Péndulos inelásticos: la mercantilización capilar de la penalidad - Núm. 2-2, Julio 2016 - Derecho y Crítica Social. Revista Académica Internacional y Multidisciplinaria - Libros y Revistas - VLEX 704521705

Péndulos inelásticos: la mercantilización capilar de la penalidad

AutorJosé Ángel Brandariz
Páginas307-315

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Cualquier persona no residente en Estados Unidos que pasee por las calles de una ciudad de ese país difícilmente entenderá el sentido de los letreros comerciales que Joshua Page reproduce en su artículo Desperation and Service in the Bail Industry. Como bien señala el profesor de Minnesota, las bail bonds offices, esto es, la industria privada de las fianzas penales, es un fenómeno esencialmente estadounidense, casi desconocido en el resto del planeta.

El breve texto de Page hace una aproximación al funcionamiento de esta industria, desde la posición privilegiada del trabajo de campo como agente de fianzas. Informa sobre el tipo de servicios desarrollados por tales negocios, narra las interacciones que se producen entre los operadores de las oficinas de fianzas y los acusados, presos, amigos y familiares que se ven obligados a recurrir a ellas, y presenta los efectos e implicaciones del funcionamiento de este sector económico. En ese sentido, el artículo de Page abre varios planos de lectura en extremo sugerentes. En línea con su imprescindible trabajo previo de análisis de la penalidad como campo1, el sociólogo norteamericano lleva a cabo un estudio etnográfico sobre uno de los más desconocidos actores privados que operan en ese campo. De esta forma, el artículo contribuye a la indagación sobre las devastadoras consecuencias sociales y económicas del sistema de control estadounidense2. Con ello, llama la atención sobre el hecho de que una metástasis punitiva como la que se ha producido en EE.UU. en las últimas décadas no solo ha conducido a la

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colonización de las instituciones y racionalidades de gobierno por parte de los lenguajes y las prácticas punitivas3, sino que ha penetrado en profundidad en todos los ámbitos de lo social, condicionando la vida de individuos y comunidades mucho más allá de los espacios delimitados de las agencias penales, como si de una plasmación táctil de la idea de ubicuidad del control de se tratase4. Otro de los ámbitos de indagación que sugiere el texto es el de la relación entre la gubernamentalidad neoliberal y la provisión mercantilizada de servicios necesarios para el ejercicio de los derechos individuales frente a la punición estatal.

Sin perjuicio de ello, en el momento presente el texto también permite reflexionar sobre los límites, escollos y debilidades de la evolución de la penalidad verificada en Estados Unidos, así como en otros países, en la etapa reciente.

La imagen del péndulo oscilante (swinging pendulum) es empleada con frecuencia en el contexto norteamericano como metáfora en materia de penalidad5. De acuerdo con esta idea, las racionalidades penales operan como un péndulo, que va oscilando en diversas etapas entre momentos de severidad y populismo punitivo y fases de mayor tolerancia e inclusión. No en vano, Page ha recurrido a esa imagen en el sugerente libro que ha publicado recientemente con Philip Goodman y Michelle Phelps, Breaking the Pendulum: The Long Struggle Over Criminal Justice6. En este ámbito, el plano de análisis que abre Desperation and Service in the Bail Industry es el de las fricciones que frenan el actual movimiento oscilante del péndulo, y el papel que juega en ello la mercantilización capilar del control del delito, de la que son expresión tanto las empresas privadas de ejecución penal (v.gr., Correctional Corporation of America) cuanto sectores menos perceptibles, como las bail bonds offices.

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En qué medida el péndulo está realmente oscilando es un interrogante de gran relevancia en el momento actual. Hay buenas razones para pensar que el movimiento se ha iniciado, y no de manera irrelevante. En la última década, la población penitenciaria ha caído de forma generalizada en Europa, con especial incidencia en Alemania, España, Irlanda, Italia, Países Bajos (donde la tasa de población penitenciaria se ha contraído un 53,1% entre 2007-2015) o Suecia. Esta situación es, en líneas generales, ajena a otras regiones, como es el caso de Sudamérica. Sin embargo, en ese subcontinente destaca la circunstancia de que Chile también ha visto descender de forma significativa su tasa de encarcelamiento, como consecuencia de reformas penales y administrativas que –por cierto- no fueron puestas en marcha por un gobierno de la Concertación. En efecto, de acuerdo con los datos de la United Nations Office on Drugs and Crime7, la población penitenciaria de Chile ha descendido un 20,6% entre 2010-2015, y su tasa de presos por cada 100.000 habitantes ha disminuido de 353 a 277 en el mismo periodo.

Todo ello marca una tendencia novedosa. No obstante, lo que permite afirmar que estamos ante algo más que –por utilizar de forma libre la metáfora económica- el rebote de un gato muerto (dead cat bounce) es la evolución estadounidense. De acuerdo con los datos del Bureau of Justice Statistics8, la tasa de encarcelamiento ha descendido en EE.UU. un 11,8% entre 2008 y 2015 (de 760 a 670 presos por 100.000 habitantes) y el número total de personas sometidas a control penal lo ha hecho un 8,1% entre 2007-2015. Sin lugar a dudas, se trata de un descenso moderado9. No obstante, teniendo en cuenta la evolución...

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