El indisciplinable objeto de la disciplina. O breve ensayo de exposicion de una politica del oficio cerrado de la filosofia academica. - Núm. 42, Marzo 2007 - Cyber Humanitatis - Libros y Revistas - VLEX 634503969

El indisciplinable objeto de la disciplina. O breve ensayo de exposicion de una politica del oficio cerrado de la filosofia academica.

AutorPuebla, Rodrigo

La historia de la filosofía siempre ha sido el agente de poder dentro de la filosofía: ¿Cómo queréis pensar sin haber leído a Platón, Descartes, Kant y Heidegger, y tal o tal libro sobre ellos? Formidable escuela de intimidación que fabrica especialistas del pensamiento, pero que logra también que todos los que permanecen fuera se ajusten tanto o más a esta especialidad que se burlan. Gilles Deleuze, en Diálogos. Parnet, Claire. Deleuze, Gilles.

¿Cómo poder hablar desde afuera? ¿Cómo poder hablar desde afuera hacia un adentro cuya configuración no permitirá que este adentro escuche? ¿Por qué pedir escucha a un adentro que se resiste a escuchar? ¿De dónde proviene la necesidad de un afuera por hacerse escuchar por un adentro?

Si existe un adentro de en lo que se conoce por filosofía, no existe otro más visible que el académico. Pero, ¿hablar de lo académico? ¿Qué es este cuestionar? Si pensamos que el único adentro filosófico es el de la academia y, aún más, que afuera no hay nada, quizá la necesidad de preguntar por lo académico se muestre más importante. El adentro filosófico que se ha configurado acapara la actividad de la filosofía. Se quiere constituir disciplina. Un orden, una forma: sentidos y referencias. Suelo seguro desde el cual poder investigar. Podríamos hablar de una actividad disciplinada de la filosofía.

Los márgenes de la filosofía están determinados por la academia a través del dispositivo de la historia. Quizás esto no le es ajeno a otras actividades cómo el poetizar o el ficcionar. Lo que logra reflejarse a través del espejo académico se enmarca de inmediato en el adentro. Y estar en un adentro siempre significa estar dentro de ciertos márgenes: lugar cerrado.

Si un recinto es privado, es cerrado (no se permite el libre tránsito), este lugar posee características especiales que hacen que los que estén adentro efectivamente lo estén: "control de los discursos, de determinar las condiciones de su utilización [...]" de imponer a los individuos que los dicen cierto número de reglas y no permitir de esta forma el acceso a ellos a todo el mundo [1]". ¿Por qué la palabra disciplina se adjunta a actividades como las ciencias? Porque son discursos disciplinados. ¿Pero acaso no existe también una disciplina filosófica? El asunto torna gravedad cuando la actividad pretende enfrentar la disciplina. Es aquí cuando los indisciplinados deben disciplinarse para poder enfrenar la disciplina. Paradoja de la contemporaneidad. Pareciese que para enfrentarse a algo se debe estar en el mismo adentro de ese algo: sería inútil luchar contra un Estado del cual no se padeciese nada, así también, una vez que la lucha ha cesado, es muy confortable ocupar los espacios que esa lucha a abierto, ocupar ese Estado. Son políticas de la ocupación, del oficio. Es una disciplina, al fin y al cabo, luchando contra sus mismos fantasmas. Es la historia de la filosofía, rebelándose constantemente contra sus muertos. Tan constantemente que la configuración de aquella historia es impensable. Esta ahí-ya, al parecer, siempre. Una vez que la ciudad es construida se nos olvida pronto que algún día lo fue, y vivimos en ella como si hubiese estado siempre. El trabajo de la configuración, de la reglamentación y de la ordenación constituye un suelo sobre el cual se puede caminar sin tropezar con mucha frecuencia. Sin embargo, si "es una moral de estado civil la que rige nuestra documentación", nuestra regularidad, ¡"que nos deje en paz cuando se trata de escribir [2]".

Aunque Foucault lo diga, no deja en paz. Se podría decir hasta: el aparato académico ha disciplinado a Foucault. Extraña figura la que permite que el mismo pensamiento foucaultiano sirva a la configuración de un adentro, de un pliegue, de unas normas y de una legitimidad.

El dispositivo de la historia en la filosofía

La posibilidad de contar una historia es el objeto de la disciplina filosófica. Aquí, el concepto de historia se quiere mostrar abierto, es decir, vulnerable a todas sus posibilidades. No se trata de una historia universal (a pesar de que también se pueda dar de esta manera -Heidegger, la historia de la metafísica, la pregunta por el ser que la cruza-) sino que también de pequeñas historias. Mientras sea una unidad dominable, mientras se pueda disciplinar al objeto, esta historia podrá ser contada. Así se podrá hablar tanto de la filosofía moderna, tanto como del Kant pre-crítico, el de la primera crítica, la segunda, la tercera.

Así se instala un dispositivo. Se calcula su funcionamiento, dónde ubicarlo. Así, la filosofía que se escapa, que se resiste, a configurarse dentro de un orden, no existe. No existe porque este adentro representa un todo. No hay afuera, sólo lo que esta adentro nombra, y mientras nombra, hay adentro. Nietzsche es el caso más paradigmático. En el adentro académico nos encontramos ante un Nietzsche disciplinado. Heidegger, por ejemplo, supo muy bien como disciplinario [3]. Aún más, si pensamos a Heidegger como un personaje no menos importante para la configuración del adentro-académico-filosófico ("aval y garante invocado por...

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