Notas para una filosofia social de la experiencia quimicamente alterada. - Núm. 35, Junio 2005 - Cyber Humanitatis - Libros y Revistas - VLEX 56739183

Notas para una filosofia social de la experiencia quimicamente alterada.

AutorVera, Adolfo
CargoTextos

En cierta ocasión, cuando le preguntaron por sus problemáticas relaciones con el marxismo, en un momento -los años 70- en que figurar o no como continuador del legado de Marx significaba en gran medida estar o no en el camino correcto, Michel Foucault respondió: "Me sucede con frecuencia citar frases, conceptos, textos de Marx, pero sin sentirme obligado a adjuntar la pequeña pieza identificadora que consiste en hacer una cita de Marx, en poner cuidadosamente la referencia a pie de página y acompañar la cita de una reflexión elogios& Mediaciones gracias a las cuales uno será considerado como alguien que conoce a Marx, que reverencia a Marx y se verá honrado por las revistas llamadas marxistas. Yo cito a Marx sin decirlo, sin ponerlo entre comillas..." (Cf. "Entrevista sobre la prisión: el libro y su método", en: Microfísica del poder, editorial La Piqueta, Madrid, 1992, p.100).

Comienzo por esta breve referencia precisamente porque, en verdad, este no es un texto sobre Michel Foucault, aunque sí lo citaré con comillas en más de una oportunidad, sino uno elaborado a partir de su pensamiento, entre otras cosas porque no pretendo pasar aquí por un especialista más en su extensa y compleja obra. Me parece, en cualquier caso, que justamente esta fue la manera en que él mismo quiso trabajar con sus textos y autores canónicos, por ejemplo frente a Nietzsche, de cuya obra dice en la misma entrevista: "Yo, las gentes que amo, las utilizo. La única marca de reconocimiento que se puede testimoniar a un pensamiento como el de Nietzsche es precisamente utilizarlo, deformarlo, hacerlo chirriar, gritar." (Op. cit., p. 101). Habríamos, pues, aquí, igualmente de hacer chirriar, gritar y deformar al pensamiento foucaultiano. ¿Cómo hacer chirriar al gran chirriador, cómo obligar a gritar al gran transmisor de alaridos, cómo deformar al gran deformador? Problema que, a todas luces, escapa de nuestras posibilidades actuales. Pero la naturaleza misma del asunto que aquí trataremos nos obliga a proceder de tal suerte. Pues la cuestión de la droga, o para decirlo de un modo menos transido del lenguaje policial, la cuestión de la alteración química de la experiencia -más adelante veremos por qué antes alteración de la experiencia que de la conciencia- no fue tratada directamente por la investigación foucaultiana, aunque es evidente -tal evidencia habrá de traslucirse a partir de esta ponencia- que sí fue rozada, rondada y circundada, y por ello pertenece al campo de problemas que pueden ser no sólo estudiados, sino que ante todo activados desde la mirada de eso que habriamos de llamar la experiencia-Foucault. Experiencia, ésta última, que no es sólo la de un pensamiento, la de un conjunto de obras, papeles e investigaciones -no se trata en primera instancia de la experiencia de un autor-, sino antes que nada eso mismo, sólo eso: una experiencia, un estallido de fragmentos dispersos reapropiables, tal vez, por la academia, en un rostro borroso -experiencia desnuda que, en cualquier caso, ha servido, como pocas -como aquella de Nietzsche, o aquella de Rimbaud, o aquella de Artaud- de activadora, disparadora y prendedora de otras experiencias: y, como ya se ve, la cuestión de la experiencia será central en lo que de ahora en más elaboraremos.

Y esto que muy tentativamente elaboraremos en lo que sigue refiere a los prolegómenos de lo que podría Ilamarse -siempre preliminarmentenotas para una filosofia social de la experiencia quimicamente alterada. Pues aquí hablaremos, justamente, de la alteración de la experiencia. Ahora bien, pensamos que sentar las bases de una empresa semejante debe necesariamente hacerse utilizando -y entonces deformándolo y haciéndolo chirriar- al pensamiento-experiencia foucaultiano. Este pensamiento y esta experiencia, como se sabe, desarrollaron a lo largo de su actividad -la que, según él mismo lo estableció, en ningún caso debía comprenderse como unitaria y continua, sino más bien...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR