Nuevas y antiguas identidades regionales: conflicto, exclusi - Vol. 42 Núm. 126, Mayo 2016 - EURE-Revista Latinoamericana de Estudios Urbanos Regionales - Libros y Revistas - VLEX 641610453

Nuevas y antiguas identidades regionales: conflicto, exclusi

AutorLetelier, Francisco
CargoEnsayo

RESUMEN | A partir del caso de la región del Maulé en Chile se reflexiona acerca de los procesos de construcción de región. Utilizando las categorías de antiguas y nuevas regiones e identidades funcionales y profundas (Paasi, 2011; Terlouw, 2011), se revisan los efectos territoriales que tuvo el proceso de regionalización chileno iniciado en los años setenta. Utilizando diversas fuentes de información, se ponen en evidencia las desigualdades que el proceso de regionalización produjo en el territorio, proceso conceptualizado -en el caso del Maulé--como de constitución de la región nueva, asentada en torno a las dos ciudades más importantes del territorio así definido; y precarización de la región antigua, representada por las antiguas provincias. La primera se consolida en desmedro de la segunda. Pese a estas diferencias, se constata, al mismo tiempo, las hibridaciones: la región nueva contiene a la región antigua, y viceversa. Se concluye que articular esta dicotomía es central para los procesos de desarrollo regional.

PALABRAS CLAVE | desarrollo regional y local, desigualdades regionales, descentralización.

ABSTRACT | This article reflects on the processes of region building, considering the case of the Maule region in Chile. Drawing upon the categories of old and new regions, as well as functional and deep identities (Passi, 2011; Terlouw, 2011), the territorial effects related to the Chilean process of regionalization, started in the 1970s are reviewed. Using different sources of information, the inequalities generated in the territory by this process are shown, conceptualized as the constitution of the new region, based in the two main cities of the region; and the precarization of the old region, represented by the old provinces. The first region is developed at the expense of the second one. Despite these differences, two hybridations are observed; the new region includes the old one, and vice versa. It is concluded that the management of this dichotomy is key to the processes of regional development.

KEY WORDS | regional and local development, territorial inequalities, descentralization.

Introducción

En Chile, la regionalización es un proceso impulsado y comandado desde el poder central (Boisier, 2000; Valenzuela, 1999). Iniciada en 1974, tuvo dos motivaciones principales: i) en el ámbito político-económico, buscó mejorar la efectividad del gasto, desconcentrar servicios para aumentar la eficiencia del sector privado volcado a los mercados internacionales, y disminuir el tamaño del Estado central (Valenzuela, 1999); ii) en lo geopolítico, obedeció a la búsqueda de una estructura de control para ejercer gobierno y resguardar la seguridad nacional (Arenas, Hidalgo, Orellana & Aliaga, 2007).

Boisier (2000) indica que la regionalización chilena no responde a demandas sociales o circunstancias históricas. En términos de la teoría de las políticas públicas, ella es el resultado de una racionalidad burocrática weberiana. La regionalización nace desde el corazón del Estado y es impuesta, primero, por un decreto presidencial; y posteriormente, con la fuerza de un decreto ley en plena vigencia de un autoritarismo a ultranza.

La delimitación de las actuales regiones no tuvo un correlato en las características agroecológicas, históricas o económico-productivas del territorio. Más que reconocer la existencia de una configuración territorial preexistente, buscó establecer regiones que fuesen funcionales al proyecto de transformaciones neoliberales iniciado por el gobierno militar (Arenas et al., 2007, p. 361). Al respecto, Milton Santos (1997), al referirse al espacio geográfico contemporáneo, señala que este es cada vez más artificial, que su valor depende de su eficiencia y contribución a la productividad económica, y que esto produce espacios hegemónicos y homogéneos. Como indica Giddens (1984), se generan divisiones espaciotemporales de actividades y de relación, a las cuales de denomina "regiones".

Para Soja (1989), la noción de región se basa en la geografía del poder, que segrega y compartimenta la interacción humana, puesto que controla la presencia y la ausencia, la inclusión y la exclusión. Complementando estas ideas, Paasi (2011) y Terlouw (2011) argumentan que las regiones son estructuras y procesos institucionales que existen y obtienen sus significados en la práctica social y en una constelación de relaciones de poder (Allen, Massey & Cochrane, 1998, citado en Paasi, 2011). Estas, las relaciones de poder, pueden tener su origen en complejos contextos institucionales localizados en las propias regiones, o fuera de ellas (Paasi, 2011), como ocurre en el caso chileno.

