La trampa de la desigualdad - Núm. 297, Agosto 2018 - Revista Libertad y Desarrollo - Libros y Revistas - VLEX 737187137

La trampa de la desigualdad

AutorGonzalo Schwarz
CargoPresidente y CEO del Archbridge Institute
Páginas22-23
22 Libertad y Desarrollo / lyd.org
LA TRAMPA DE
LA DESIGUALDAD
n el discurso público, la trampa
de la desigualdad nos lleva a
pensar en imágenes donde los
pobres son oprimidos por los
ricos. Donde hay gente que no
puede salir de la pobreza porque hay perso-
nas que tienen mucho dinero.
Sin embargo, la principal razón por la que
la desigualdad es una trampa es otra. Es
porque no nos deja enfocarnos en lo más
importante que es la movilidad social, redu-
cir la pobreza y en liberar el potencial de los
uruguayos.
Actualmente la desigualdad, movilidad so-
cial y reducción de pobreza se utilizan como
sinónimos en el debate político y económico
cuando en realidad no quieren decir lo mis-
mo ni las soluciones para esos problemas
son las mismas. Muchos estudios muestran
que, aunque existe una relación entre esos
fenómenos no existe una causalidad, es de-
cir que la mayor desigualdad no necesaria-
mente genera más o menos movilidad social
o más o menos pobreza. Finlandia tiene el
mismo nivel de desigualdad que Ucrania,
Dinamarca tiene el mismo nivel de desigual-
dad que Pakistán y EE.UU. tiene la misma
desigualdad que El Salvador. Si el problema
Efuese la desigualdad, Ucrania, Pakistán y El
Salvador ya serían potencias mundiales.
La trampa de la desigualdad viene en que
usualmente las soluciones a este problema
generan más barreras a la movilidad social
y a la reducción de la pobreza. Las solucio-
nes más comunes a la desigualdad son más
impuestos corporativos, más regulaciones
y sueldos mínimos más altos. No obstante,
los países con menos desigualdad y más
movilidad en el mundo son aquellos que tie-
nen los mejores niveles de competitividad,
y facilidad de hacer negocios, mercados la-
borales más exibles y la menor corrupción.
Los ejemplos preferidos de los países con
menor desigualdad y mayor movilidad so-
cial en el mundo son los países escandina-
vos. Sin embargo, Dinamarca, Finlandia,
Noruega y Suecia son países que guran
en lo más alto de los rankings de compe-
titividad y facilidad de hacer negocios. Son
los cuatro mejores países en los índices de
estado de derecho y corrupción, es decir tie-
nen instituciones sólidas. Y más allá de que
los impuestos personales sean altos, los im-
puestos a las empresas no lo son. Dichas ta-
sas corporativas uctúan alrededor del 20%
para esos países cuando en Uruguay es del
25%. Y todas las investigaciones académicas
apuntan que los impuestos más perjudicia-
les al desarrollo económico son los impues-
tos corporativos y no a la renta personal.
No por eso los impuestos altos a la renta
son algo bueno. Los ciudadanos de esos paí-
ses pueden pagar impuestos altos porque
hay más dinamismo económico, más parti-
cipación laboral y menos inación. Dichos
países tienen las tasas de empleo más al-
tas de la OCDE y como vimos incentivan de
gran manera la iniciativa privada. Por ejem-
plo, la tasa de participación laboral, cuánta
gente trabaja de la población económica-
mente activa, es de 82% en Suecia y 79%
en Dinamarca mientras que en Uruguay fue
de 58% en 2017. ¿Podemos costearnos ese
nivel de impuestos cuando la inación en
Uruguay es del 8% mientras que en Suecia
es del 2,5% y en Dinamarca apenas del 1%?
En última instancia, el mejor vehículo para
la movilidad social y reducción de la pobre-
za es el trabajo. Los planes sociales, aunque
necesarios para ayudar a los más vulnera-
bles, también generan dependencia y no
son sustituto a un ingreso sostenible y dig-
no, que sólo viene del trabajo.
Pero esos trabajos tienen que venir y ser
generados de algún lado. Por eso hasta los
Gonzalo Schwarz
Presidente y CEO del Archbridge Institute

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