Empresarialidad e instituciones: dos nuevas perspectivas del análisis regional contemporáneo **. - Vol. 30 Núm. 90, Septiembre 2004 - EURE-Revista Latinoamericana de Estudios Urbanos Regionales - Libros y Revistas - VLEX 56624298

Empresarialidad e instituciones: dos nuevas perspectivas del análisis regional contemporáneo **.

AutorViego, Valentina

Resumen

El objetivo de este artículo es realizar un repaso de los principales avances en el análisis de la empresarialidad y de la economía institucional, discutiendo su integración a la teoría general del desarrollo económico a partir de la constatación de la centralidad que estos temas han adquirido en los enfoques contemporáneos del desarrollo territorial.

Palabras clave: empresarialidad, instituciones, desarrollo económico regional

Abstract

This paper offers a review of the main progress made in entrepreneurship analysis and institutional economics, discussing its possible integration to general theory of economic development, considering the increasing importance that these topics have gained in contemporary approaches of terriorial development.

Keywords: Entrepreneurship, institutions, regional economic development.

  1. Introducción

    Un aspecto central de las aproximaciones estructuralistas y keynesianas del desarrollo económico es que sus interpretaciones implícitamente suponían que no se presentaban restricciones en el lado de la oferta. Los agentes entonces reaccionarían (instantáneamente o con demoras) a ciertos incentivos de demanda. Enunciado así, el problema del desarrollo se remitía a las fuentes que generaban o disolvían dichos incentivos. Inicial mente, no se preveía que el estudio de las características específicas que pudieran asumir dichas reacciones (decisiones de inversión, en esencia) podría mejorar la comprensión del proceso. Si bien existían varias interpretaciones sobre los factores que jugaban en la aparición y consolidación de los estímulos de demanda, casi no había disenso acerca de qué ocurriría después de que éstos se hiciesen presentes.

    Esto no significa que las teorías del desarrollo dominantes en los '60 y '70 hayan ignorado las limitaciones que la (escasez de) empresarialidad puede imponer al proceso de desarrollo. Hirschman (1958) se referís a los límites en la capacidad de movilización y organización de recursos como factor limitante del desarrollo, acordando que la actividad empresarial contiene parte de esta capacidad, pero esta misma también puede revelarse en el sector público (1). Por este motivo, la escasez de talento empresarial en el sector privado no representaba, para las teorías del desarrollo vigentes durante la posguerra, una barrera, en la medida en que esta tarea pudiese ser asumida por d Estado. Esta misma hipótesis es abonada por Leff (1979), al observar que la política de compras del sector público de los países en desarrollo ha oficiado frecuentemente como complemento de las restricciones en d sector privado. Así, los autores inscriptos en esta visión no consideraban problemas de elasticidad en d lado de la oferta una vez generado d mercado. En presencia de condiciones de demanda (creadas por d Estado en situaciones de subdesarrollo) que generasen estímulos suficientes para agregar nuevas inversiones, se suponía que los empresarios potenciales reaccionarían consecuentemente.

    Hasta los '70, el enfoque estructural prevalecía también en otros campos de la ciencia económica. En la organización industrial, por ejemplo, el enfoque dominante se basaba en d paradigma "estructura-conducta-desempeño", de tradición neoclásica (2). En esencia, este esquema postula que la conducta de una firma individual se encuentra fuertemente condicionada por las características estructurales del mercado (economías de escala, concentración de la oferta, barreras a la entrada). En d plano regional, las interpretaciones vigentes en los '50 y '60 reflejan el mismo razonamiento que el prevaleciente en la organización industrial. La estructura intra e inter-regional (en términos de nivel de industrialización y de las formas de inserción de las regiones en los esquemas de intercambio) juega, para países y regiones, el mismo rol que la estructura de mercado tiene sobre la conducta de las firmas.

    Así, las condiciones estructurales constituyen uno de los ejes analíticos centrales en los enfoques que predominaron en diversas disciplinas económicas hasta los '70. Al mismo tiempo han sido uno de los principales puntos de disenso con las nuevas corrientes. La diversidad de desempeños observados entre regiones (y entre firmas), aun en un mismo contexto, alentó la búsqueda de factores explicativos adicionales que captaran la incidencia de elementos idiosincrásicos individuales. Es así como la empresarialidad es incorporada a la teoría del desarrollo, incluso desde una perspectiva regional. Adicionalmente, el proceso de reestructuración industrial y del Estado que tuvo lugar en varias economías a partir de los '70 configuró un escenario propicio para la reapertura del debate sobre el "lado de la oferta" en la mecánica del desarrollo.

