A traves de los ojos de chamanes: infancia y la construccion de la identidad en las novelas Balun-Canan, de Rosario Castellanos, y Bless Me, Ultima, de Rudolfo Anaya. - Núm. 41, Enero 2007 - Cyber Humanitatis - Libros y Revistas - VLEX 634501277

A traves de los ojos de chamanes: infancia y la construccion de la identidad en las novelas Balun-Canan, de Rosario Castellanos, y Bless Me, Ultima, de Rudolfo Anaya.

AutorHidalgo Nava, Tomás

La identidad cultural no es algo que uno pueda encontrar, heredar o recibir como un producto prefabricado. Sin duda, es el resultado tanto de una negociación como de una construcción que comienza en los primeros años de la infancia. Bien dijo la poeta y narradora mexicana Rosario Castellanos: "No es posible vivir/con este rostro/que es el mío verdadero/y que aún no conozco" (Poesía no eres tú 179). Este proceso es evidente en culturas híbridas como la mexicana y la mexicano-americana, las cuales se han desarrollado y evolucionado dentro de los intersticios entre las culturas europea y amerindia y entre la aplicación de proyectos modernizantes y la persistencia de formas tradicionales de vida. La literatura mexicana y aquella creada por autores de origen hispano en los Estados Unidos se han interesado en abordar este tópico, ya que ambas se encuentran inmersas en ese contexto de in betweeness o intersticiedad.

El propósito primordial del análisis que a continuación presento ha sido el comparar un par de destacados ejemplos de cómo esas dos tradiciones literarias, tan interconectadas, han descrito el mencionado proceso de negociación y construcción de identidades tanto en individuos como en comunidades. Balún-Canán (1957) y Bless Me, Ultima (1972) son novelas que presentan a niños que han crecido en los márgenes de fronteras políticas, sociales y culturales y cuyos antepasados proceden de diferentes culturas y grupos étnicos. Estos pequeños se enfrentan a diario a la interrogante que, de acuerdo con el Premio Nobel mexicano Octavio Paz, los pueblos en vías de desarrollo usualmente se plantean: "¿Qué somos y cómo realizaremos eso que somos?" (El laberinto 9). Una niña ladina [1] en Balún-Canán y Antonio en Bless Me, Ultima experimentan la construcción de su identidad dentro de comunidades específicas. La niña ladina, cuyo nombre jamás se menciona en la obra -Io cual es sumamente sintomático de su marginalidad-- se desarrolla en los años 30 del siglo XX, en la región de Comitán, Chiapas, en el sureste de México, a unos 90 kilómetros (alrededor de 56 millas) de la frontera con Guatemala. Antonio habita en el estado fronterizo de Nuevo México, en un pueblo ficticio llamado Las Pasturas, en los años 40, en plena época de la Segunda Guerra Mundial. La meta consciente o inconsciente de ambos niños es ensamblar todas aquellas piezas de sí mismos que se encuentran dispersas. Para alcanzar tal objetivo, cuentan con la ayuda de mediadores o mentores que les enseñan cómo establecer un diálogo con el pasado, la naturaleza y su realidad a través de la tradición y construyendo puentes hacia otras influencias culturales. En el caso de la niña ladina, su mediador es su nana, una indígena tzeltal, en tanto que Antonio tiene el apoyo de Ultima, quien de acuerdo con la información proporcionada en la novela es una curandera con fuertes raíces indígenas.

Aunque la novela chicana Bless Me, Ultima se encuentra incluida dentro del universo de la literatura estadounidense, considero que comparte preocupaciones similares con la novela de Castellanos en lo que se refiere a la persistencia del racismo, el sexismo y el colonialismo en dos regiones "sureñas" donde las fronteras cultural, racial y nacional se tornan imprecisas y vagas por los constantes desplazamientos de personas e ideas. Mi interés es probar que ambas novelas concuerdan en su visión de los resultados de tales desplazamientos y en su perspectiva sobre cómo estos últimos hacen imposible sostener o defender la noción de una identidad fija e inmutable con base en el origen y nacionalidad de una persona o un grupo de individuos. De hecho, esta indefinición de las varias fronteras hace necesario un trabajo de ficción, una especie de chamanismo literario, a fin de construir identidades en las que confluyan las diversas vertientes del pasado que ni el nacionalismo ni la modernidad pueden explicar adecuadamente.

Los niños protagonistas de Balún-Canán y Bless Me, Ultima construyen su identidad a través de una serie de procesos. Primero, necesitan reconocer su incapacidad de evitar su hibridismo cultural. En otras palabras, deben percatarse de que no es factible para ellos el afiliarse a sólo uno de los múltiples componentes de su cultura. Segundo, es necesario que ellos reinterpreten y re-imaginen su relación con el pasado, la tradición y aun la naturaleza, a través de una estrategia de transculturación. Para alcanzar este objetivo, deben transgredir los rituales de instituciones como la familia, la Iglesia católica y la escuela-- que han apoyado y promovido la perpetuación de algunos vestigios coloniales, mismos que han causado en estos pequeños una crisis de identidad. Finalmente, estos niños eligen un camino alternativo que se aleja de aquella lucha traumática provocada por las oposiciones que han concurrido en estos protagonistas. Tanto la niña ladina en Balún-Canán como Antonio en Bless Me, Ultima han escogido la palabra escrita y la imaginación literaria para seleccionar y dar coherencia a esas piezas de sí mismos que se encuentran dispersas y residen en sus recuerdos.

