Contribución a la lectura del libro Réquiem de Andrés Morales. - Núm. 37, Marzo 2006 - Cyber Humanitatis - Libros y Revistas - VLEX 56845730

Contribución a la lectura del libro Réquiem de Andrés Morales.

AutorCuneo, Ana Mar
CargoEnsayo cr
  1. INTRODUCCIÓN

    La obra poética de Andrés Morales tiene ya una larga trayectoña. Desde Por insulas extrañas de 1982 ha publicado doce libros de poemas y una Antología personal (2001), que contiene poemas de todos sus libros (1) y adelanta algunos textos de Réquiem, obra publicada el mismo año y que recoge los poemas escritos durante los dos últimos años. Réquiem mantiene en importante medida el temple, el tono y las formas predominantes en las obras anteriores, pero significa al mismo tiempo un viraje notable.

    Comparto la opinión de Eleonora Finkelstein, que dice en el prólogo del libro que:

    "Es una despedida ceremonial, dramática y expresiva, un "Juicio Final" a la era que se acaba. Es el Dies Irae el anunciado "dia de ira donde un siglo entero será reducido a cenizas", arrasado al sólo paso del tiempo".

    Pienso, sin embargo, que el texto es mucho más que el anuncio del fin. Es el primer libro del autor en que bajo densas sombras se traslucen destellos de esperanza. Ya en los versos que cierran el primer poema se dice: "Sea para ellos y nosotros/alguna vez, un día, la esperanza" (p. 20). Afirmaciones como éstas no corresponden al temple predominante en la obra del autor. El dolor se manifiesta normalmente como rabia, rebeldía, protesta racional. Aquí, en cambio, al igual que en otros momentos de este libro, surge la nostalgia de una resolución positiva para la vida del hombre. "Alguna vez, algún día" representan en cierto sentido una actitud de creatura frente a un alguien que pudiese marcar al hombre con un signo de esperanza. En consecuencia, mi reflexión tendrá por objeto observar las diferencias, mirar ciertos rasgos nuevos que se dan a nivel de la construcción del sujeto poético y del modo que éste asume el mundo desplegado. Intento establecer una hipótesis interpretativa del sentido del cambio que significa Réquiem en el panorama de la escritura poética de Morales.

  2. ANTECEDENTES

    Es posible establecer varias matrices de sentido que se reiteran en la obra anterior del autor. La matriz dominante es la temporalidad. El tiempo irreversible atrae la presencia de la muerte como un algo ignominioso en que desemboca toda vida humana. Por tanto, el hombre despliega su vida en un espacio precario y amenazante. Otras matrices son el azar, la presencia de lo profético y una honda preocupación por el quehacer escritural como salvación frente al aciago destino humano.

    Haydée Ahumada en su iluminador artículo "Muerte y tiempo en la trayectoria poética de Andrés Morales"(2) estudia los primeros libros del autor y distingue en ellos varios momentos. Primero, destaca el hecho de que la vida humana es concebida como precaria, desarrollándose en un espacio patético marcado por la muerte. Esta situación da paso a una actitud desacralizadora y rebelde que niega la muerte y la posibilidad de una eternidad. Dios es un ser distante que desconoce la realidad humana. El tercer estadio es una etapa en que la palabra poética y la belleza surgen como los únicos medios para superar la muerte. Sin embargo, en Visión del oráculo reaparece la lucha contra la muerte. Ahumada concluye su articulo diciendo que:

    "El afán del poeta es conjurar la muerte, rompiendo el tiempo y cantando para fijar las presencias fugitivas, para eternizar lo frágil, para, en definitiva, otorgar vida perdurable a lo perecedero"(3).

    Otro antecedente al que debo referirme antes de enfrentar el estudio del libro Réquiem se refiere a la estructura utilizada. Estructura de larga tradición en las misas de difuntos denominadas Réquiem.

    Los intertextos directamente utilizados por Morales son el Réquiem de Mozart, al que se ha añadido el Libera Me (4) del de G. Fauré.

