Inmigracion, suplicancia y la politica de asilo en la Antigua Grecia. - Núm. 41, Enero 2007 - Cyber Humanitatis - Libros y Revistas - VLEX 634501305

Inmigracion, suplicancia y la politica de asilo en la Antigua Grecia.

AutorSalazar-Sutil, Nicolás

Introducción

En Febrero del año 2005 la postura del gobierno Británico aprobaba la reciente oleada de inmigrantes de Europa Oriental, siempre que el propósito de llegada al país fuese de trabajo o estudio. Dicha aprobación ponía en evidencia los enormes beneficios a la economía nacional de una mano de obra barata. Con todo, cuando alrededor de mil reclusos extranjeros se liberaban accidentalmente al año siguiente los medios de comunicación cayeron en un frenesí de demandas, entre ellas la renuncia del Ministro Charles Clarke, Secretario de Estado. En la medida en que se daba énfasis a la nacionalidad de los reclusos y se empezaba a asociar con creciente facilidad la figura del extranjero con la del criminal, la opinión pública se tornó momentáneamente en contra del inmigrante. Tanto en la Gran Bretaña actual como en otras sociedades y períodos, la actitud del ciudadano ante el inmigrante es ambivalente. Por un lado, la economía nacional adquiere los beneficios de una mano de obra a bajo precio, por otro las comunidades locales reciben los costos y el impacto del inmigrante en su sistema de servicios. Al igual que en la actualidad, cuando Solón introduce una política de nacionalización a extranjeros capacitados muchos en la Arenas del siglo séptimo consideran que el inmigrante es 'ocioso y desleal' (Plutarco, Vida de Solón 22-24). Al igual que en la actualidad, los problemas de inmigración en la Antigua Atenas dan relieve a la ambivalencia del discurso político.

A continuación ofrezco una idea general del rol que cumplen inmigrantes y refugiados en la evolución de la ciudad-estado de Atenas. ¿De qué manera o hasta qué punto el fenómeno de inmigración es una causante de la debilitación del sistema tribal y la formación de estados cooperativos en las comunidades de asilo en la Antigua Grecia? ¿Qué rol cumple la inmigración en la creación de un cuerpo político, y cómo se reconcilian dentro del discurso político y filosófico ambivalente medidas que al mismo tiempo condenan y defienden al inmigrante?

El historiador inglés Moses I. Finley sugiere que la pregunta más prometedora en una investigación sistemática no es la causalidad, pero la funcionalidad dentro del cuerpo social del tema en cuestión. Siguiendo esta línea de investigación, se entiende que la inmigración no es la única matriz de transformación en una sociedad, aunque debe destacarse la relevancia de los fenómenos inmigratorios en la formulación de una actitud política específica en la antigüedad. Por desgracia, el estudio de la historia social y económica de la Antigua Atenas tiende a evitar el meollo del inmigrante pese al flujo y reflujo de su población. Es de esperar que en el marco de una sociedad en constante movimiento el análisis del fenómeno inmigratorio sea de gran interés. Aún así, lo que ha suscitado mayor preocupación en los especialistas de la economía antigua es el rol del esclavo en la sociedad, por lo cual es importante taclear este problema antes de internamos de lleno en la temática del inmigrante.

Esclavos y suplicantes en la pólis arcaica

En el sentido Aristotélico, la diferencia entre el concepto de 'esclavitud natural' y el bios politikos, es decir el acceso del ciudadano al sentido político de la vida, se basa en la noción de natalidad y pertenencia. Al ciudadano se le define sobre todo en base a una identidad espacial y valórica. El ateniense pertenece a su hogar (oikos), a su poblado (kome), y finalmente a la asociación de poblados que conforman la pólis madura. Participación y administración del cuerpo político mediante obligaciones civiles y militares es el objetivo principal del ciudadano virtuoso. Eleutheria, o liberalidad, no aparece como un concepto político o legal sino que como un privilegio material que antecede el derecho de igualdad. Sencillamente, la libertad se sitúa en el ámbito político en la medida en que la riqueza y el sentido de pertenencia, es decir el territorio mismo, actúan como prerrequisitos de la aparición del ente político (homo politicus). Siguiendo esta línea Aristotélica, el ser humano deja de vivir una vida animal (zoe), y pasa a existir como un ente político cuyo sentido de pertenencia e identificación dentro del espacio cooperativo le permiten acceder a un sentido real de la inmortalidad y de la permanencia de la sociedad humana. En definitiva, libertad es un privilegio político en el sentido que erradica una existencia pre-política condicionada por la labor física. Si la dominación y domesticación del esclavo implican una emancipación de la vida fútil y animal, de la mera supervivencia física del ser humano, no deberíamos confundir el concepto de libertad con la idea moderna del derecho, o con la oportunidad de tener tiempo libre. Hannah Arendt ha demostrado claramente como la libertad en el sentido ateniense de la palabra es en gran medida una responsabilidad. El ciudadano lleva a cabo una vida pública y activa para inmortalizarse en un espacio físico, comunal y autónomo. Dicha liberalidad se entiende como la libertad de no tener que trabajar forzadamente, tanto como la libertad de tener que defender el espacio político. Dominación y exclusión son por ende justificables, dado que garantizan una clase de conciudadanos custodios proyectados hacia una vida virtuosa; un concepto conocido idiomáticamente en la Atenas clásica como kalos kagathos ('hombres de hermosura y bondad de corazón').

Ahora bien, la creación del espacio político implica una destitución del trabajador inmigrante. Al extranjero se le considera por consiguiente responsable del trabajo servil (banausia). No cabe duda que el concepto del inmigrante se...

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