La estructura de competencia partidaria Argentina: análisis y evaluación de la imagen analítica de la 'territorialización' del sistema de partidos - Núm. 5-1, Enero 2014 - Revista Chilena de Derecho y Ciencia Política - Libros y Revistas - VLEX 515757326

La estructura de competencia partidaria Argentina: análisis y evaluación de la imagen analítica de la 'territorialización' del sistema de partidos

AutorCarlos Varetto - Mario Navarro
CargoUniversidades Nacional de San Martín y de la Nacional de Córdoba, Argentina
Páginas109-147

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Presentación

Una de las principales tareas de la ciencia política es proponer miradas, formas de lectura, claves interpretativas que fecunden el análisis de los procesos que nos ocupan y preocupan. En este sentido, una cuestión de indudable significación es la determinación del tipo de competencia político-partidaria en el país. Los partidos, y los sistemas de interacción que estos componen, dan forma y sentido a los tipos de democracia y gobierno que ejerce una comunidad; porque lo que hacen los partidos y su competencia, han de tener un correlato inmediato e intenso en la calidad de la democracia y en la de las políticas públicas que un gobierno acomete.

Este trabajo estudia una clave interpretativa de la política de Argentina que ha venido ganando creciente aceptación. Ella fue propuesta con la convicción de que sus principales lineamientos habrían de servir al diagnóstico y a la elaboración de elementos estratégicos de reforma, en caso de resultar esta última necesaria.3Ahora bien, para lograr esa meta ha de satisfacer una primera y crucial exigencia: la bondad de ajuste del diagnóstico que propone. No hay

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esperanza de cura cuando por defectos diagnósticos se le prescriben a una dolencia las medicinas que no se corresponden.

Este trabajo se dirige a establecer las credenciales de esta importante tesis diagnóstica y prescriptiva sobre la competencia político-electoral del país. Pero, antes de proseguir, hay que hacer presente que se trata de una hipótesis reciente,4nueva en el tiempo. Una hipótesis que ha venido a desplazar otras hipótesis e imágenes que contaban con reconocimiento y arraigo. En tributo a esta novedad, también se utilizará aquí la denominación «imagen emergente», para contraponerla con una imagen previa que podríamos llamar, por contraposición, «imagen clásica», que interpretaba al sistema de partidos en Argentina como vertebrado por un partido predominante, y con una fuerte presencia del área central.

La imagen emergente de la Fragmentación Regional Desequilibrada

La imagen emergente tiene un núcleo hipotético que invierte la imagen «clásica». Teniendo en vista lo que se presume es una creciente «territorialización» de la política5Ðes decir, un escenario en el que el dónde sucede es tanto o más importante que el sector social, o atributos culturalesÐ, subraya la incidencia de este proceso en las provincias más pobladas y de mayor gravitación electoral del país. En otras palabras, se propone que la dimensión esencial de aquella «territorialización» es un proceso de creciente «fragmentación regionalmente desequilibrada», puesto que ella sucede con mayor intensidad en unos distritos que en otros, su incidencia es más gravitante en los distritos «centrales» y menos en los «periféricos»6. Es por ello, porque menta ese desequilibrio en-

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tre jurisdicciones centrales y periféricas del país que se utiliza aquí el nombre de «Fragmentación Regionalmente Desequilibrada» Ðo bien, en sus siglas, FRDÐ.

Se trata de un proceso que ha sido apuntado por varios estudiosos, y en cuyo núcleo se pueden encontrar las ideas que a continuación se señalan de modo «estilizado»; es decir, teniendo en cuenta los elementos comunes en los planteos de los autores que la abonan. Esta «estilización» se obtiene a partir de los textos que dan forma definida a la imagen, publicados entre los años 2000 y el 2007, importantes libros, entre los que deben contarse ineludiblemente: el libro que compilan Ernesto Calvo y Juan Manuel Abal Medina7sobre el Federalismo Electoral; el libro de Ernesto Calvo y Marcelo Escolar8La Nueva Política de Partidos; y, finalmente, el libro de de Marcelo Leiras9Todos los caballos del rey. Como se señalaba, hay que apresurarse a señalar que estos autores no necesariamente comparten todas las ideas, sino más reducidamente un mismo núcleo hipotético.

Así estilizada, la hipótesis de la FRD sugiere que la fragmentación y la consiguiente erosión de una competencia entendida como bi-partidaria, habrá de conllevar gravitantes consecuencias sobre la calidad de la política democrática y de los gobiernos. No es menor el diagnóstico, ni tampoco lo son los pronósticos que suscita; en general de tipo negativo.

