Lectura cinética de las secuencias de unidades poéticas. El avatar en la escritura de Marina Arrate. - Núm. 52, Septiembre 2009 - Cyber Humanitatis - Libros y Revistas - VLEX 634766885

Lectura cinética de las secuencias de unidades poéticas. El avatar en la escritura de Marina Arrate.

AutorMuñoz P., Carolina
CargoEnsayo crítico

Marina Arrate escribe en 1999 el poemario Uranio, en una edición que exhibe en la tapa y la contratapa del texto las radiografías de un cerebro cancerígeno. Marina poetiza el tumor, mostrando además la herida de muerte que en sí misma contiene.

Dos rasgos predominan en la concepción de la edición del texto; tales rasgos los defino como gesto plástico, cuya lectura genera un análisis particular. Primer rasgo: El diseño de la tapa y contratapa del libro presenta imágenes de un cerebro escaneado (2), que muestra la presencia de una "anomalía" en la constitución del mismo. Segundo rasgo: el libro se inicia con páginas en blanco, que se suceden entre las series poéticas.

Leo ambos rasgos en tanto gesto. Gesto en tanto proyección del cuerpo en el espacio/tiempo preformativo de una imposibilidad de signar la realidad en cuanto realidad real. El libro--la imagen--perfila un cuerpo-prótesis; las páginas en blanco trazan espacios de indeterminación del ser, el sentido, el significado, la identidad, el sujeto, etc.

En la diagramación del texto se cita en una nota al pie que "Todas las páginas en blanco hacen parte de la concepción de la edición del libro por parte de su autora". Una hoja en blanco que cuenta el silencio de un cuerpo en tránsito hacia otro cuerpo; un estado de conciencia que describe la extirpación de lo maligno. Como si una fisura instalada en lo más profundo de la siquis comenzara a autoaniquilarse en un juego de amnesia, de olvido de sí misma en el intersticio de la corteza cerebral.

Desde una perspectiva cinética, el texto-cuerpo que imagina el símbolo y figura el lenguaje es el mismo texto-cuerpo que se mueve instintivamente hacia la muerte. Una escritura imbricada en diferentes niveles de conciencia, los que cohabitan un mismo espacio poético, espacio figurado en "una áspera sibila" (1999:23), en una salmodia de un macilento vagar.

Los textos poéticos elegidos, pertenecientes al poemario Uranio, serán agrupados en una secuencia de unidades poéticas, las que se ordenan en el siguiente trayecto de sentido denominado el avatar. En Uranio emerge una ciudad muerta habitada por calaveras. Muerte y muerte en un barco que parte con secreto destino en un mar de sangre. Arrate describe los esqueletos fulgurantes de una ciudad muerta, los esqueletos se disuelven en sangre, en mar, mostrándose así, la dinámica del avatar de un cuerpo espiritualizado.

En Uranio están edificadas zonas de sentidos relativas a la agrupación de unidades poéticas del texto en las que se escenifica el cambio de morada del alma a través de una meditación sobre el cuerpo en tanto esqueleto. De esta manera la escritura posibilita el acceso a la muerte, mediante la entrega del cuerpo. Esta es la experiencia mística y práctica de la memoria en la escritura poética, en las formas de escritura del cuerpo.

A continuación se presenta la lectura de las secuencias de las unidades poéticas en orden a los trayectos de sentido dados.

El avatar define la constitución de un espacio autógeno propio de la escritura poética de Marina Arrate y se visualiza en procesos de figuración tales como, tánatos, eros y soma. Cada uno de estos procesos de figuración se inscribe en el cuerpo como instancia autógena consubjetiva y deviene escritura de la devastación, escritura de la disolución y escritura de la irradiación.

Se propone el siguiente orden de lectura para las unidades poéticas:

A.--Tánatos

Esta unidad poética hace referencia a la serie poemática La ciudad muerta de Uranio, la que se agrupan de acuerdo al nivel de figuratividad del poema y remite al despliegue de flujos de subjetividades en una matriz designada como tánatos. La serie poemática se ordena de la siguiente manera:

--"Azulosos cadáveres oscilan sus calaveras" remite a la serie poemática "La ciudad muerta" del libro Uranio.

