Introducción
| Autor | María Paz Arzola G. |
| Cargo | Ingeniero comercial con mención en Economía de la Pontificia Universidad Católica de Chile y Magister en Economía de la UC |
| Páginas | 7-7 |
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serie informe SOCIAL 185
En la última década y especialmente en la
segunda parte de ésta, la estabilidad eco-
nómica y social que mostró Chile en los úl-
timos 30 años se ha visto afectada, al punto
que el ritmo al cual venía progresando el
país ha tendido a moderarse. O, en la visión
de algunos, incluso a verse amenazado, en
la medida que muchos de los elementos
institucionales y culturales que posibilitaron
dichos avances han sido puestos en duda
tanto a nivel de opinión pública, como del
mismo Congreso (ver, por ejemplo, Libertad
y Desarrollo, 2020).
Es posible que ello, en parte, haya sido la
consecuencia de nuestra propia evolución,
que permitió pasar de ser uno de los países
más pobres de la región, a uno de los más
promisorios en lo relativo a la posibilidad de
alcanzar el desarrollo. Mientras unos pare-
cieron conformarse con aquello y a dar an-
ticipadamente la carrera por ganada, otros
perdieron la paciencia ante los desafíos
pendientes y comenzaron a creer que había
llegado la hora de girar en “u” y modicar de
raíz la receta que nos permitió llegar hasta
aquí.
Uno de los principales argumentos con los
que se ha sustentado dicha posición es el
nivel de desigualdad de ingresos que se
percibe en nuestra sociedad, y que según
las cifras disponibles nos ubica por enci-
ma de los países desarrollados, aunque
en la mediana de la región (Arzola, 2020).
Si bien los indicadores ociales disponibles
muestran que ésta ha experimentado una
reducción sostenida desde mediados de
los ’90 y hasta al menos el año 2015, la idea
contraria ha tomado fuerza en el debate
público, al punto de prevalecer por sobre el
resto de los múltiples avances que ha con-
seguido el país en términos de reducción
de la pobreza, crecimiento de los ingresos,
incremento de la cobertura educacional y
mayor acceso a atenciones de salud, entre
otros.
En el presente documento revisamos los
principales indicadores que permiten ca-
licar la experiencia chilena de las últimas
tres décadas, para ir dando paso desde ahí
a una discusión relativa a un concepto que
planteamos debería recibir mayor atención:
la movilidad social. Sobre la base de los da-
tos disponibles, así como lo recogido de di-
versos autores, planteamos que dicho indi-
cador permite comprender de manera más
integral –más que la desigualdad- cuáles
son las implicancias sociales del progreso
económico vivido por el país. Y así también,
planteamos que éste debería ser el norte
hacia donde apuntar de cara al futuro y al
cumplimiento de los diversos desafíos que
siguen pendientes en materia social.
INTRODUCCIÓN
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