    Este apartado se ocupa de repasar los principales puntos de la discusión sobre la relación entre empresarialidad y desarrollo. En la sección siguiente se exponen los fundamentos de la introducción de este nuevo elemento en el análisis y una breve mención del contexto histórico que dio pie a su emergencia. En el apartado tres se presentan de un modo esquemático los principales factores que, según la literatura, inciden en la empresarialidad. En d cuatro se ofrece un repaso de cómo la ciencia regional ha incorporado esta discusión en los análisis de desarrollo local. Finalmente, se presenta una breve síntesis.

  2. La rejerarquización de la empresarialidad

    En esencia, es posible distinguir tres factores que sustentan la rejerarquización del empresario en las discusiones sobre desarrollo económico: dos relacionados con la teoría y uno vinculado al contexto histórico.

    El primer factor está vinculado al viraje teórico experimentado a fines de los '70, que ahora pone el acento en las conductas de los agentes, y por ende, desplazó las interpretaciones macro-estructurales prevalecientes durante los '50 y '60. El desarrollo ya no se plantea únicamente en términos de la presencia o ausencia de ciertas actividades motrices, sino también de las particularidades de su comportamiento. Paulatinamente, se fue abandonando la idea de que el perfil sectorial y la magnitud de la inversión constituían la clave del efecto propulsor, para dar pie a consideraciones acerca del dinamismo de las organizaciones involucradas en términos de conductas.

    Esta reorientación acompañó la evolución experimentada también por los estudios de organización industrial. Durante los '80, los trabajos de Nelson y Winter (1982) y Nelson (1991) mostraron que, aun dentro de una misma rama manufacturera, la conducta de las firmas podía variar ampliamente, revelando la existencia de cierto margen de acción individual, y por lo tanto, de independencia respecto de los condicionamientos derivados de la estructura del mercado (3). La heterogeneidad inter-firma fue interpretada por las nuevas aproximaciones teóricas como signo de que la estructura no cierra por completo la posibilidad de comportamientos discrecionales por parte de las empresas. Derivado de lo anterior, limitar d análisis a cuestiones sectoriales resultaría entonces incompleto. De este modo, para la nueva economía industrial, la conducta-relativamente autónoma- de las firmas puede influir significativamente en su desempeño. Esta misma hipótesis parece prevalecer ahora en el análisis del desarrollo regional (Granovetter, 1985; Maskell, 1999).

    Por su parte, el creciente reconocimiento de que la estructura (de mercado y del comercio inter-regional) no consigue explicar por completo las diferencias en el desempeño de firmas, regiones y países, permitió la apertura de varias líneas de investigación, ocupadas en identificar elementos adicionales que permitieran una comprensión más integral de estas cuestiones. Una de ellas se enmarca en el estudio de la empresarialidad.

    Además de constituir un aporte para la comprensión de la heterogeneidad, la jerarquización de la empresarialidad que tuvo lugar en los '70 se basó en el rol que a este elemento ya se le reconocía en el proceso de desarrollo. Aunque las funciones que la figura del empresario desempeña en dicho proceso parecen evidentes, su estudio fue objeto de obras centrales del pensamiento económico. En las visiones de Kirzner (1973) y Knight (1921), por ejemplo, el empresario tiene a su cargo cietras tareas que resultan básicas en un sistema capitalista, como son la detección de oportunidades de beneficio y la asunción de riesgos derivada de las acciones necesarias para explotarlas. La estrecha vinculación entre empresarialidad y desarrollo también se hace presente en la obra de Schumpeter (1912; 1942), para quien dicho proceso avanza con la aparición de "nuevas combinaciones" (de medios de producción, de bienes, de fuentes de abastecimiento, de mercados, de formas de organización, etc.). Es claro entonces que para esta visión, la mayoría de las instancias de dicho proceso estén motorizadas por la presencia de emprendedores. Para algunos autores, como Harbison (1956) o Leibenstein (1966; 1968) el rol del empresario es crítico aun en fases de subdesarrollo, debido a que sobre él recae la tarea de superar las deficiencias típicas de este tipo de economías (mercadus incompletos, ambigüedades en la especificación de la función de producción, transabilidad imperfecta de algunos insumos y factores, etc.).

    Por último, las transformaciones que han experimentado tanto la teoría como las políticas en esta disciplina, responden también a algunas limitaciones observadas hacia principios de los '70 en el plano de la acumulación (crisis del fordismo) y de la regulación (cuestionamiento del Estado de Bienestar). Por este motivo, desde fines de los '70, el estudio de la actividad empresaria ha concentrado un interés creciente también entre los decisores de política. El retiro progresivo del Estado en áreas de producción y provisión de servidos públicos, la tendencia generalizada, a la desregulación de los mercados y los altos índices de desempleo provocados por la reestructuración de las grandes plantas han...

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