¿Como se piensa la ciudad? Analisis critico de un siglo de gestion y planificacion urbana. - Vol. 32 Núm. 96, Agosto 2006 - EURE-Revista Latinoamericana de Estudios Urbanos Regionales - Libros y Revistas - VLEX 55812863

¿Como se piensa la ciudad? Analisis critico de un siglo de gestion y planificacion urbana.

AutorParraguez S
CargoEure tribuna

La sociedad contemporánea se transforma de prisa y, desbordados por la evolución constante, a veces medimos mal cómo han cambiado en poco tiempo los objetos que utilizamos, nuestra forma de actuar, de trabajar, las relaciones familiares, las diversiones, los desplazamientos, las ciudades en las que vivimos. Sin lugar a dudas, esta dificultad para percibir los cambios también es observable en el ámbito del desarrollo urbano. No obstante, numerosos indicios y análisis nos llevan apensar que constantemente "se hacen necesarios cambios importantes en el concepto, la producción y la gestión de las ciudades y de los territorios" (Ascher, 2004:17-18).

Entendiendo que el análisis crítico de los procesos históricos permite la aprehensión de aspectos que marcan las disciplinas en este enlace dialéctico del presente y del pasado (Monteiro y Silva, 1994), el siguiente escrito se plantea como objetivo una revisión de aquel proceso que desencadena el cambio entre un modelo holístico-normativo-centralista de gestión urbana a aquel que se adecúa estratégicamente a las nuevas exigencias territoriales. Todo esto, sin perder nunca de vista la comprensión y proyección de lo que vendrá a futuro.

Para ello, se plantea que el proceso de transformación de la gestión urbana se instala en uno bastante más amplio, denominado modernidad, el cual persigue, muy esencialmente, la creación de una sociedad racional. Según Touraine (1994; 18), "la modernidad ha hecho de la racionalización el único principio de organización de la vida personal y colectiva al asociarlo al tema de la secularización, es decir, prescindiendo de toda definición de los 'fines últimos'".

En este sentido, se entiende que si bien la modernidad no es un estado, la modernización tampoco es un proceso continuo, y es posible distinguir, hasta ahora, tres grandes fases: Edad Moderna (1), Revolución Industrial y Modernidad Radical (2) (Ascher, 2004). Para erectos de este texto, sólo se abordarán las dos etapas más recientes del proceso moderno. Como es de suponerse, a cada una de dias le corresponden princípios y modos de concepción y organización del territorio más o menos específicos, los cuales se analizan a continuación.

La segunda revolución urbana moderna

Este período, correspondiente a la Revolución Industrial, "comenzó con la revolución agrícola --que incrementó la producción de alimentos pero expulsó del campo a gran cantidad de agricultores--y con el desarrollo concomitante del capitalismo industrial. Este doble proceso provocó un enorme crecimiento demográfico en las ciudades, lo que supuso una expansión espacial acelerada que dio lugar, al mismo tiempo, a una grave pauperización de una parte de las poblaciones urbanas" (Ascher, 2004: 24-25).

Para algunos grupos, el advenimiento de la era maquinista había provocado la entrada del caos a las ciudades, ante lo cual estas ciudades se desviaban absolutamente de su "destino", que sería el satisfacer las necesidades biológicas y psicológicas primordiales de sus habitantes. La causa, se decía, estaba en la ausencia de reglas lógicas con las cuales someter el florecimiento industrial: "Al contrario, todo ha sido abandonado a la improvisación, que, si alguna vez favorece al indivíduo, agobia siempre a la colectividad" (CIAM, 1957: 87).

Estas aseveraciones provenían de la convicción de que el ser humano poseía la capacidad para poder conducir racionalmente los procesos sociales (De Mattos, 2005). En este sentido, el éxito de algunas teorías científicas, y en particular la teoría de la gravedad de Newton, llevaron a argumentar, a principios del siglo XIX, que el universo era completamente determinista. Laplace, científico francés, "sugirió que debía existir un conjunto de leyes científicas que nos permitirían predecir todo lo que sucediera en el universo, con la única condición de que conociéramos perfectamente su estado en un momento determinado" (Fernández Güell, 1997: 58).

Si bien la doctrina del determinismo científico fue ampliamente criticada por diversos sectores, por considerar que infringía la libertad divina de intervenir en el mundo, se constituyó como el paradigma de la ciencia, la cultura y la economía hasta los primeros años del siglo pasado (Fernández Güell, 1997). Es así como, durante la primera mitad del siglo XX, el fordismo, sistema de producción imperante en la época, basaba su funcionamiento en la previsibilidad del futuro. Las empresas podían producir antes de vender, amortizar las variaciones con los stocks e invertir a largo plazo. En este contexto, "la planificación era uno de los instrumentos fundamentales para los países, las empresas, para el desarrollo urbano y la ordenación territorial" (Ascher, 2004: 45-46).

Por lo tanto, no debería sorprender que el urbanismo moderno también se haya propuesto corregir las ciudades que hacían la desgracia del hombre (CIAM, 1957) a través de diversas propuestas también representativas de un racionalismo radicalizado. Ellas "expresaban la convicción de los planificadores urbanos sobre su plena capacidad para modelar y estructurar a las ciudades conforme aplanes directores representativos de un urbanismo arquitectónico (De Mattos, 2003). Un ejemplo paradigmático de...

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