de la historia diversos adjetivos, más o menos justificados. Hoy se habla de la ciudad del conocimiento y la innovación como factores determinantes de la evolución de la urbe. Ya se ha reconocido que muchas de estas expresiones no se quedan más que en metáforas. Pero es importante profundizar en el valor añadido que aporta una conceptuación de este tipo en el ámbito de la gestión económica y de la obtención de plusvalías. También importa reconocer que el hecho de la ciudad es algo independiente y que la mejor valoración de una ciudad, en un amplio contexto, reside en los valores que le aporta su identidad; por ello, el conocimiento o la innovación supuestos no deben pasar por la mediatización, vía globalización, o el olvido de la realidad histórica constituida y construida.

PALABRAS CLAVE. cultura urbana, desarrollo territorial, sociedad del conocimiento, identidad.

ABSTRACT For cities, and forms of constructing them through history, diverse adjectives, some more and some less justified, have been provided. Nowadays, much ü made of the city of knowledge and of innovation in the evolution of urban forms. Ir is recognised that many of these expressions remain metaphorical, but it is important to establish the added value generated by a conceptualization of this kind in the field of economic management and the generation of capital gains. Also important is the recognition that the city is something independent and that an improved valuation of a city, in a broad sense, is based on the values provided by its identity; as such, supposed knowledge or innovation should not be overly managed through the media, via globalization, ot through forgetting irs constituted and constructed historical reality.

KEYWORDS: urban culture, territorial development, knowledge society, identity.

Introducción

En diferentes textos, ensayos y comentarios se ha abundado, recientemente, en especulaciones en relación a una posible especialización de la ciudad. Ciudad del conocimiento, de la información, ciudad digital, ciudad inteligente, son varios de los adjetivos con los que se ha pretendido señalar una posible transformación, cambio o renovación de la ciudad en el futuro (Vegara, 2002, pp. 15-24). Hay que señalar, acto seguido, que nos encontramos ante un hecho que se ha venido repitiendo a lo largo de la historia de los últimos tiempos (ciudad lineal, ciudad en el espacio, ciudad satélite ...). Se impone, sin embargo, la matización de que, en las definiciones previstas o descritas para la ciudad del conocimiento o la ciudad creativa, por señalar algunas de las recientes modas, parece ponerse en entredicho la existencia o el concepto de ciudad cuando ésta no puede adscribirse a los determinantes que implican tales calificaciones.

Algunos autores han desenmascarado parte de estos conceptos, en el sentido de que, en el mejor de los casos, se remiten a una mera metáfora (Romeiro & Méndez, 2008).

Más intensa e incisa es la crítica de Sabaté y Tironi (2008), al reclamar otros valores intrínsecos de la ciudad frente a estas nuevas expresiones, como la clave y la exigencia básica de cualquier transformación realizada en la ciudad de nuestro tiempo y para el futuro.

En su artículo "Rankings, creatividad y urbanismo", ponen en evidencia todo el proceso competitivo desarrollado en relación a aquellos términos que, de alguna manera, se han convertido en la referencia de una supuesta modernidad en la evolución del proyecto urbano. Descubren, además, las contradicciones que el planteamiento ha supuesto en un área tan peculiar de Barcelona como es el Poblenou. Respecto a ello, estas contradicciones se han interpretado para contribuir a desalojar, precisamente, de la zona, numerosas actividades creativas y artísticas. A todo ello hay que añadir, asimismo, el deterioro o desaparición de determinados valores culturales que la antigua agrupación urbana mantenía de acuerdo con las características de diferentes preexistencias.

Los procedimientos vinculados al urbanismo siempre se han manejado, dentro de los distintos territorios, con manifiesta vinculación económica. La ciudad, en líneas generales, se ha ido convirtiendo, con una progresión geométrica, en un objeto de cambio (Mas 1992, pp. 60-65). La urbanización, la regeneración o la rehabilitación de espacios, ya sea en el propio interior de la trama urbana o en la colonización del entorno geográfico inmediato, se han convertido en el objeto de una actividad económica inseparable, en sus diferentes manifestaciones, de las reglas del mercado y, por supuesto, de las propias de la competencia, como manifiestan claramente algunos de los gestores de las mismas (Garrido, 2004, p. 27-28).

No es de extrañar, pues, que en las últimas décadas, vividas en un entorno de neocapitalismo extremo, se hayan pervertido los términos y los objetivos de muchos criterios de actuación urbanístico-sociales que emergieron y cobraron fuerza en el período de los años 70 y 80 del pasado siglo XX (VV.AA., 1985).

