La memoria como espectaculo en la ciudad anterior de Gonzalo Contreras. - Núm. 28, Septiembre 2003 - Cyber Humanitatis - Libros y Revistas - VLEX 56593265

La memoria como espectaculo en la ciudad anterior de Gonzalo Contreras.

AutorRojas Canouet, Gonzalo
CargoTextos

"SUPERMAN se hizo extraordinariamente popular gracias a su doble y quizás triple identidad: descendiente de un planeta desaparecido a raíz de una catástrofe, y dotados de poderes prodigiosos, habita en la Tierra: primero bajo la apariencia de un periodista, luego de un fotógrafo y por último, tras las múltiples máscaras de un inquietante y joven poeta chileno, que renuncia incluso a la propiedad de su nombre, para mostrarse como un ser a la vez tímido y agresivo, borroso y anónimo. (Esto último es un humillante disfraz para un héroe cuyos poderes son literal y literariamente ilimitados)"

La Nueva Novela, Juan Luis Martínez

INTRODUCCIÓN

Al comenzar la década de los '90 en Chile, se inicia lo que se conoce como el retorno a la Democracia. Ese gesto histórico nacional confirma un modelo ya asomado en la década anterior: el Posmodernismo como horizonte que construye porvenires y al Neoliberalismo como la herramienta para generar todos los vacíos (¿políticos? ¿éticos?) que la sociedad chilena debería enfrentar[1] -no se sabe si con la frente muy en alto- para producir un resurgimiento de lo cubierto, de una especie de oscurantismo. Lo anterior no tiene una visión moralizante. El problema es que todo paradigma cultural se regulariza por la incorporación del mercado. Ya las líneas entre un arte de consumo y un arte con horizontes mayores se está confundiendo cada vez más.

En todo este vórtice que aún continúa, se armó -nada de gratuito, nada de accidental- una estrategia discursiva bastante peculiar en la tradición de la narrativa chilena. Este "mini-boom"[2]narrativo, compuesto por jóvenes escritores emergentes; sujetos que proponían dentro de su poética "post"[3], una estrategia de lectura y producción de textos, una especie de poética post (muy cool)[4]: los textos no necesitan de gente o lectores que "lean". Debían poseer un perfil igualador a los que los producían: se crea un tipo de escritor y a la vez un tipo de lector. Demagogia e ideología instalada claramente para resolver un corpus escritural: el nacimiento de una turba de antologías, tanto de narrativa como de poesía, en fin. Se encontró la piedra filosofal que resolvería el futuro promisorio de nuestras letras.

Falaciar -irónicamente hablando- no cuesta nada, no cuesta tanto. Lo anterior se inscribe en una política de consumo establecida en el marco ya dado.

La novela La Ciudad Anterior de Gonzalo Contreras (Buenos Aires, Planeta, 1991. Las páginas irán referidas a esta edición en lo que sigue del trabajo), matiza y converge en este libro lo anteriormente dicho, la problemática expuesta.

Esta novela -y sus "secuaces" - pertenece a una continuidad, a un espectáculo que ensalza el papel del escritor en una sociedad como la nuestra: en una cultura del consumo, un escritor de consumo para un lector que consume estas imágenes a través de la mercancía (valor de uso). Para esto se verá este libro desde la noción del flâneur (Benjamín) para abordar el tema de espectador a espectáculo, entendido éste como estrategia de la mercancía. Desde la cultura de masas se revisarán las nociones de kitsch (Bröch) y el espectáculo (de la historia) como mercancía (Debord) dentro de esa línea.

El centro motor reside en la hipótesis de este ensayo: La memoria histórica como mercancía[5]. Lo que sigue tratará de sugerir esa lectura.

  1. ANTES DE LO ANTERIOR

    Carlos Feria, como protagonista, es un flâneur[6]. Un flâneur que relata desde la soledad[7]. Esta soledad es la que inicia a Carlos Feria para relatar su mirada que construirá identidades al interior de esa ciudad que llega accidentalmente. Este sujeto que relata se muestra como una persona sin razones políticas ni ideológicas compuestas para una mirada clarificadora hacia sus fines y conclusiones. Se puede hablar de un sujeto casi autómata que en vez de relatar el espectáculo de la ciudad, éste se transforma en un filtro de ese espectáculo y como un flâneur que fluye en sí mismo el espectáculo que ve. Se deshace en sí un carácter de espectador, de un buen flâneur: "Sí, muy pronto Ilegué a sentirme mejor en la provincia que en otra parte. El anonimato me pareció casi un reposo que yo merecía y, en cuanto a lo de las armas, descubrí en ello un matiz vibrante que no había sospechado. Mientras más desconocido mi interlocutor y más remoto el lugar donde me encontraba, más me veía exhortado a una elocuencia casi temeraria; mis palabras salían de mí y yo tras ella como una misma cosa" (39).

    Carlos Feria, de oficio vendedor viajero de armas, inicia su estadía en una ciudad que se representa como lugar de ventas. Se podría hablar aquí de una analogía entre ciudad y sujeto[8].

    Este espacio...

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