El instante fractal en Farabeuf, de Salvador Elizondo. - Núm. 2003, Septiembre 2003 - Cyber Humanitatis - Libros y Revistas - VLEX 56583954

El instante fractal en Farabeuf, de Salvador Elizondo.

AutorRobles, José Francisco

"No pensaste jamás que ese espejo eran mis ojos, que esa puerta que el viento abate era mi corazón, latiendo, puesto al desnudo por la habilidad de un cirujano que llega en la noche a ejercitar su destreza en la carroña ansiosa de nuestros cuerpos [...]". Este breve extracto servirá para situarme en la escritura de "lugar" que rastreo interpretativamente en Farabeuf. Esta escritura de lugar, "tortura" y "medicina", actúa a través de la metáfora casa. En este sentido, la casa contiene en sí una serie de "pasos" o umbrales que acometen en su interior y que nos van entregando las fracturas de un mundo al interior: el paso por el espejo y su reflejo (lo cual marca siempre una iteración diferenciada), la puerta como umbral natural de ambiente o pálpito ante la llegada inminente del doctor Farabeuf, la ventana como "tablero" del signo-ideograma como umbral significativo. Además, se establece la ouija como umbral vida-muerte, en la medida de la relación pregunta-respuesta, como también el I Ching. La metáfora de casa por cuerpo, inmediatamente nos remite al código de la tortura, en tanto "escritura del cuerpo". La tortura, como el signo, es una huella que aparece en la más profunda superficialidad: el cuerpo supliciado trasmite su signo hacia el código de la memoria, elemento constitutivo del ser y, por lo tanto, diferenciador de lo otro que le rodea. En esta medida, podemos reconocer la actuación del doctor Farabeuf al interior de la casa en donde ha abandonado sus instrumentos, como un actuar al interior del cuerpo de la supliciada. Farabeuf aparece desde y hacia los órganos de la mutilación, y sus instrumentos abandonados, nos señalan como organizaciones intrínsecas del cuerpo: estos instrumentos de mutilación son órganos que desmontan al propio organismo que los contiene. Farabeuf, al interior del organismo, abandona sus objetos como en una conciencia en la que el cuerpo se ha convertido. El cuerpo como conciencia deviene en la fotografía como memoria de un instante. He aquí la importancia de este cuerpo como conciencia (nueva metáfora), en la medida que Farabeuf sea el "operador" de esa conciencia: la locura sería, de este modo, el devenir de una mente en un cuerpo, la convulsión del cuerpo que manifiesta el estado alterado de la mente, la locura. El cuerpo manifiesta, en ese sentido, una mente que no está en ningún lugar o en todos los lugares posibles: por ello la importancia de la casa como umbral, en tanto el umbral no pertenece ni al adentro ni al afuera, pero, sin embargo, puede pertenecer a los dos, se manifiesta a los dos, los constituye.

Farabeuf actúa desde este umbral: tortura y medicina, el provocar y el remediar. Toda medicina es tortura, curación y suplicio; la manera de ser curados en el cuerpo es a través de la manifestación de la medicina como tortura. Este umbral es también un instante: el punto exacto de ser salvos es el punto del estar muriendo, del agonizar, el agon, la lucha entre dos lugares. Pero éste no es el punto de separación que más llama la atención: se trata del advenimiento (y ocupo advenimiento puesto que es "esperado", "deseado") del método como umbral entre la tortura y el placer curativo de la enfermedad del olvido ("Usted se encuentra enferma de olvido, por decirlo con un lenguaje simple [...]". Es el punto que marca la diferenciación entre la memoria y el cuerpo, conformando así un nuevo umbral atravesado por Farabeuf:

"-¿Ve usted? Esa mujer no puede estar del todo equivocada. Su inquietud, maestro, proviene del hecho de que aquellos hombres realizaban un acto semejante a los que usted realiza en los sótanos de la Escuela cuando sus alumnos se han marchado y usted se queda a solas con todos los cadáveres de hombres y mujeres. Sólo que ellos aplicaban el filo a la carne sin método. En ello descubrió usted una pasión más intensa que la de la simple investigación, y es por eso que valido de su uniforme azul y sus polainas blancas, abriéndose paso a codazos y a empellones se colocó usted frente al "hecho" para crear en medio de él un espacio de horror después de haber colocado pacientemente su enorme aparato fotográfico".

Farabeuf y la subversión del método como forma cuantitativa de medición del objeto, se ha diferenciado en esta penetración del doctor, en tanto su variante es de calidad de placer, frente a la rusticidad del suplicio chino, llevado a cabo por los boxers. Lo importante es que se ha metodologizado el placer, no quedando reducido a una cuestión de discusión sobre el método, sino que ha profanado a la institución de lo amoroso, llevada a cabo por lo de lo amoroso eventual, lo pornográfico. Ha liberado el cuerpo de la entrega interior por una entrega de cuerpo en sí, una entrega metodológica, reflexiva, intencionada (como los instrumentos olvidados), que transforman a este método en una forma de hiperrrealidad sólo a través de la irrealidad como sujetos identitarios o, más bien, caídos en la denominación de "único". La violencia liberadora del cuerpo de ese estado de irrealidad, en tanto sometimiento a una estructura inmaterial (mente), aparece, como dijimos, a través de la locura que manifiesta esa disfunción mental en la...

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