Legalizacion del discurso del poder mediante un simulacro de transparencia. Analisis de Casa de Campo y El obsceno pajaro de la noche de Jose Donoso. - Núm. 44, Marzo 2008 - Cyber Humanitatis - Libros y Revistas - VLEX 68429606

Legalizacion del discurso del poder mediante un simulacro de transparencia. Analisis de Casa de Campo y El obsceno pajaro de la noche de Jose Donoso.

AutorSalvo, Maura
  1. Horror al Vacío: Introducción

    "La escritura es el arte de la elipsis (...)" [1]

    El espacio barroco puede ser comprendido, remitiéndonos a los estudios al respecto realizados por Severo Sarduy, como el escenario en donde se manifiesta la exuberancia y el desperdicio. Producto de dichas lógicas, se ocasionaría en la conjugación del espacio barroco una pérdida del objeto: objeto inabarcable, desplazado, no asimilable debido a un desajuste entre la realidad y su imagen. Este desajuste, en virtud del cual sólo se puede acceder a (la entrega de) un residuo del objeto, produce un "horror al vacío" que conduce, inevitablemente, a la saturación del espacio "en blanco". Por otra parte, esta saturación del espacio en blanco pone de manifiesto una de las características principales del espacio barroco: el pliegue [2]. Pliegue tras pliegue, el objeto se revela. La imagen desplegada nos muestra un objeto que se contornea, aún hay algo (que continúa) oculto. Se pone en evidencia la refracción; un halo de luz ha hecho visible algo, lo ha revelado.

    El barroco, entonces, busca hacerse cargo de los pliegues que constituyen el objeto. Esta búsqueda de su constitución es un intento por ca(z)(s)ar a la realidad mediante su imagen, lo que torna laberíntico al objeto [3] a causa de esa verborrea o furia del pincel que ponen de manifiesto la imposibilidad o el fracaso de la re-presentación [4]. Frente a dicha imposibilidad de reproducir o representar al objeto más que como imagen [5], el espacio barroco responde siendo el espacio del artificio. Éste último se articulada, para Sarduy, mediante técnicas o mecanismos de artificialización del objeto propiamente tal.

    Frente a un objeto que no se puede volver-a-presentar, se pone en operación la necesidad del artificio. Producto de esto, el primer mecanismo que se puede identificar es una pérdida del significante en la sustitución de éste por otro totalmente alejado y que es comprensible únicamente desde su contexto de enunciación. Por otra parte, frente a "lo innombrable", se produce una proliferación del adjetivo, predicación excesiva o encadenamiento de significantes que progresa metonímicamente y que culmina con un cercamiento del significado. Por último, se podría producir una condensación, fusión o superposición de dos elementos que se condensan en uno solo. De acuerdo a los mecanismos mencionados, la enunciación serviría como soporte para un discurso finalmente vacío y que funciona, como tal, en la realización puramente lúdica que experimenta al momento mismo de enunciarse. El acto de enunciación es inútil per se. Como resultado, el discurso se niega para afirmar que se trata más bien de una potencia, de un juego, o de una trasgresión de lo útil [6].

    De esta forma, se podría afirmar que el barroco muestra todo sin mostrar nada. Imagen vaciada, simulacro de transparencia.

    En el presente trabajo se busca proponer una lectura de los textos de José Donoso, Casa de Campo [7] y con El Obsceno Pájaro de la Noche, [8] evidenciando de qué manera, al igual como ocurre en el Barroco, se legaliza el discurso del poder a través de una manipulación del espacio en lógica barroca.

    En una primera instancia se analizará cómo la lógica barroca en el tratamiento del espacio pasa por entregar una "imagen vaciada", comprensible a través de la barroca veladura de la imagen. Para ello se recurrirá a los estudios sobre el Barroco de Heinrich Wölfflin reunidos en el texto titulado Conceptos fundamentales de la historia del arte [9].

    Posteriormente se intentará demostrar, mediante la manipulación de la imagen, que se produce un simulacro de transparencia que niega toda posible alteridad. Para ello se recurrirá a las consideraciones de Severo Sarduy en torno a la categoría de simulacro, las cuales se relacionan con los conceptos expuestos al inicio de este trabajo en torno al espacio barroco.

    De esta forma se busca demostrar que ambos textos proponen un trabajo del espacio mediante un imaginario que se cierra sobre si mismo provocando una negación de la alteridad (incapacidad de apertura) mediante una veladura del espacio (impugnación de transparencia).

  2. Veios: los obstáculos del mirar [10]

    "La escritura es el arre de recrear la realidad." [11]

    Se ha dicho anteriormente que el "horror al vacío" conduce inevitablemente a la saturación del "espacio en blanco". La realidad es asediada para ser revelada, pero sólo es posible entregar una imagen vaciada. ¿Por qué esa saturación del espacio en blanco, producto de un horror al vacío, vuelve a velar la realidad?

    Para articular alguna respuesta, es necesario primeramente rastrear las pretendidas definiciones de la expresión barroco.