    Los textos de Mozart y Fauré son idénticos a los de la más antigua tradición cristiana. Morales mantiene títulos y en algunas ocasiones una o dos estrofas como epígrafes. En la tradición cristiana, la más antigua alusión a misa de muertos que he encontrado es una misa gregoriana anónima de los años 1070. El canto gregoriano era característico de la música de la iglesia durante la Edad Media y se conserva sin variaciones. Su nombre proviene de San Gregorio Magno (Papa de 590 a 604) quien reglamentó las normas que se han mantenido cuidadosamente. Durante varios siglos, el canto gregoriano fue trasmitido por tradición oral, por los que hablan estudiado en la Schola Cantorum de Roma y que llevaban su enseñanza a todos los lugares de la cristiandad. La aparición de los neumas en la Edad Me-día permitió fijar algunas caracteristicas. El sistema de conservación fue perfeccionado con las formas de notación actual. Es de suponer que si la música es de tan antigua data, también los textos sean muy antiguos. Las recreaciones que grandes músicos han realizado conservan la letra sin alteraciones. En el siglo XIX, los réquiem pierden relación con su origen litúrgico, los compositores románticos evocan estados emocionales dantescos que dan lugar a obras en que lo pintoresco se une a un brillo orquestal excepcional, como ocurre en Berlioz y Verdi. Pese a esto, en general, conservan la letra tradicional, salvo el caso del Réquiem alemán de Brahms que utiliza otros textos de las Sagradas Escrituras con el objeto de integrar también a los creyentes judíos.

    El Libera Me de Fauré, que es el texto paralelo del último poema de Morales, es un agregado al ritual de la misa propiamente tal. Se canta o reza en el momento en que el catafalco va a ser retirado de la iglesia para ser llevado al cementerio. Corresponde a un momento de gran dramatismo y representa el climax del sentir que acompaña a las misas de funeral. A diferencia de otros poemas del libro, el temple del "Libera Me" concuerda con el del texto litúrgico en cuanto es una angustiada petición del yo poético de ser salvado de lo que separa de la verdad y la paz. Incluso se dirige a un Dios al que se pide ser liberado del propio corazón. Palabras que yo interpreto como el reconocimiento de la actitud transgresora y del rechazo a lo divino que habían sido la tónica preponderante.

  3. MATRICES DE SENTIDO

    Réquiem es una tensa y angustiada línea poética que se despliega entre dos puntos. El primero representado paradigmáticamente por el poema "Rex tremendae" y, el último, por "Libera Me", cuyos cuatro versos finales expresan el sentir que cierra el recorrido desde la rebeldía contra Dios que es el temple dominante, a la entrega que se explicita en la dramática petición de ser liberado del propio corazón. ¿Será posible un nuevo modo de sentirse persona humana? ¿Un yo en el que more la esperanza de un vivir y un morir que tengan una respuesta trascendente? Si bien es cierto que el libro despliega el fin de un siglo que merece ser reducido a cenizas, también es cierto que la posibilidad de una liberación se va configurando lentamente en el trascurso poemático para explicitarse en forma rotunda en el último poema. Liberación imaginada no solo para el yo poemático, sino para todos aquellos a los que nos cruza el tiempo como un "trueno congelado".

    Si el sujeto, testigo y profeta (como veremos en el análisis) puede asomarse a una realidad otra, esto abre la posibilidad del perdón, incluso para los que merecen la condenación.

    "Libéralos entonces porque la Luz existe y el pacto del profeta se cumplirá en el tiempo. (...) libéralos ahora... y ninguno entona un canto de alabanza (...) Porque si cae el cielo y nada los consuela, porque si nadie baila al ritmo de Tu gracia peor es la memoria que nunca nos perdona (...)"

    (p. 36)

    Pero la humanidad es

    "una multitud que ya no escucha el desgarrado pálpito de Dios". (p. 34)

    Versos que se modulan en torno a una matriz básica. Por un lado, la humanidad que no escucha a Dios; y, por otro, el pálpito de Dios que recoge la nueva actitud lírica del yo poético que ahora da cabida a la existencia de la divinidad. Un Dios que en "lngemisco" es:

    "El Dios que no responde a las preguntas, el Dios que resucita y no contesta, el Dios como un testigo inconmovible", (p. 31)

    y que en "Rex Tremendae" (p. 28) es un Dios terrible que "nos inunda en la desgracia", vengador, "que permitió la muerte injusta", "Trueno"...

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