Los protagonistas y otros personajes de estas novelas son evidentemente híbridos y multirraciales. Los dos niños son mestizos, una mezcla racial y cultural de raíces europeas y amerindias. Aunque la niña ladina y Antonio viven en diferentes contextos geográficos, comparten los vínculos que los unen a México y a su pasado. Este hecho me lleva a sustentar mi análisis comparativo en autores como Octavio Paz, José Vasconcelos y Gloria Anzaldúa, quienes han abordado la creación de las identidades mexicana y mexicano-americana. Aunque cada uno de ellos ofrece perspectivas diferentes e incluso opuestas en cuanto a este asunto, estos autores están de acuerdo en que la mexicanidad se encuentra en formación y que el mestizaje -entendido en este caso como la mezcla cultural y racial de europeos y amerindios-- es aún un proceso irresoluto.

En su importantísima obra El laberinto de la soledad (1950), Paz pone especial atención en el carácter contradictorio de los mexicanos. De acuerdo con este autor, sólo pocos de ellos "tienen conciencia de su ser en tanto mexicanos" (11). Por otro lado, Paz explica que la construcción de la identidad de estos últimos es sumamente problemática debido a que viven en diferentes niveles históricos. "Las épocas viejas no desaparecen completamente y todas las heridas, aun las más antiguas manan sangre todavía" (11). Esta superposición de niveles históricos es evidente en las vidas de la niña ladina y de Antonio. Ellos viven en comunidades que se hallan en transición de lo rural a lo moderno y donde añejas prácticas coloniales subsisten al lado de ideas, sistemas y estructuras que tienen más que ver con el futuro.

Otra contradicción que Paz observa en los mexicanos es su naturaleza dividida como hijos e hijas de la conquista española y de la derrota indígena. Según Paz, dicha conquista representa una violación simbólica y literal (77). "El mexicano no quiere ser ni indio, ni español. Tampoco quiere descender de ellos. Los niega. Y no se afirma en tanto que mestizo, sino como una abstracción: es un hombre" (78-79). Con base en esta visión, uno puede concluir que la tragedia del pueblo mestizo es tener un rostro cultural sin rasgos, tal como un hombre o una mujer cuya cara es una roca sin esculpir.

La visión de Paz implica que los mexicanos no hemos resuelto nuestro pasado y no estamos completamente dispuestos a hacerlo debido a que re-imaginar, reinterpretar y re-presentar aquel pasado provocan un profundo dolor en virtud de las heridas aún abiertas causadas por la conquista. Los niños protagonistas de las novelas de Castellanos y Anaya enfrentan este dolor potencial. Pero en lugar de dejarse atrapar por el trauma descrito por Paz, estos personajes siguen un camino más creativo para establecer y reafirmar su sitio dentro de sus comunidades y su cultura y frente a otros pueblos, aunque la niña ladina no es capaz al final de completar este proceso. Estos niños son conscientes de sus contradicciones internas, pero no tratan de negar su pasado. Por el contrario, buscan resolverlo proyectándolo hacia el futuro. Lo que es más, ellos se encuentran dispuestos a esculpir simbólicamente su propio rostro y no permitir que otros lo hagan por ellos. Esta visión se halla vinculada a las ideas de José Vasconcelos y Gloria Anzaldúa respecto del potencial utópico del mestizaje.

Al igual que Paz, la mexicano-americana Gloria Anzaldúa reconoce el choque cultural y la lucha interna que están implícitos en el proceso de mestizaje. Sin embargo, ella se aleja de la visión de Paz. Monika Kaup comenta que en lugar de enfocarse en el pasado irresoluto del mestizaje mexicano, Anzaldúa dirige su atención hacia el futuro. Dice Kaup: "[Anzaldúa] replaces the figure of the tragic mestizo, nostalgically Iooking back to a Iost homeland, with the figure of a 'new mestiza', who embraces the utopian potential of her hybrid identity" (195). En otras palabras, Anzaldúa se afilia a las ideas que José Vasconcelos, uno de los precursores de Paz, expresó en La raza cósmica (1925). Vasconcelos señala que el futuro de la humanidad depende de la creación de una quinta raza, una mezcla de todas las razas del mundo. Él considera que el continente americano -especialmente Latinoamérica-- es el lugar donde esa raza emergerá. Para Vasconcelos, el mestizaje es un fenómeno que hace a las culturas más fuertes.

En Borderlands/La Frontera: The New Mestiza (1987), Anzaldúa se vale de la teoría de Vasconcelos para proponer que las mexicano-americanas construyan una consciencia mestiza para deshacerse de los dualismos implícitos en las oposiciones español-indígena, masculinofemenino, raza blanca-raza de color. Anzaldúa señala:

The answer to the problem between the white race and the colored, between males and females, lies in healing the split that originates in the very foundation of our lives, our culture, our languages, our thoughts. A...

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