Introducción
| Autor | Luis Larraín A. |
| Cargo | Ingeniero comercial y licenciado en Economía de la Universidad Católica. Actualmente es Director Ejecutivo de Libertad y Desarrollo, tras ser su subdirector entre los años 1990 y 2010 |
| Páginas | 6-7 |
Serie Informe Sociedad y Política 163
esde hace varios años que, en distintas latitudes
y con diferentes manifestaciones, asistimos a una
suerte de sentimentalización de la vida política, en
el sentido que ya no son necesariamente las ideas
y la discusión racional de ellas las que priman en el debate
público, sino que son los sentimientos de las personas y
su expresión los que surgen como factores decisivos en la
formación de mayorías políticas y de opinión pública.
Esta nueva realidad impone un desafío formidable a los
partidos políticos, pero también a los intelectuales, a los
centros de estudio y a los medios de comunicación. Podría
decirse que hay en el mundo una crisis de mediación de las
instituciones tradicionales y una participación más directa
de las personas en cuestiones políticas. Algunos creen ver
en este fenómeno una repolitización de la ciudadanía, en
cuanto esta nueva expresión de sentimientos da origen a
un mayor activismo (múltiples grupos unidos en torno a
“causas”). Al ser más independiente de partidos e institu-
ciones y por lo tanto inorgánica, esta forma de actuar de
grupos de interés en la sociedad también da origen a ex-
cesos en la manera de expresar sus posiciones y a nuevas
formas de hacer política.
El año 2012, en un libro cuyo principal objetivo era indagar
si el malestar que se atribuía a la población chilena
a raíz de las masivas manifestaciones estudiantiles
del 2011 era síntoma de un rechazo mayoritario de
los chilenos a un modelo de economía de mercado1,
utilicé el término “desintermediación”. Armaba que las
sociedades modernas, caracterizadas por una democracia
representativa y una economía de mercado, utilizan como
mecanismo habitual de interlocución entre los ciudadanos
y el poder la “intermediación”. En el caso de la política los
intermediarios tradicionales eran los partidos políticos y el
Congreso, en el ámbito de la información los medios de
comunicación, en el campo del acceso a bienes y servicios
la tarea la llevaban adelante las empresas, siendo el dinero
también un medio de intermediación por excelencia. En
D
1. INTRODUCCIÓN
6
el ámbito espiritual quienes intermedian son las iglesias.
Es interesante constatar que las iglesias evangélicas, con
estructuras orgánicas más descentralizadas y menos
jerarquizadas han tenido un auge en el último tiempo.
Enseguida dábamos varios ejemplos de cómo en distintos
ámbitos se ha producido una “desintermediación” del
poder. Los intermediarios, sean ellos políticos, medios de
comunicación, empresas, iglesias, han perdido reputación
y los ciudadanos intentan participar directamente
sin intermediación. Las redes sociales son una de las
expresiones más evidentes de ello.
Un año después, Moisés Naím publicaba su estupendo en-
sayo El Fin del Poder2, donde además de documentar deta-
lladamente esta desintermediación, se explayaba sobre la
fragmentación del poder y el surgimiento de “micropode-
res” más ecientes que las estructuras pesadas de poder.
El libro de Naím fue muy certero en advertirnos acerca del
desafío a la autoridad y a las instituciones que este fenó-
meno implicaba.
Casi cinco años después, podemos constatar que a la des-
intermediación y la fragmentación del poder, se ha agre-
gado con mucha fuerza otro fenómeno: la creciente pre-
sencia de sentimientos en las deniciones políticas de la
población.
Siendo esta tendencia a la sentimentalización de la política
una cuestión universal, en Chile y su devenir político recien-
te, podemos identicar a algunos grupos, en particular a
los que componen el Frente Amplio, como los que han he-
cho un intento más serio por instrumentalizarla en favor de
sus posiciones políticas.
Pero debemos advertir que también estos fenómenos, en
particular el de la desintermediación, están, de alguna ma-
nera, presentes en la resistencia que mostró nuestra cre-
ciente clase media a ser encasillada en una única posición
política, desconcertando a analistas y partidos. El recono-
El Regreso del Modelo, Luis Larraín Ediciones LyD, 2012.
1
El Fin del Poder, Moisés Naím, Random House Mondadori, 2013.
2
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