Desesperación y servicios en la industria de la fianza - Núm. 2-2, Julio 2016 - Derecho y Crítica Social. Revista Académica Internacional y Multidisciplinaria - Libros y Revistas - VLEX 704521701

Desesperación y servicios en la industria de la fianza

AutorJoshua Page
Páginas289-305

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Llamé a Bettie para ofrecerle servicios de fianza.1Su hijo, Terrance, tenía una orden de arresto pendiente por un crimen grave y se había entregado en la cárcel local.2Llamé a Bettie en representación de “A-Team Bail Bonds” esperando que contratara el servicio de fianza. Bettie parecía aliviada con mi llamado y no preguntó cómo conseguí su número (los agentes de fianza usan una base de datos para encontrar contactos de los familiares de las personas que están en prisión). Con un tono ansioso, ella buscaba información: ¿Cómo operaba la fase previa al juicio? ¿Reduciría el juez la fianza por el hecho de que Terrance se había entregado? Le entregué todos los detalles que pude y acordamos un plan: ella vendría a mi oficina el día siguiente, yo la acompañaría

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al tribunal, me sentaría con ella, y le explicaría los procedimientos y posibles opciones. Bettie parecía satisfecha.

Alrededor de una hora mas tarde, Bettie llamó a la oficina preguntando por mí. Ella había estado mirando las noticias locales y la foto de su hijo apareció en la pantalla. Incrédulas, Bettie y su hija decidieron que debían llamarme. Especulé: los periodistas habían conseguido información sobre el arresto de Terrance y como los cargos en su contra eran serios, el caso podía convertirse en una noticia. Bettie parecía confundida y abatida mientras describía las circunstancias del delito y me contaba sobre los antecedentes de su hijo. Ella se preguntaba qué pasaría si Terrance era condenado. Nuevamente, le entregué toda la información que pude y le aseguré que obtendríamos más información en el tribunal. Bettie me lo agradeció.

Yo tenía muchas expectativas cuando empecé mi trabajo de campo como agente de fianzas, en un extenso condado urbano que aquí llamo Rocksville. Pero en una industria que lucra y extrae ganancias de alrededor de 2 billones de dólares al año a costa de las familias más desaventajadas de Estados Unidos, no esperaba recibir agradecimientos.

Para ser honesto, sospechaba que los clientes resentirían entregarme dinero en contra de su voluntad, darme detalles sobre sus solicitudes de fianza y aceptar ser monitoreados, incluso cuando los imputados no habían sido condenados. Y muchos clientes se mostraban ofendidos, pero un número significativo también expresaba bastante aprecio.

Mis compañeros no creían que esto fuera confuso en lo más mínimo. En su visión, los agentes comerciales de fianza eran obviamente proveedores de un servicio invaluable, un hecho que merecía cierto orgullo profesional, aun cuando eran totalmente conscientes de que el servicio estaba entrelazado con una agresiva, y a veces predatoria, búsqueda de ganancias. Uno de mis colegas expertos sugirió que el libro basado en mi investigación debía llamarse

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“Cazadores de Fianzas”, porque nos comportábamos del mismo modo que los abogados persigue-ambulancias.3

Mientras me convertía en un agente de fianzas de tiempo completo, también empecé a ver que las compañías de fianza ofrecían una amplia variedad de servicios a los imputados, sus amigos y sus familiares. Como sociológo, sin embargo, nunca pude adoptar totalmente la visión de los otros agentes en torno a que esto era una cuestión obvia, natural y trivial. Comencé a preguntarme qué tipo de decisiones políticas, prácticas legales, y operaciones del sistema de justicia penal hacían tan necesarios los servicios que ofrecía la Agencia “A-Team”. Poco a poco comencé a entender cómo nuestros servicios –y la gratitud que a menudo provocaban– eran productos de un sistema cuyas operaciones rutinariamente fallaban a nuestros clientes. En ausencia de otras fuentes de información y apoyo, los clientes desesperados apreciaban, y a veces incluso se aferraban, a los agentes que estaban dispuestos a ayudarlos, aunque entendieran perfectamente que ellos estaban tratando de “cerrar un negocio” que les significaría incurrir en gastos considerables.

La fianza en Estados Unidos

Estados Unidos es uno de los únicos dos países del mundo que cuenta con agencias comerciales de fianzas –el otro es Filipinas–. En este sistema, luego de la detención, el tribunal o bien libera a los individuos sin exigir el pago de una fianza, o bien les exige depositar una fianza monetaria para asegurar que comparecerán. Debido a que la mayor parte de los imputados no puede costear el monto total de sus fianzas, deben conseguir la ayuda de una compañía. Estas empresas privadas cobran una prima (típicamente un 10% de la fianza) y los avales asumen la responsabilidad de asegurar que el imputado llegue al tribunal. Si este no comparece, el tribunal, en teoría, se dirige a cobrar el monto completo de la fianza a la empresa. Esta intenta devolver al imputado a prisión, usando en ocasiones a “cazadores de

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recompensas” para ello; de fallar esta estrategia, trabaja para recuperar el monto total de la fianza persiguiendo al aval.

