El entramado mimetico de la praxis. - Núm. 30, Marzo 2004 - Cyber Humanitatis - Libros y Revistas - VLEX 56656763

El entramado mimetico de la praxis.

AutorMena Malet, Patricio
CargoTextos
  1. Pliegues de la práxis y repliegues de la atestación

    Se trata de la práxis, del hacer, del actuar humano tejiéndose en la trama del mundo, tramándose y por lo tanto cruzando, rasgando el fondo vital que la sostiene, que le permite rasgar su propio paso, más allá del paso dado, dando, tal vez, el paso a otra trama, otra rasgadura, otra práxis vuelta, vertida en el mundo con toda su referencia, con toda su polisemia, marcando el curso de la vida como si fuese una hoja en blanco teñida con tinta. Se trata, entonces, de pensar la práxis en su posibilidad de ser inscrita en el mundo como si éste fuese un texto, y por lo tanto, también, de ser leída y refigurada hasta afectar el mundo del lector. En verdad, como si el mundo --y con este como ya introducimos la refiguración en su espacio propio, el enunciado, el texto, la lectura-- sólo se liberase en su acontecimentalidad en tanto figura, figurante, figurado. Relación llena de sentido y de extravíos entre la trama tejida, la intriga liberada y el lector expectante. Desde este vínculo, práxis-mundo-refiguración, se puede pensar otro hacer, el poético, que viene a suturar las heridas del entramado al tiempo que las muestra casi al modo de un escándalo: las heridas suturadas de la trama son también las fracturas que no se borran del sí mismo, del hombre o del Dasein.

    práxis y poética, conceptos que ya tienen historia, pero que siguen dando qué pensar. Una historia que se desenvuelve más allá de la verdad o de la alétheia, y más cerca de la fe, la creencia o la atestación (1). La posición de sí mismo dependerá del crédito más que de la verdad. La custodia de ésta cederá el paso al testimonio que propio sí mismo da de si sumergido en la alteridad del mundo. Insertar la acción en el mundo, novedad de novedades, tendrá que ver más con la referencia significante que con el cuidado de si mismo. O más bien, hay cuidado (Sorge) o inquietud de sí mismo sólo si hay perdida o extravío al menos en cuanto posibilidad.

    La práxis se erige como fuente de reflexión en cuanto no sólo significa novedad, iniciativa (2) que irrumpe el curso normal del mundo o el discurrir de las cosas, sino también en cuanto es el reflejo del sumergimiento de sí mismo en las grietas que la novedad causa a la trama del mundo (3). La misma posición del sujeto es la caída que termina perdiéndolo en su acto de ser o de existencia. El inter-és (inter-esse) por entramarse en el mundo también da la referencia para pensar un desdecir (desde Lévinas, ciertamente), un decir perdido en lo dicho, agotado con la multivocidad de sentidos, y por lo mismo actualizándose en las posibilidades que ofrece la impertinencia semántica de nuevos topoi, nuevos sentidos que liberan nuevos sentidos desde el decir que se quiebra en la referencia a la literalidad, a la fijeza para entenderse más allá de ... o de otro modo ... El enunciado metafórico, en un nivel aún básico, refleja la impertinencia semántica en el discurso, a partir de la cual se rescata poéticamente parte de los restos del ser enunciado, mas ... de otro modo. La tarea del reenvío es de quien toma el desafío impertinente para liberar un nuevo sentido o tal vez mejor, un sentido que se mueve, que se actualiza en la dirección al otro, y por lo mismo, al otro que si, a lo irreductible por la palabra del sí mismo, agotándose en la lectura del otro. El si mismo se da con maña, "de soslayo" pero enfrentando la posibilidad del otro, enfrentando también su propia y ajena imposibilidad, indeterminación, profunda extrañeza provocada por el otro, misterio inescrutable: el si mismo dándose sin saber a quien, sin saber qué es lo dado y qué lo recibido.

    Es por esto, que la posición de sí mismo en cuanto existente implica desde si una cierta experiencia de la reducción [i], una desmundanización o una liviandad del peso del mundo. Pues existir en el interés implica una perdida de mundo o un ser --entrando-en-la-ausencia-de-mundo, donde la recuperación no siempre, tal vez nunca, es total. Ser-en-el-mundo es desgaste, es erosión, es ausencia, es sordera ... En todo caso, es, aunque se dé desde la ausencia o desde lo otro que en el agobio (por ejemplo del insomnio, ej. dado por Lévinas; o de la angustia, en Heidegger) deja al sí mismo sólo con su mirada que se dirige a ninguna parte y que mas bien lo acosa hasta la reducción o epojé del mundo más acá de la intencionalidad, mas acá de la experiencia o desde la experiencia.

    La escena es la siguiente: un si mismo liberado de la tarea de la custodia del ser en la verdad (Seinsverwahrung) (5) , para avocarse a la tarea de la atestación de su posición en el mundo, atestación del acontecimiento de ser. Este paso es un salto en el interés de la reflexión: de la verdad al testimonio, de la presencia a la posibilidad, del ser al acto. En definitiva, dar el paso y dar paso a una reconsideración de la ontología determinada por la sustancia, para encausar la reflexión desde el acto y la potencia, desde la enérgeia restauradora de una ontología del hacer, del actuar, del sujeto tramando en el mundo, envuelto en la práxis que exige una posible solución poética, una poética de lo posible que libere la relación del ser con el lógos hasta decirse de otro modo, hasta decirse también desde lo otro. Es por ello, que una reconsideración de la práxis humana debe ser hecha desde las posibilidades mismas de la realización qua entramado, y no sólo desde el horizonte de la subjetividad, la yoidad y el cartesianismo. Un horizonte que da qué pensar, por supuesto, pero también que enmudece...

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