Para Paasi y Terlouw, tres son los aspectos del proceso de constitución de una región. En primer lugar, la forma territorial, vinculada a su fisonomía física, sus bordes históricos y las características de su población. Para el caso chileno, las actuales regiones se conformaron sin considerar, por ejemplo, las relaciones sociales, productivas, culturales--existentes entre territorios, los que hoy son partes constitutivas de regiones distintas (1), así como tampoco dan cuenta de dinámicas interregionales que fueron afectadas por la nueva división provincial (2). Un segundo aspecto hace referencia al universo simbólico que se conforma y que se manifiesta en la práctica social que produce y reproduce la región, y que permite construir narrativas de identidad para simbolizarla (Giménez, 1994). Diversos estudios (Barómetro Regional, 2013; Encuesta Nacional de Estratificación Social, 2009) muestran la escasa identificación de las personas con lo regional, situación que cambia cuando se habla de lo local-comunal. La propia Subsecretaría de Desarrollo Regional (Subdere, 2009) reconoce que el gran déficit del proceso de descentralización en Chile se da en el ámbito de la conformación de identidades regionales.

Finalmente está la forma institucional, que se manifiesta como representaciones políticas, prácticas de planificación, gobernanza y políticas locales, sistemas de educación, las asociaciones que funcionan en la sociedad civil, medios regionales y locales, y literatura (Paasi, 2011; Terlouw, 2011). En esta doble dimensión de constitución de Estado y sociedad civil regional, vemos que los avances son escasos. Por ejemplo, en el ámbito de las representaciones políticas, los delegados regionales (consejeros) tradicionalmente han sido nominados indirectamente, cuestión que si bien cambió en la elección de noviembre de 2013, dejó a los consejeros elegidos con atribuciones limitadas respecto a las del jefe del gobierno regional (intendente) quien es designado por el o la Presidenta de la República, ante quien responde (Altman, 2011).

A lo anterior se añade que los niveles de conocimiento de los ciudadanos respecto a los estamentos regionales y provinciales de gobierno, como el grado de la confianza en ellos, son reducidos (Encuesta Nacional de Estratificación Social [ene], 2009; Barómetro Regional, 2013, entre otros). Respecto a las prácticas de planificación y gobernanza, pese a la puesta en marcha de la Ley Orgánica de Administración y Gobiernos Regionales--que ha permitido incrementar el nivel de incidencia regional sobre la inversión pública, que hoy llega a cerca de un 20%, así como dotar a las regiones de un pequeño aparato burocrático--, la planificación que se diseña en el nivel de las regiones es solo indicativa (Estrategias de Desarrollo Regional y anteproyecto regional de inversiones) y poco tiene que ver con la inversión realizada. De hecho, no existen procesos de planificación regional, ni políticas regionales reales (Espinoza & Rabi-Blondel, 2013).

Como resultado de estas limitaciones, la región aparece más como una delegación política del gobierno central, que como un espacio de representación de los ciudadanos. En el ámbito de la sociedad civil encontramos una incipiente y muy limitada articulación de actores a escala regional (Universidad de los Lagos, 2010). Diversos estudios muestran que si bien el tejido asociativo chileno tiene densidad, la vinculación de cada unidad con otros grupos no se manifiesta en la participación en estructuras, movimientos o corrientes asociativas de alcance provincial o regional, desde las cuales se dinamice la sociedad y se elabore una crítica reformista y cultural, se generen alternativas, se produzcan y administren discursos y se construya capital cultural (Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo [PNUD], 2000).

Con todo, lo que denominamos "región" y naturalizamos como una entidad territorial realmente existente, es hoy más un dispositivo político-administrativo que el Estado central ha impuesto sobre realidades territoriales, simbólicas e institucionales preexistentes: las antiguas provincias, departamentos y comunas, donde se encuentra la mayor densidad simbólica e institucional (Subdere, 2010) y donde el sentimiento de pertenencia se ha venido construyendo a través de narrativas variadas, como las relaciones entre los sujetos y la naturaleza, el paisaje, el medioambiente construido, la cultura, la etnicidad, la historia compartida, utopías, patrimonio tangible e intangible, entre otros (Méndez, 2007). No queremos decir con esto que la centralización comienza con la regionalización definida por la dictadura, sino que el alegato descentralizador, que ha estado presente sistemáticamente a lo largo de la historia de Chile (Valenzuela, 1999), quedó preso de una simulación llamada "región", que en vez de ser un espacio de representación política del territorio se convirtió en un locus de control del Estado nacional. De hecho, la Subdere (2010) habla de la necesidad de iniciar una segunda etapa asociada al desarrollo territorial subnacional, con foco en las condiciones y capacidades endógenas de regiones y comunas. Las estructuras de gobierno descentralizadas solo operan adecuadamente cuando tienen lugar procesos de desarrollo endógenos, liderados y conducidos por actores regionales...

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