Junto con casi todos los demás países, un grupo de estados norteamericanos (Illinois, Kentucky, Massachusetts, Oregon, y Wisconsin), el Distrito de Columbia, y el gobierno federal, no obligan a los imputados a pagar primas no reembolsables para salir de prisión. Al contrario, utilizan una combinación de mecanismos, como, por ejemplo, retener dinero de los detenidos en el tribunal –multas menores y garantías– que se devuelven al final del caso; acusar a los imputados por nuevos delitos en caso de no comparecer ante el tribunal; denegar la liberación bajo fianza (es decir, mantenerlos en detención preventiva); exigir el pago de la fianza por no asistir a la citación; o exigir condiciones particulares para proceder a la liberación, como utilizar un dispositivo de monitoreo electrónico, reportarse ante el tribunal, o cumplir con determinados horarios para llegar o salir de su hogar.

En décadas recientes, el sistema penal y la fianza comercial han crecido conjunta y rápidamente. Se estima que cerca de 450.000 personas (dos tercios del total de la población en prisión)4se encuentran en calidad de imputados aún no condenados. La vasta mayoría –aproximadamente 5 de cada 6– se encuentra tras las rejas porque no pudieron pagar su fianza, las compañías de fianzas rechazaron ayudarlos, el tribunal no les permitió optar a una fianza debido a violaciones a la libertad condicional o bajo palabra,5debido al incumplimiento de las evaluaciones de consumo de drogas bajo custodia,6u

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otras causas legales. Anualmente, cerca de 14.000 agentes comerciales de fianza garantizan la liberación de más de dos millones de acusados. Hoy en día, la fianza es el principal mecanismo para obtener una liberación antes del juicio (superando a la liberación bajo promesa de comparecencia que predominó hasta 1998) y los montos de fianza establecidos por los jueces han aumentado sostenidamente.

Los críticos –incluyendo a la “American Bar Foundation”7y la Asociación Nacional de Fiscales de Distrito8– argumentan que la fianza con fines de lucro contribuye a asentar un sistema de justicia que opera en dos niveles diferenciados y que daña a los pobres. Mantener a las personas en prisión debido a que no pueden pagar una fianza contribuye a aumentar el hacinamiento de las cárceles y también agota las arcas municipales, mientras que las primas de fianzas no-reembolsables hacen las veces de castigos previos a la condena para aquellos que tienen capacidad de pago. Los críticos abogan por eliminar las fianzas comerciales y avanzar hacia la implementación de una combinación de evaluaciones de riesgos y condiciones no monetarias para conceder la liberación, como la aplicación de tests de drogas y chequeos con personal especial,9de manera que estos mecanismos permitan asegurar la

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comparecencia de los imputados en el tribunal y también contribuyan a evitar el desarrollo de actividades delictuales mientras se encuentran en libertad.

Los defensores de la fianza comercial –la mayoría de las veces agentes de fianzas, compañías, y los grupos de profesionales que los representan– reconocen que el objetivo central de la industria es generar dinero. Ellos describen esta situación como la de un sistema que aprovecha el afán de lucro y utiliza las energías dinámicas del libre mercado para beneficiar a los contribuyentes. A diferencia de las agencias encargadas de desarrollar actividades previas al juicio propiamente tal o los departamentos de supervisión de libertad condicional financiados públicamente, quienes apoyan a estas empresas argumentan que las compañías de fianzas administran a los imputados sin costos para los condados.10Yendo un paso más allá, los defensores de esta industria, como Dan Barto, un agente de fianza en Virginia que publicó un relato de sus experiencias, sostienen que los agentes desempeñan servicios muy importantes para los imputados en la fase previa al juicio:

Puedo decir que en los varios años en que he estado vendiendo fianzas, la mayoría de los agentes, incluido yo mismo, encuentran satisfacción en apoyar a la gente durante este proceso. Entregamos un servicio a las personas. Mientras existen agentes de fianzas que solo se preocupan del dinero, también hay muchos que se sienten orgullosos de otorgar un buen servicio.

De forma superficial, esto podría leerse como una simple reivindicación de dignidad profesional. Después de todo, los agentes de fianza son estigmatizados en el campo legal; jueces, abogados, y el...

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