Resumen ejecutivo
Autor | Rafael Caviedes D. |
Cargo | Master en Economía y Dirección de Empresas, IESE, Universidad de Navarra. Ex Presidente de la Asociación de Isapres de Chile |
Páginas | 5-5 |
Libertad y Desarrollo
uchas veces se nos compara con los sistemas
de salud que existen en países avanzados, como
Inglaterra, Holanda, Suecia o Suiza, pero ellos
gastan entre 4 a 5 mil euros per cápita al año, en
circunstancia que Chile gasta mil euros. Su población tiene
otro nivel cultural, su medicina ha alcanzado otro desarro-
llo tecnológico y, aún así no están exentos de problemas.
La demanda por servicios de salud aumenta en todas par-
tes del mundo. Chile ha pasado de una esperanza de vida
de 55 años en la década de los cincuenta, a una esperanza
promedio de 80 años para el 2017. ¿Cómo afecta esto los
costos y demandas en salud? En mucho, pues los adultos
mayores gastan entre 6 y 8 veces más en salud que una
persona joven. Las enfermedades infecciosas, que tienen
un tratamiento de menor costo, han dado paso a las en-
fermedades degenerativas y crónicas de costosos trata-
mientos. Chile enfrenta esta dura realidad con más de 11
millones de chilenos (61% de la población) que padecen de
alguna patología crónica y 5,7 millones (40% de la pobla-
ción) que presentan condiciones del síndrome metabólico.
La oferta de servicios médicos depende básicamente del
avance tecnológico y de los modelos de pago a los presta-
dores de salud. Las alternativas de modelos de pago inclu-
yen: remuneraciones jas, pago por prestaciones, pago por
egresos, capitación, pago por resultados y pago basado en
el valor. La búsqueda de mecanismos que permitan hacer
más eciente el sistema de salud chileno sugiere avanzar
desde el actual mecanismo de pago por prestaciones (fee
for service) a uno que estimule la ecacia del gasto por so-
bre la generación de prestaciones médicas per sé, como es
el pago basado en el valor (value based healthcare).
La reforma del sistema de salud del año 1980 desconcen-
tró el sistema público, creando 27 servicios de salud, su-
puestamente descentralizados, con personalidad jurídica y
patrimonio propio. Esa reforma pretendió separar las fun-
ciones de rectoría del sector en el Ministerio de Salud, de
nanciamiento en FONASA y de operación en el Sistema
Nacional de Servicios de Salud, pero el resultado nal -en
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la práctica- no fue más que el mismo Ministro de Salud
terminara a cargo de las tres áreas; vale decir, un sistema
muy centralizado en las decisiones políticas. Asimismo,
en el sector privado se crearon las Instituciones de Salud
Previsional (Isapres), también con un criterio de descentra-
lización y de colaboración público-privada, para un sector
de la población que podía resolver sus problemas de salud
sin intervención del Estado.
En cuanto al rol del Estado en salud, cabe preguntarse:
¿la salud pública debe ser pública? Absolutamente sí, en
lo que se reere a rectoría, normativa, hábitos saludables,
educación, promoción, regulación, control sanitario, vigi-
lancia epidemiológica y cautelar el derecho de los ciuda-
danos al acceso a los sistemas de salud. No, en lo que se
reere a provisión de seguros y servicios médicos, salvo
como excepción por razones geopolíticas, sociales o de
necesidad pública. No signica que el Estado no deba velar
por garantizar el acceso de todas las personas al sistema
de salud. El punto es que no necesariamente los servicios
los debe proporcionar directamente el Estado. La ingenie-
ría social que existe detrás de la planicación centralizada
sólo ha demostrado las buenas intenciones de aquellos
que promueven esas ideas, pero a la larga, se ha compro-
bado el fracaso y los malos resultados en la búsqueda del
bien común.
¿La salud privada es el problema o parte de la solución? En
la medida que la sociedad organizada, es decir, empresas,
universidades, cooperativas u otras organizaciones -con o
sin nes de lucro- están dispuestas a asumir la responsa-
bilidad para cumplir las políticas de salud que la autoridad
dena, el Estado debería nanciar y regular esas activida-
des y delegar su ejecución al sector privado.
El Capítulo I contiene un diagnóstico y un marco concep-
tual para entender el sistema de salud chileno. El Capítulo
II describe el sistema de salud chileno. El Capítulo III ana-
liza el rol del Estado en materia de salud y el Capítulo IV
propone algunas reflexiones nales.
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