El cuadro del Cristo de Segovia y la mirada de San Juan de la Cruz: arte gotico español y temperamento prebarroco. - Núm. 39, Junio 2006 - Cyber Humanitatis - Libros y Revistas - VLEX 56845769

El cuadro del Cristo de Segovia y la mirada de San Juan de la Cruz: arte gotico español y temperamento prebarroco.

AutorUbarri, Miguel Norbert
CargoTextos

En su clásica biografía de feliz distribución, recuerda el P. Crisógono la conversación que tuvieron en Segovia el místico de Fontiveros y su piadoso hermano:

"Una noche -quizá en la primavera de 1591, la última que fray Juan pasó en Segovia y en la tierra- después de cenar toma de la mano a Francisco y sale con él a la huerta. Las noches primaverales segovianas en la huerta del convento son deliciosas: ambiente puro, quietud de soledad con sonoridades de aguas lejanas, olor a flores silvestres, firmamento profundo ... Cuando están solos los dos hermanos, fray Juan se dispone a confiar a Francisco algo que guarde como un secreto. [...] Fray Juan comienza a hablarle con sencillez:

"Quiero contaros una cosa que me sucedió con Nuestro Señor. Teníamos un crucifijo en el convento, y estando yo un día delante de él, parecióme estaría más decentemente en la iglesia, y con deseo de que no sólo los religiosos le reverenciasen, sino también los de fuera, hícelo como me había parecido. Después de tenerle en la Iglesia puesto lo más decentemente que yo pude, estando un día en oración delante de él, me dijo: "Fray Juan, pídeme lo que quisieres, que yo te lo concederé por este servicio que me has hecho." Yo le dije: "Señor, lo que quiero que me deis es trabajos que padecer por vos, y que sea yo menospreciado y tenido en poco. "Esto pedí a Nuestro Señor, y Su Majestad lo ha trocado, de suerte que antes tengo pena de la mucha honra que me hacen tan sin merecerla".

No fue un crucifijo, como por imprecisión dice Francisco de Yepes; fue un cuadro. Aun se conserva. Es el busto del Señor con la cruz a cuestas pintado sobre cuero. Apenas destaca más que la faz doliente coronada de espinas. Emociona su expresión melancólica, dolorida y afable a la vez, con los labios entreabiertos, como si acabase de pronunciar las palabras que fray Juan oyó aquel día, orando ante él, en la iglesia del Carmen de Segovia." [1]

En 1591 san Juan de la Cruz se encuentra en la última etapa de su vida. Para ese entonces contaba con 49 años de edad. Muertos hace años su pequeño hermano Luis y sus padres Juan de Yepes y Catalina Álvarez, ya sólo le quedaba vivo su hermano mayor Francisco, éste viudo, con siete hijos, seis de los cuales habían fallecido, y una, la única sobreviviente, que se había hecho monja en Olmedo. Un sentimiento de soledad los acompañaba a ambos.

Francisco vino a Segovia porque le habían dicho que su hermano se alejaría mucho de esta ciudad el año próximo. Y era cierto. Juan de la Cruz estaba destinado a México. La biografía más reciente de Efrén-Steggink aporta más datos. En Segovia estuvieron juntos varios días. Después de la cena, se subieron ambos a uno de los riscos de una huerta y allí comenzaron a compartir las gracias espirituales obtenidas.

"Esto pedí a Ntro. Señor -dice fray Juan-, y S. M. lo ha trocado de suerte que antes tengo pena de la mucha honra que me hacen, tan sin merecerla" Y añadió: "Si en adelante le dijesen, mi hermano, vivo con trabajos y desamparos, no reciba pena; sepa que ha mucho los pido a Dios." [2]

Después de esta confesión, Francisco le pide permiso a su hermano para volver a casa. Ya no se verían más. Era la primavera de 1591.

Desde el año anterior, 1590, ya hablan surgido conflictos por su oposición a ciertas medidas rigoristas del nuevo superior P. Nicolás Doria contra el P. Jerónimo Gracián y las monjas carmelitas. Este rigorismo duro constituía una desviación del camino espiritual de Juan de la Cruz, Teresa de Jesús y Jerónimo Gracián, quienes hace varios años venían troquelando una nueva forma de vida religiosa, si bien más austera, en sintonía con las corrientes reformadoras de la época, también en clave de experiencia de amor y de amistad, y con gran libertad interior.

En el Capitulo General de junio de 1591 quedaba Juan de la Cruz destituido de todos los cargos, destinado a las misiones: a México. Su testimonio de vida y su magisterio no sintonizaban con las posturas espirituales y la política del nuevo gobierno. Las monjas de Segovia querían que lo hicieran provincial de Castilla. Él presentía que lo iban a destituir. Había replicado a las monjas: "lo que acerca de esto yo he visto estando en oración es que me echarán a un rincón." Y la Madre María de la Encarnación lo confirma: "Y así sucedió, quedando sin oficio." [3]

El programa espiritual que venia conformando durante toda su vida -el camino de las "nadas" para llegar al "Todo"- tendría que ejercitado hasta las últimas consecuencias. Tras haber dedicado toda una vida al magisterio espiritual y la dirección de las almas, ahora tendría que renunciar a todos sus bienes espirituales: su magisterio no tendría lugar entre sus mismos frailes ni, según parecía, en las líneas espirituales dominantes para las futuras generaciones de carmelitas.

