Contrabando, piratería y pedagogía: El Espejo de paciencia (1608) de Silvestre de Balboa, primer poema escrito en la isla de Cuba. - Núm. 33, Enero 2005 - Cyber Humanitatis - Libros y Revistas - VLEX 56739149

Contrabando, piratería y pedagogía: El Espejo de paciencia (1608) de Silvestre de Balboa, primer poema escrito en la isla de Cuba.

AutorRobles, J. Francisco
CargoEnsayo cr

El presente trabajo tiene como objeto de análisis ciertos aspectos puntuales de uno de los poemas menos "interesante" de la poesía colonial hispanoamericana producida en los dos primeros siglos de la invasión española a nuestro continente. Se trata del Espejo de Paciencia, del poeta canario Silvestre de Balboa Troya y Quesada, sujeto efímero de la lírica hispana, excluido y marginado de la gloria que Ercilla, Balbuena y Terrazas, entre otros, gozaron dentro del panteón español y novohispano que crecía bajo las primeras luchas y asentamientos del imperio peninsular en América. Siempre visto el Espejo... como un mero intento de épica, rebajado Balboa a un perfil de mecanizado y deslavado poeta o "churrigueresco" [1] surtidor de seres mitológicos grecorromanos en medio de las Antillas, de mal imitador de Ercilla y Barahona de Soto, apenas conocedor de una mínima cultura literaria y clásica que su propio contexto histórico limitaba, Balboa se torna por ello en un poeta interesante bajo la mirada que este trabajo propone. La propuesta no consiste en reivindicar y otorgarle un valor estético-literario a este poema, como tampoco resaltar el incipiente criollismo que todos los estudiosos remarcan en él, al no encontrar ningún otro elemento valioso para sus lecturas. Este trabajo busca lo que el Espejo... silencia y dice en su errática escritura, lo que permite entrever en un tema que es subyacentemente rupturista: el secuestro de un obispo por contrabando y piratería, y que es absolutamente novedoso en la poesía colonial hispanoamericana. Además buscamos las pistas de otro tema que no ha sido lo suficientemente explorado en las lecturas "uniformes" que existen del Espejo...: las estrategias religiosas y el sentido contrarreformista que guarda en sus octavas, conjuntamente con un supuesto afán pedagógico que existiría en él, y las eventuales estrategias de simulación que podrían hacer posible un montaje en la escritura de Balboa, con el fin de ganar la protección de la Iglesia para el contrabando bayamés. Todos estos elementos se entrecruzan en esta lectura sobre el canto del poeta canario y proponen, en el diálogo entre ellas y a modo de otro "espejo", la novedad del primer poema cubano y la importancia histórica de su escritura para conocer el mundo de las Antillas del siglo XVII.

La situación de la isla Fernandina posterior a 1511, año de su descubrimiento y conquista, hasta entrado el siglo XVIII, nos remite a una historia de incesantes inestabilidades, las cuales toman sus orígenes en la invasión peninsular y el pronto éxodo masivo desde la isla (y también desde La Española) en 1517, año del descubrimiento de México y luego de su conquista en 1521 [2]. Cuba no cumplió con las expectativas de sus conquistadores, en cuanto a las pronto menoscabadas riquezas minerales que suplirían la ausencia de una industria en la Península, y rápidamente el principal interés se volcó a las relaciones maravillosas de la tierra mexicana, con que Cortés consolidaba una visión crecientemente optimista de las posibilidades de explotación del Nuevo Mundo, pero esta vez en tierra firme. Debido a esta invasión al suelo mexicano, las Antillas Mayores solo obtuvieron un papel secundario dentro del concierto colonizador de las nuevas tierras [3], limitado a su ubicación estratégica en la ruta marítima que unía al Viejo y Nuevo Mundo: Cuba se convertía de esta manera solo en un lugar de tráfico y, con ello, en el más interesante escenario de los sucesos históricos que ocurrirían años más tarde en el Caribe y que quedarían plasmados con la escritura del Espejo de Paciencia en 1608.

Entre los años 1512 y 1518, Cuba prosperó gracias a su producción de oro, cabiéndole el derecho de fundar, en los años iniciales de la explotación, unas siete villas cercanas a territorios de densa población aborigen que, por lo general, eran vecinas a los yacimientos auríferos [4]. Entre esas villas que controlaban el repartimiento de los grupos indígenas se ubica Puerto Príncipe, y más al oriente de la isla se construyó la famosa villa de San Salvador de Bayamo, lugar específico de los hechos ocurridos en 1604 y poetizados en 1608 por Silvestre de Balboa Troya y Quesada en su obra. Pero ya en 1519, la mayor parte de los yacimientos mineros se encuentran agotados, y los únicos colonos que permanecen en la isla lo hacen con el único objetivo de potenciar en ella una incipiente ganadería y, con ello, el negocio de los cueros. Este negocio se transformará en una actividad fundamental para el destino del territorio oriental de la isla, ya que el crecimiento de la ganadería en la región de Bayamo permitirá gestar en este producto una suerte de moneda de cambio para el contrabando y la piratería, característicos de esta zona. Y justamente en este mismo año de 1519, La Habana es reubicada en la costa norte de Cuba (antes estaba en la costa sur) ocupando décadas más tarde (1564) [5] el sitial de Santo Domingo como asentamiento dominante del Caribe, gracias al paso recién descubierto del Canal Viejo de Bahamas y el estrecho de Florida, permitiéndole ganar la construcción de un muelle fuertemente protegido que reunió las flotas cargadas de oro americano, antes del peligroso viaje de vuelta a la Metrópoli. Esta construcción fue necesaria, puesto que ya en 1523 un cargamento enviado por Cortés desde Nueva España fue capturado por el corsario francés Jean Fleury [6]. Este hecho será todo un antecedente para las nuevas incursiones que corsarios y piratas ejercitarán en el Nuevo Mundo, especialmente en el Caribe de las Antillas Mayores.

