II dio mortale, de Dalmacio Negro
Autor | Juan Cayón |
Páginas | 239-240 |
Derecho Público Iberoamericano, N° 7, pp. 239-240 [Octubre 2015]
DALMACIO NEGRO, II DIO MORTALE, PIOMBINO, II FOGLIO, 2014,
110 PÁGS.
Juan Cayón
Dalmacio Negro (1931), que fue catedrático de Historia de las Ideas
Políticas en la Universidad Complutense de Madrid y es numerario de la
Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, es un pensador original
e insobornable. Colaborador de estas páginas, nuestros lectores han po-
dido gustar con frecuencia de sus bien sazonados textos, siempre agudos
y llenos de sugerencias. Entre su obra, además de la edición de clásicos
del pensamiento político, figuran sus libros La tradición liberal y el Estado
(1995), Lo que Europa debe al cristianismo (2006), El mito del hombre nuevo
(2008) y, por último, Historia de las formas de Estado (2010).
Este libro, que lleva por subtítulo «El mito del Estado entre la crisis eu-
ropea y la crisis de la política», es la versión italiana del volumen Gobierno
y Estado, publicado en la colección Prudentia iuris de la editorial Marcial
Pons en 2002, que a su vez traía causa de una ponencia presentada por
el autor a uno de los congresos anuales del Instituí International d’Etudes
Européennes Antonio Rosmini de Bolzano. Y que hubiera podido titularse,
quizá con más razón pero también contundencia, Gobierno o Estado. El
uso de la conjunción copulativa en vez de la disyuntiva no dejaba de
impli car una cierta limitación de las consecuencias de una tesis cuando
menos provocadora. Es una pena que el editor italiano haya omi tido estas
referencias, que primeramente son de justicia, pues hubieran permitido
cerrar un arco que une tantas referencias del pensamiento italiano y el
español. Texto que, en la propia colec ción Prudentia iuris, fue seguido
por un jugoso complemento en sede ya estrictamente hispánica: Sobre el
Estado en España (2007).
Es afortunado el uso de la famosa expresión hobbesiana «dios mor-
tal» para evocar la temática a que se contrae el ensay o. Cuyo punto de
partida es claro: aunque puede existir un Gobierno sin Estado, no
puede
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