Desde Madrid, el 6 de julio de 1591, sumido en una auténtica noche oscura del espíritu, un prueba extrema de la fe, en ese justo momento responde con sabiduría y dulzura a las atenciones de la Madre María de la Encarnación, carmelita en Segovia, pidiéndole no se preocupe por lo que está pasando.

... de lo que a mí, toca, hija, no le dé pena, que ninguna a mi me da. De los que la tengo muy grande es de que se eche culpa a quien no la tiene; porque estas cosas no las hacen los hombres, sino Dios que sabe lo que nos conviene y las ordena para nuestro bien. No piense otra cosa sino que todo lo ordena Dios; y adonde no hay amor, ponga amor, y sacará amor ... [4]

San Juan de la Cruz no reniega de las decisiones injustas de los seres humanos. En todo ve la mano de Dios. En este momento se ha cumplido cabalmente la petición que hizo al Cristo de Segovia. "Señor, lo que quiero que me deis es trabajos que padecer por vos, y que sea yo menospreciado y tenido en poco."

La locución del místico viene a coronar, según parece, un proyecto espiritual de toda la vida. Alonso de la Madre de Dios (1568-1635), uno de los primeros biógrafos, arrojó las primeras luces para la interpretación de la misteriosa conversación. "Rara oferta, rarísima petición -nos dice-: trabajos; petición de soldado que militaba debajo de la bandera de la cruz, a quien su Capitán, conociendo su valor y virtud para sublimar su corona le concede su petición" [5] La realidad -y en esto asentimos con el biógrafo- es que tal petición parece bien cumplida con la forma en que murió: desamparado, perseguido y menospreciado por todos.

Esta locución, sin embargo, no nace de pronto y de la nada. Como apuntan Efrén-Steggink, ya venía el místico presintiendo que lo echarían en un rincón. La locución con el cuadro no viene a ser otra cosa que una especie de confirmación a posteriori de lo que ya venía intuyendo en su interior. Cabe entonces preguntarse qué misterio entraña ese cuadro capaz de hacer exteriorizar los sentimientos o intuiciones en el alma del místico.

La verdad es que hasta ahora no he encontrado ningún estudio realizado sobre el arte del cuadro mismo que pueda esclarecer satisfactoriamente desde planteamientos estéticos la capacidad para mover el alma del místico. Lo poco que sabemos es que más tarde recibió mucha veneración. [6]

El cuadro que contemplamos es un óleo sobre cuero_, que es una foto del original, data del siglo XVI. [7] Retrata medio cuerpo de un Cristo cargando la cruz, los ojos cerrados, arropado con un manto y coronado de espinas. De los críticos consultados Michel Florisoone es el único que dedica un párrafo para describir el cuadro:

El cuadro, obra de la escuela de Pedro Berruguete, está actualmente en estado bastante deteriorado y, parece, muy retocado; ha conservado, sin embargo, un fuerte poder para causar impresión. El Cristo se ve a medio cuerpo, volteado a la derecha, arropado con un gran manto, encorvado bajo el peso de la cruz que lleva sobre su espalda derecha, los ojos medio cerrados, la mirada dirigida hacia abajo con los párpados pesados, inclinado un poco hacia atrás, la boca entreabierta, el aliento muy fatigado y muy suave, fatigado. [La traducción es nuestra.] [8]

Florisoone dice que es "de la escuela de Berruguete" (Los óleos sobre tabla eran típicos del arte flamenco.) El Cristo de Segovia es un óleo sobre cuero. Florisoone es el único en subrayar la importancia de la obra de arte, de la imagen y el cuadro, como motor, elemento propiciatorio de la experiencia mística: "la vue corporelle d'une oeuvre d'art le transporte hors de lui-même, irrésistiblement ... >> [9]

Nacido a mediados del siglo XIV (entre 1450-1455), en Paredes de Nava (Palencia), su formación está discutida entre los críticos. Tal parece que Berruguete pudo haberse formado en su Castilla natal, donde pudo haber recibido el influjo del arte flamenco (por aquel entonces había muchos pintores flamencos asentados en Burgos). Lo más característico de su estilo deriva, sin embargo, de su estancia en la Corte de Urbino (Italia), donde trabajan artistas como Piero della Francesca, Melozzo da Forli, Lucca Signorelli, Luciano Laurana, Francesco di Giorgio, Donato Bramante y Justo de Gante. En 1477 vive en la corte de Urbino un pintor con el nombre de Perus Spangnuolus, quien, según opinión generalizada, es el mismo Pedro Berruguete. La colección de pinturas comprende veintinueve retratos. Algunos críticos atribuyen la colección completa a Berruguete, mientras que otros atribuyen una parte a Justo de Gante y otra parte a su sucesor español. [10]

Después de pasar un tiempo en el Palacio Ducal de Urbino, regresa a Castilla con tablas pintadas al óleo. Berruguete trabaja la técnica del óleo, algo que era típico del arte flamenco. Pero su estilo recoge las corrientes de la época: el arte gótico castellano-flamenco del período de Isabel la Católica y el renacimiento italiano. El sentido del tacto adquiere importancia en sus obras. Una de las características de su pintura son los arcos de fondo, la creación de nichos que revaloran los objetos del primer plano. Se trata de un artificio que combina el realismo de las imágenes con las sombras y los...

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