Es importante señalar que la ciudad de La Habana, antes de 1550, carecía de recursos indispensables para un asentamiento mayor (como por ejemplo, la falta de agua fresca que debía ser transportada desde el río Almendares, al oeste del emplazamiento) y apenas podía asemejarse a un campamento transitorio. A esto se suma la existencia de un gobierno que se reducía solamente a un cabildo, integrado por dos magistrados y cuatro regidores. En 1550, el gobernador Angulo trasladó su sede a La Habana desde Santiago, centro principal de la isla, al parecer porque tenla intereses particulares en aquella ciudad y no solamente por la inminencia de los ataques piratas a la antigua capital [7]. Sin embargo, tres años después del traslado de la sede de la gobernación, François Le Clerc, con una escuadra de diez barcos de guerra franceses, comenzó a saquear y a quemar los puertos de las Antillas Mayores. En 1554 se apodera de Santiago, debiendo sus habitantes retirarse al interior del país hasta encontrar una relativa seguridad en Bayamo. Y al año siguiente Sores, lugarteniente de Le Clerc, capturó La Habana y la arrasó por completo con solo dos barcos. Para esta fecha, el peligro de las estrategias de la piratería para contrarrestar el monopolio comercial del imperio español en América, son el resultado de las constantes negativas de la corona española para que sus colonias puedan comerciar con otras naciones. Para un historiador como Parry, piratas y corsarios son el fruto de una transformación de las prácticas mercantiles libres [8], empujada por el deseo por parte de España de mantener un monopolio comercial en las Indias, hacia el contrabando y el posterior hostigamiento a las poblaciones para poder llevarlas a cabo. [9]

Justamente es el contrabando la única actividad que puede traer provecho a las colonias antillanas y marginales al tráfico comercial entre España y el creciente México, sobre todo si conocemos que la única forma permitida de salida legal en aquellos años de los productos desde Cuba hacia las otras colonias y la metrópoli, era el puerto de La Habana que ya había desplazado en importancia política y comercial a Santiago, ciudad ubicada al otro extremo de la isla. En esta última, permanecían aún los antiguos hacendados de Fernandina, a quienes no traían provecho alguno los planes de fortificación y desarrollo de barcos en La Habana (por ser un puerto muy lejano de Santiago y, por lo mismo, demasiado costoso), bajo el gobierno de Pedro Menéndez de Avilés hacia 1572. Entre las políticas fundamentales de Menéndez encontramos el recalcitrante ejercicio de eliminar los escollos localistas de la isla para allanar la presencia del interés de la metrópoli y el de la Nueva España, tomando en consideración que la contribución de Cuba al tesoro real era prácticamente nula, consistiendo solamente en ser un punto estratégico en el intercambio colonial español [10]. Además se suma a esto, como efecto de las continuas políticas de marginación, la propia división de la isla en una zona occidental y oriental de marcado contraste. La primera se encuentra capitaneada por La Habana, residencia del gobernador y el obispo, y puerto del tráfico mercantil oficial de Fernandina, como ya dijimos. Por el contrario, la zona oriental, estaba conformada por la alicaída ciudad de Santiago y las villas de El Cobre, Baracoa, Bayamo y Puerto Príncipe, más conocida hoy en día por su nombre taíno Camagüey, donde un ilustre vecino, el canario Silvestre de Balboa, escribe su único poema conocido hasta hoy y el primero escrito en Cuba. Cabe destacar el hecho que el oriente de la isla, especialmente la villa de Bayamo [11], al estar alejada del principal y único centro permitido de tráfico comercial con el exterior que se conformaba en La Habana, es el principal foco de contrabando y ataques piratas, al ser una zona desprotegida y bastante alejada del influjo directo de la ley. Para Benítez,

" [...] el desarrollo social y económico de la región oriental fue distinto al de La Habana. Esta diferencia estuvo motivada por la ausencia de libertades comerciales, ya que los productores orientales, impedidos de exportar mercancías por otro puerto que no fuera el de La Habana, debían pagar costosos fletes y correr numerosos riesgos a través de los malos caminos que comunicaban entre si a ambas regiones. Naturalmente, esta situación hizo que, violando las leyes españolas, los...

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