Es cuanto se trata de un diagnóstico y pronóstico sobre la calidad de gobierno y de la democracia en Argentina, resulta de interés organizar los efectos que se presume en la fragmentación partidaria teniendo en cuenta los dos elementos que, según Robert Dahl10conforman una poliarquía: la contestación y la participación. En este sentido, se suele señalar que la fragmentación partidaria tiene un efecto negativo sobre la «contestación» menos en el viejo sentido que Dahl tenía en mente, de deprimirla, y más en el sentido contemporáneo de las dificultades que suponen la infiación del número de actores intervinientes11. La fragmentación partidaria, dice la teoría, tiene consecuencias indeseadas por-

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que induce a la polarización y abre el espacio para una competencia política centrífuga; eleva también los costos de negociación y acuerdo para la producción e implementación de la política pública Ðdada la consiguiente infiación de los actores de veto que conllevaÐ.12Se añade a este poco promisorio escenario una ulterior consecuencia: para los casos de ejecutivo unipersonal, se sugiere que la fragmentación se asocia a una mayor probabilidad de debilidad presidencial Ðen la medida en que un ejecutivo unipersonal es más proclive a sufrir el fenómeno de gobiernos de minoríaÐ. Por añadidura, puesto que el juego político presidencial es del tipo «toma todo», a dicha debilidad se sigue una también incrementada probabilidad de quiebra de la institucionalidad democrática.

En cuanto a la segunda dimensión propuesta por Dahl, la «participación», la categoría aparece relacionada con la idea de «nacionalización». La FRD sugiere que a mayor fragmentación regionalmente desequilibrada, mayor heterogeneidad nacional y, entonces, mayor «des-nacionalización». Téngase presente que la «nacionalización» tiene al menos dos tipos distintos de significados en la ciencia política. Primero, el sentido que le atribuye Schattschneider13, quien remite a la uniformidad de la competencia o balance de fuerzas políticas a través de un territorio. Por otro lado, el sentido que le atribuyen Chhibber y Kollman14quienes, siguiendo a Sartori, sugieren que «el tener partidos «nacionales, idea opuesta a partidos locales o fragmentados, tiende a canalizar las elecciones de los votantes y políticos en un menor número de coaliciones y a forzar a los gobiernos a confrontar problemas de orden o nivel nacional». Detrás de esta idea de Sartori y de Chhibber y Kollman se encuentra un venerable planteo de la sociología y política comparada del desarrollo: la superior modernidad y funcionalidad de vínculos y lealtades supra-locales.15

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Por supuesto, si bien los procesos posteriores de «devolución», de descentralización, han moderado esa perspectiva, la idea continúa vigente en lo que respecta al sistema de partidos porque está entrelazado un elemento que se continúa evaluando como altamente relevante: el balance entre lo programático y lo clientelar. El paso desde vínculos primordiales a lealtades cívicas es considerado un avance hacia la articulación de intereses en forma despersonalizada, según clivajes funcionales que permite la valorización de ideologías abstractas y fórmulas programáticas.16Finalmente, vale la pena repasar el catálogo de motivos por los cuales la «nacionalización» importa según Jones y Mainwaring17. Los autores apuntan a cuatro usos analíticos del concepto; todos ellos involucrados en la noción «participación» de Dahl. Para Jones y Mainwaring, la nacionalización impacta sobre el tipo de orientación política de los ciudadanos, es decir lo que consideran relevante;18la estructuración de las carreras políticas, determinando los puestos relevantes; la orientación nacional o regionalista de la política pública; y, en el caso de existir enclaves regionales fuertes, la capacidad de articular una política nacional frente a las presiones centrífugas.

La mencionada hipótesis ha sido exitosa en su presentación en público. Muchos la adoptaron rápidamente como un nuevo idioma en el que expresar las dificultades políticas del país. Sin duda, parecía una definida y elegante explicación de lo que sucedía en la salida de la dura crisis de los años 2001 y

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2002 apuntando una panoplia de corolarios y derivados analíticos que Ðal menos en aparienciaÐ pusieron de resalto procesos de alta significación Ðque más adelante en este trabajo se detallanÐ.

La imagen relegada: la «tesis clásica» sobre la política partidaria en Argentina

Hay que tener presente un hecho no siempre reconocido: la hipótesis que se ha venido presentando llegó a relegar o sustituir lo que convenientemente podría llamarse entonces una «imagen clásica» del sistema de partidos Ðpor oposición a la FRD cuya emergencia como imagen es recienteÐ.La «imagen clásica» se originó en la idea de un partido predominante que dictaba el ritmo de la vida política argentina; en buena medida, una imagen relativamente contraria a la que viene a sugerir la FRD con su énfasis en una fragmentación partidaria hoy vigente, que habría acaecido a partir del rompimiento de una competencia de tipo bi-partidario.

La principal preocupación de la línea «clásica» de estudios radicaba en la necesaria acomodación a lograr entre, por un lado, los requerimientos de una democracia de partidos competitivos y, por el otro, un inveterado linaje populista en la política, con marcas claramente perceptibles en las grandes fuerzas políticas argentinas en cuanto todas ellas...

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