El gesto preformativo de la fundacion. La Proclamacion de la Independencia. - Núm. 2003, Septiembre 2003 - Cyber Humanitatis - Libros y Revistas - VLEX 56593253

El gesto preformativo de la fundacion. La Proclamacion de la Independencia.

AutorContreras Guala, Carlos
CargoTextos

El gesto performativo de la fundación,

La Proclamación de independencia

La nación se presenta como la forma específicamente moderna de la identidad colectiva y como el principio dominante de la legitimidad estatal. El principio de las nacionalidades establece que cada nación tiene el derecho de constituirse en Estado independiente. Esta teoría fue expuesta por Pascual E. Mancini en 1861 para legitimar la constitución del Reino de Italia y la anexión de los Estados pontificios. Renan vuelve a referirse al derecho de las nacionalidades una vez que deja de ser legítimo el principio dinástico. El Estado se legitimaría por tener a la base una nación, de este modo, se daría la coincidencia entre la unidad política que él, el Estado, representa y la unidad cultural.

Sin embargo, la relación entre nación y Estado, su gestación, su legitimidad y su representatividad, no es tan clara y no está exenta de problemas.

El historiador Mario Góngora sostenía que >. La nación adquiere existencia sólo a instancia del Estado. Aún más, > [1]. Se postula, entonces, un comienzo absoluto, una creación ex nihilo.

La tesis de Góngora no deja de ser problemática, pero nos permite acercarnos a la cuestión del comienzo, de la fundación, de la inauguración. Momento que no sólo puede ser pensado como un comienzo absoluto o como una creatio ex nihilo, sino que es posible pensarlo a partir de lo que llamaremos la performatividad paradójica de un comienzo o de un deseo de comienzo. El propósito del presente escrito será reflexionar sobre la proclamación de independencia de Chile a partir de una sugerente conferencia de Jacques Derrida y procurar de este modo un aporte al enfoque del problema de la constitución de la nación y del Estado. Además, el texto de Derrida, en cierto modo (temporal, por lo pronto), rodea el ensayo de Góngora. Pues éste fue publicado en 1981, y la conferencia de Derrida fue leída por primera vez en 1976 y publicada, en forma definitiva, en 1984 [2]

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Jacques Derrida

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Jacques Derrida

Ambas citas corresponden a entrevistas. La primera es de 1995, realizada en Chile; la segunda, de 1999, fue realizada por Le Monde des débats [3]. Es una práctica a veces afortunada, particularmente cuando se entrevista al autor al poco tiempo de publicar. Sin embargo, desde muy temprano Jacques Derrida ha manifestado su inquietud o sus distancias en relación a la entrevista como lugar de divulgación y ha denunciado sus restricciones. No se trata de estar contra la prensa, pero sobre ciertos temas, en el lapso de tiempo y en el espacio asignado que implica una entrevista, es difícil hablar responsablemente. Lo que se recomienda en la entrevista es ir a los textos y darse el tiempo de leerlos. Una cosa es el trabajo textual y otra cosa es la palabra improvisada de las entrevistas. En éstas sólo se pueden manifestar > que no pueden sustituir al trabajo textual, muy por el contrario, lo dicho en las entrevistas debería incitar a acudir al libro [4]. Derrida generalmente, y ello con un gesto hospitalario, remite e invita a acudir a sus textos. Pues bien, acojamos la invitación y vayamos a los textos.

Comencemos por Otobiographies. Al parecer, su primera parte Déclarations d'indépéndance, fue escrita con ocasión del bicentenario de la declaración de independencia de los Estados Unidos de Norteamérica. Fue un texto escrito para ser leído en la Universidad de Virginia, Charlottesville.

Aunque Derrida comienza excusándose por no mantener la promesa de un intento de desconstrucción del documento de declaración, algo, y tal vez más que algo, alcanza a esbozar. Nos atendremos a lo allí dicho.

La escritura derrideana siempre es provocativa y concede más de una lectura, aborda más de una temática. Seguiremos aquí algo que podríamos rotular: la paradoja performativa de la inauguración del Estado a partir de la escena de la firma.

El problema de la firma podría enunciarse como la pregunta de quién firma: los representantes, los que de hecho firman, pero, de derecho, además firman en nombre de ... Hay una delegación. El firmante sería, en último término, el pueblo, el conjunto de la sociedad. ¿Se constata o se produce la independencia con la firma? > [5]. Más adelante continúa: [6]. El caso de la independencia de Chile contiene algunas dificultades anexas.

En primer lugar, no existe el documento de declaración. Están las actas de las reuniones de la Junta, en las que aún no se afirma la independencia respecto a la corona española, sino más bien la fidelidad a Fernando VII, el rey destronado. Así se lee en el Acta del Cabildo de Santiago del 19 de septiembre de 1808: > [7]. El afán independentista antes de 1810 es de independencia respecto a la dominación francesa, no hay aún intención de secesión del conjunto de la Monarquía española. Ante la ausencia del rey, quedaba cortada la transmisión y delegación de la autoridad, por lo que había que constituir juntas que representaran la soberanía reasumida por el pueblo.

El documento de independencia es la Proclamación de 1818, sin embargo, fue datado (por lo tanto, firmado) con una fecha anterior. Pero además, el documento no llevó la firma (de puño y letra, como se dice), sino hasta muchos años después. Tuvo que ser enviado a Perú para que lo firmara O'Higgins desde el exilio (por lo tanto no fue firmado) [8]. La situación, realmente, es fabulosa. Datado con fecha anterior a su redacción, o por lo menos a su publicación, firmado con fecha muy posterior, por un firmante que ya no representaba a nadie, que firmaba desde el exilio. Desplazamiento espacial al sur: de Talca a Concepción...

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