El poema leído como un espacio perceptual hace visible la continuidad de elementos simbólicos comunes que surgen del despliegue de estas pulsaciones simbólicas. Los flujos de subjetividades (escritura de la devastación) que surgen como intensidades de conciencia son leídos, además, como un fenómeno kinésico-cinestésico en el que el fenómeno poético se elabora como una figura de sentido (tánatos) desde la que a su vez despliega una matriz semántica, que en este caso remite a la experiencia del avatar.

Este proceso de figuración del cuerpo-alma remite a procesos complejos de transferencia de conciencia. En este nivel de percepciones es posible visualizar la dinámica del alma encarnada y del cuerpo espiritualizado.

En esta dinámica de transformación de los cuerpos en los espacios de escritura poética como una cinética de sentidos simbólicos desde la que despliegan una continuidad de subjetivaciones sin sujeto. Asimismo, la kinésis del texto poético designa el nivel figurativo, entendido este nivel figurativo como base surgida de un espacio perceptual dado. La figura designada define el flujo de escritura desplegado en el texto poético como un comentario de los elementos simbólicos.

El sujeto que escribe en "La ciudad muerta" relata las visiones experimentadas en un estado de conciencia cercano al éxtasis, pero en este caso, la visión se construye con elementos provenientes del propio cuerpo como espacio de transcendencia, de manera tal que lo asemeja, a un viaje chamánico al interior de la propia mente.

Este viaje se inicia en el mar. Sobre la llegada de barcos y desembarques de esqueletos y arcanos en una playa desierta. En el viaje se hace un recorrido por una ciudad fantasmática, cementerios y santuarios situados en lo más profundo de la siquis.

En algunos pasajes de este espacio poético se deja ver la figura de un nigromante, que observa y habla a las calaveras como una instancia de mediación con el mundo de los espíritus. En este mundo de los espíritus, el cuerpo se percibe como un momentum de las transmutaciones que se suceden como continuidad.

Este espacio poético remite a la figura del avatar. No sólo una vida, sino muchas reencarnaciones afectan la configuración simbólica del sujeto que escribe. Tránsito por la muerte como flujo intenso, disolución de los elementos y visión de luces brillantes abren paso a la experiencia del avatar como una experiencia de retorno al cuerpo.

La ciudad muerta Este es el ruin espejo de una ciudad vacilante entre el rumor aciago de aguas pudibundas y el esplendor carmesí de los yertos edificios. Yo iba galopante y flamígera sobre mis muertos barcos, pues ¿quién había que no dijera que yo ya era un fantasma? Ah, Virgen, continua compañera. Con ella bajé al paraje absurdo, y besándole para siempre las manos, contemplé la forma que tiene el tiempo de roer la sepultura. (13) En el primer esqueleto vi, toda daga y daguerrotipo y guerra, dos blancos ejércitos nefandos. Cada tibia era un desierto de buitres y camellos infaustos. Las rodillas tornábanse de niebla y precipicios y así era este puente rótula de oscuro destino. Si muslos alguna vez hubo en flacos remedos de espadas fantasmales tornáronse. Sobre ellas se sentaba el fémur, primera fulguración que, sobre dos torres de olímpico movimiento, parecíase batir como una puerta que, aleonada por bramidos lejanos y cercada por dos leones impávidos, estremecía tiaras, fulgores, reinos, toda lejanía. A sus costados, graznaban gaviotas hacia afuera, hacia nunca, pues sólo cadenas y colmillos de cal yacían en las perdidas playas que algo tornó paradisíacas.

Oí rugir el río en la distancia. (17)

El segundo esqueleto arrastraba una columna de mármol y en él a ratos se recostaba para tibia contemplación de sí mismo. Del...

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