El mismo concepto de gentrificación (1)--descrito ya en otros términos por Manuel Castells ( 1974)--en relación al caso de la renovación urbana de París, allá por 1972, apunta a un modo específico de intervención. En él, frente a posibles ideas bien intencionadas de los gestores públicos del urbanismo, la toma de este proceso --al igual que el importante incremento de las actuaciones de colonización del entorno de la ciudad-- por los intermediarios privados del sector de promoción de la vivienda urbana se acaba haciendo en términos de producción de plusvalías.

Todo ello ha comportado que, desde los años 80 del pasado siglo hasta esta primera década del siglo XXI, el mundo económico del ladrillo (incluyéndose en él toda la fauna de promotores, constructores, intermediarios, profesionales de la arquitectura y diseño) haya ido tomando posiciones al albur de las diferentes modas que han ido apareciendo en el orden del tratamiento de la ciudad y su extensión.

Ese mundo, además, ha descubierto que su negocio podía depender no sólo de los aspectos cuantitativos, sino también de la adscripción a un sector del tratamiento urbano vinculado a la calidad.

Es en este sentido que se han rebasado los meros aspectos de revitalización de los barrios históricos o con una cierta tradición. Estos han sido abandonados por sus precarios habitantes tradicionales y han sido sustituidos por un nuevo segmento de la clase media e intelectual creándose, con ello, una significativa bolsa de beneficios que, obviamente, el sector ha procurado absorber por los diferentes medios con los que era posible alcanzar tal apropiación.

Así, el discurso, la metáfora o la explicación de los distintos procesos se han vinculado a nuevas percepciones, hechas desde el mundo de los intelectuales y de la cultura, para el control y desarrollo del negocio urbanístico. Esta fuerza potencial y, asimismo, una falta de reflexión en profundidad de las clases dirigentes, ha propiciado el fracaso real de una serie de teorías, muchas veces capitalizadas también por la clase política. Ejemplos de ello son la recuperación del viejo casco histórico de Bolonia o, en España, la primera rehabilitación del Casco Antiguo de Vitoria.

Todo ello subyace en el trabajo relativo a las acciones llevadas a cabo en la transformación de la zona de Poblenou de Barcelona. Tanto como allí, este hecho es asimismo perceptible en diferentes aspectos de la transformación de Bilbao (Gómez, 1998) y es detectable, en concreto, en algunas de las actuaciones habidas en Abandoibarra (Figura 1), aunque, como es lógico, en otro contexto.

La reflexión en cuestión es la siguiente: ¿en qué medida el proyecto de la ciudad debe apuntar a criterios de competitividad, en relación a un supuesto ranking de ciudades internacionales o, por otro lado, debe incidir en la mejora de la propia ciudad, desde la consideración de las preexistencias materiales y sociales que la identifican y que, a su vez, la vinculan a un proceso de reconocimiento en relación a sí misma y a su territorio? Y a continuación: ¿en qué medida diferentes conceptos que adjetivan el hecho sustantivo de la ciudad no corresponden más que a perspectivas de marketing?

[FIGURA 1 OMITIR]

A lo largo de los tiempos se ha pretendido adjetivar el sustantivo "ciudad" con referencias a cuestiones singulares o predominantes de su propia imagen o estructura, o de aspectos de la cultura histórica encargada, en un cierto momento, de describirla y definida. Pero es nuestro criterio que, en este caso, no se trata de un reconocimiento, sino de una supuesta voluntad para cambiar algunos comportamientos económicos en relación al valor de uso y cambio inscrito --o depositado-- en las formaciones urbanas. En otras palabras: los planteamientos de algunas de estas consideraciones, que adjetivan la ciudad, se desarrollan, fundamentalmente, con el objetivo de obtener los mejores réditos económicos para los diferentes sectores que se involucran en la venta de la misma.

Muchos de los conceptos utilizados entran, además, en una clara contradicción con la materialidad y la real aplicación de los mismos, en la explicación de todo fenómeno de urbanización o revitalización de los diferentes ámbitos urbanos a colonizar o renovar.

Es el caso de todas las consideraciones en torno a la informática, Internet o, en general, a los procesos de la telemática que se están haciendo acerca del hecho de que, por sí mismos y por su aplicación, se esté definiendo un modelo determinado renovador o distinto de la ciudad.

La denominada "Carta de Megaride" (Ferrer, 1999), por ejemplo, suscrita en 1994 por una serie de expertos internacionales en Nápoles, señala en su Principio X "Ciudad y Tiempo" que:

"La ciudad del siglo XXI, ciudad "cableada", ciudad de la paz, ciudad de la ciencia, deberá ser la expresión de la historia y de la cultura urbana, que en ella, en el tiempo, se han consolidado". Dejando aparte la...

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