Conclusión: antropologías políticas para el próximo milenio - Núm. 163, Marzo 2018 - Serie Informe Sociedad y Política - Libros y Revistas - VLEX 707948037

Conclusión: antropologías políticas para el próximo milenio

AutorLuis Larraín A.
CargoIngeniero comercial y licenciado en Economía de la Universidad Católica. Actualmente es Director Ejecutivo de Libertad y Desarrollo, tras ser su subdirector entre los años 1990 y 2010
Páginas18-18
Serie Informe Sociedad y Política 163 18
8. CONCLUSIÓN:
ANTROPOLOGÍAS POLÍTICAS
PARA EL PRÓXIMO MILENIO
ara concluir estas reflexiones recurriremos, una
vez más, al análisis que hace Manuel Arias Mal-
donado. En su visión gruesamente pueden distin-
guirse dos enfoques antropológicos opuestos para
entender al hombre. El realismo antropológico (donde sitúa
a Maquiavelo, Schmitt, Hobbes) nos dice que es necesario
estudiar al ser humano tal como es. Se trata de un pensar
despojado de ilusiones que no alberga expectativas acerca
de la maleabilidad del sujeto a manos de la cultura.
Otros autores, en cambio, siguen una tradición normati-
va y arrancaron del presupuesto contrario y apostaron a
mejorar al ser humano a través de la educación y las ins-
tituciones. Entre ellos incluye a Platón, Rousseau, Arendt,
Habermas.
Pero, arma Arias Maldonado, en el camino el realismo se
convierte inevitablemente en otra estrategia prescriptiva.
La más descreída de las teorías posee alguna dimensión
normativa. Nos encontramos con dos teorías: una que de-
duce lo que ese hombre es o parece ser y al nal le da reco-
mendaciones acerca de cómo conducirse. La otra arranca
de lo que el hombre debiera ser y se aplica a transformar
lo que es.
Hemos aprendido siguiendo a los autores que han inspira-
do este escrito que el hombre no es innitamente malea-
ble, pero tiene una flexibilidad de la que carecen los otros
animales. La plasticidad deja un margen para las innova-
ciones educativas e institucionales; la relativa rigidez nos
recuerda la prudencia que debe gobernarlas.
Y esa prudencia nos dice que sólo debieran generalizarse
aquellos hallazgos morales y tecnológicos cuya contribu-
ción al bienestar humano hayan sido comprobadas.
Las tradiciones realistas y normativas no son, cada una de
ellas, las únicas guías para esta tarea, sino que debemos
recurrir a un liberalismo pragmático que entiende la bús-
queda de la verdad como un proceso social abierto, basado
en la discusión crítica.
PHay entonces una nueva mirada sobre el sujeto, que incor-
pora la neurociencia y representa un cambio paradigmáti-
co, porque desafía el post estructuralismo que concebía al
hombre como un contenedor vacío rellenado por el lengua-
je. Pero debemos reconocer también las limitaciones de
la neurociencia e incorporar más elementos, relacionados
con la vida afectiva y las emociones a esa mirada.
Hay que mantener viva la promesa de la modernidad ilus-
trada, pero también vigentes (moral y jurídicamente), los
principios de la libertad y la autonomía, porque son éstos
los que cierran el paso a una nueva utopía positivista.
La paradoja del sujeto post soberano es que toma concien-
cia de sí, de las limitaciones de su agencia, pero ello no le
mata, sino que lo hace más fuerte.
El futuro no podrá ser sino de la razón, pero de una razón
que ha aprendido a golpes de autoconciencia a dialogar
fructíferamente con sus emociones.

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