    Heinrich Wölfflin señala que "El barroco no teme ni las proporciones impuras ni la disonancia en la armonía de las formas. Se entiende que una disonancia general es imposible, cuando se quiere obtener una impresión estética. Pero las proporciones que entroncan a las formas unas con otras escasean y no saltan a la vista (...) lo que es significativo no es el hecho de que sea más difícil percibir las relaciones armoniosas, sino que se busque intencionalmente la disonancia." [12]

    Para Wölfflin, el trabajo de la imagen barroca se caracterizaría por formas que no son asibles producto de una pérdida del perfil como línea precisa y limite entre los cuerpos. Se intenta manejar una comprensión total de la totalidad [13], una armonía que se busca mediante una vaga apariencia y no mediante objetos corpóreos. De cierta manera, el barroco no busca hacerse cargo del cuerpo sino de un potencial expresivo: "(...) no los labios, sino el lenguaje; no los ojos, sino la mirada. El cuerpo respira." [14] Busca poner de manifiesto el movimiento, el devenir de un suceso; revelar y, mediante este acto, descolocar. Se juega con las formas, no se entrega todo en un primer plano o en una primera mirada pues no sólo se busca asediar a la realidad, sino también al espectador. Mire usted una segunda vez, quizás oblicuamente, voltéese al ir saliendo y nada será como la primera vez [15]. De esta forma, el barroco pone el acento en la apariencia óptica: el tratamiento que se da a la realidad pasa por cómo esta se ve y no como realmente es. Por ello se produce un desajuste entre la realidad y su imagen: el barroco renuncia a lo aprehensible [16]. Hay algo oculto en la masa, en la perspectiva, en el fondo. Pero, ¿dónde se encuentran las raíces de este juego?

    La importancia del "espejo" en el barroco puede ser comprendida remitiéndose, por ejemplo, a Las Meninas de Velásquez.

    El cuadro en si pareciera organizarse como un reflejo, pero, ¿de qué? ¿Es el exterior invisible del cuadro el que se refleja? ¿Los reyes? ¿O el cuadro mismo es un reflejo, como si el espejo estuviese fuera y mediante él se retratara la escena? Más problemático aún si preguntamos qué es lo que realmente está pintando el Velásquez del cuadro. ¿Cuál es la función de la mirada en el cuadro? Cambio del qué se mira al cómo se mira; de la imagen táctil a la imagen visual [17]. En el espejo una cosa se ve como retratada [18]. Y es precisamente ese como el que puede dar pie al espejo propiamente barroco: aquel que no logra reflejar o centrar en su totalidad el exterior. La forma en que se estructura [19] el barroco es descentrada, móvil. Pareciera ser que la relación entre el reflejo y lo reflejado, entre la realidad y su imagen, está sometida a una tensión particular como resultado del cambio propio del Barroco y su idea de cómo se ven las cosas, cómo se representan [20]. ¿Qué imagen debería devolver el espejo si la vista humana no ve las cosas con la nitidez de la línea? [21] Pero, volviendo a Velásquez, ¿dónde está realmente el espejo y qué función cumple realmente? ¿Quién es el sujeto [22] pintado - reflejado representado? Sean cuales fueran las respuestas que se pueden aventurar en torno a las preguntas planteadas, lo importante en todo esto es destacar un aspecto muy interesante del Barroco: la mirada organiza. Se reproduce el aspecto óptico de la cosa en un estilo del parecer ser, de cómo el ojo ve las cosas más que cómo ellas son. Y esto aún cuando no sepamos realmente cuál es la imagen que proyecta el espejo, cuál es la imagen que proyecta el pintor en su tela (el Velásquez del cuadro), o cuál es la imagen que se desea plasmar del pintor. En este punto me gustaría hacer referencia a Hatzfeld, quien realiza un estudio sobre las diferentes maneras de interpretación de lo Barroco y cómo este es asociado, por diferentes razones, a diferentes "cunas". Al hablar del barroco español, señala que "(...) la contribución española al Barroco consiste en esa pintura "a distancia" en la que el orgulloso desden innato en el carácter español pretende ver tan sólo lo esencial del objeto en que pone la vista, mientras que lo accidental se percibe sin contornos, desdeñosamente, "con el rabillo del ojo"." [23] Ahora bien, me atrevo a señalar que esa mirada por el rabillo del ojo, ese desdén que en Velásquez encontraría su máxima expresión al buscar igualarse dentro de un espacio del artificio con los reyes y el poder hegemónico, puede ser rastreada en las cartas de relación. Detrás de la cuestión de la representación, se pone en evidencia la posesión por parte de los españoles de una conciencia del otro como marginal e indeseable, frente al cual se plasma su propio sentido de superioridad. Se hace necesario un discurso que valide al individuo diferente al otro.

    Vamos a dar un salto. Werner Weisbach planteó que el barroco europeo era un arte de la Contrarreforma. La Iglesia, mediante una revitalización de la imagen y de la iconografía, busca sostener sus dogmas y sustentar su tambaleante poder. Para Weisbach, no se trata solamente de que el Arte esté influenciado y regularizado por la Iglesia, sino que la dinámica de representación comienza a formalizar el dogma, influyendo en las creencias. Comienza a mostrarse el padecimiento de los cuerpos estigmatizados, haciéndose tanto del dolor como del placer medios...

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