Fantasma, divino tesoro. Poesía y pulsión de muerte. - Núm. 33, Enero 2005 - Cyber Humanitatis - Libros y Revistas - VLEX 56739150

Fantasma, divino tesoro. Poesía y pulsión de muerte.

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TATUAJE Se taracea por punción con aguja o punzón, lezna o espina, cortando con cincel, o con peine de espinas de palma, o con laja de obsidiana, o por el fuego, o con huesos de ave marina y un pequeño martillo de madera, o con peine de raspas de pescado, o con agudos huesos de ave, o con pincel de fibra de coco, o con ascuas. (Fragmento del poema 'Tatuaje' de Marina Arrate)

"No puede, (...) haber belleza--belleza convulsivasi no es gracias a la relación reciproca que une el movimiento del objeto y su quietud" De "El Amor Loco" André Breton

El tatuaje psíquico originario del ser humano es un escándalo.

Hago mías las palabras de Piera Aulagnier que dice: "se observa el principal escándalo del funcionamiento psíquico (...) que es el rechazo de la vida, en beneficio de la búsqueda de un estado de quietud y de un estado de no deseo. (...) La presencia de Tánatos es más escandalosa para el Yo [Je: el yo de la enunciación] que la del Eros: lo ya presente del odio (deja-là) es más perturbador que lo siempre presente del amor (toujours-là)".

Hasta 1920 en que Freud introduce los conceptos expuestos en "Más allá del principio del placer", en la lectura de lo psíquico se impone la visión funcionalista, es decir que toda producción humana es interpretada como el cumplimiento del principio del placer, (más bien del dominio del inconsciente) que sólo encuentra su limitación en el principio de realidad que se pretende un principio regulador de sobrevivencia (más bien del dominio del consciente y el preconsciente) (año 1911). Sin embargo en los próximos diez años un nuevo panorama del inconsciente comenzará a perfilarse para Freud, algo de otro orden, una función que "... a pesar de no contradecir el principio de placer es, sin embargo, independiente de él y parece ser más primitiva que el propósito de ganar placer y de evitar el displacer". [1] Esto se aprecia en el fenómeno de la 'Compulsión a la repetición' la cual "también recuerda experiencias del pasado que no incluyen posibilidad alguna de placer". Este 'también' que emplea Freud en su escrito, permite pensar que la compulsión a la repetición es detectada tanto en su vertiente placentera como en aquella cara oscura que sólo obedecería a la característica conservadora e insistente de la pulsión. Hay autores que resuelven el dilema haciendo de la compulsión repetitiva algo característico del Ello y que repetiría tanto lo doloroso como lo placentero, mientras que la repetición restitutiva (con efectos de elaboración de una situación traumática) sería propia del Yo ( instancia psíquica), beneficiosa para el sujeto (Edward Bibring [2])

Aún cuando en la práctica clínica no podemos dejar de constatar una y otra vez la aparición frecuente de una compulsión a la repetición no restitutiva, dolorosa, y que corresponde a una consigna del 'más allá del principio del placer', nos cuesta aceptar esta aparición siniestra y buscamos el funcionalismo de su presencia, su utilidad psíquica, en último término, nos empeñamos en que finalmente- todo obedece al principio de placer, incluso el dolor. Justificamos nuestro quehacer interpretativo por el modelo de la práctica clínica freudiana que se sitúa anterior a 1920 y relegamos sus nuevos conceptos a un campo puramente teórico: tan perturbador resulta el descubrimiento freudiano de la pulsión de muerte. A esto se suma que a la teorización le pareció adecuado situar la pulsión de muerte en el nivel de la biología ('la tendencia de la sustancia viva a la vuelta a lo inanimado'), más allá de la representación, abandonando así el nivel psicológico y dejando a los psicoanalistas frente a un limite que nos sobrepasa. [3] Los esfuerzos de los autores después de Freud para desbiologizar la pulsión de muerte no terminan de ser fructíferos y he ahí un inconveniente que se impone a este trabajo

También debo confesar que en esta reflexión interfiere en permanencia la búsqueda metafísica de una verdad que en el mejor de los casos se disfraza de utilidad o de funcionalidad. La exigencia dualista, fundamental en el pensamiento freudiano, parece limitante en el momento de plantear un acercamiento más diverso, resistiendo a los binarismos conocidos como pulsión sexual, pulsión de [1] autoconservación, Eros, Tánatos, placer, displacer, deseo y deseo de no desear. El intento de escapar a los pares antitéticos en el sentido de entidades separadas y no susceptibles de entrelazamiento es una intención compleja de llevar a cabo y no estoy segura de que mi esfuerzo sea demsiado visible al intentar pensar y exponer estos fenómenos como si fueran diversos hilos que tejen una trama compleja que llamamos realidad psíquica.

Coincido con Piera Aulagnier en su concepción de pulsión de muerte según la fórmla ' deseo de no desear': "retorno al 'antes' de toda representación, 'como si tener que representar' como corolario de 'tener que desear' perturbase un dormir anterior, un antes ininteligible para nuestro...

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