El universo significante en la poesía de Rosamel del Valle (1). - Núm. 32, Marzo 2005 - Cyber Humanitatis - Libros y Revistas - VLEX 56739043

El universo significante en la poesía de Rosamel del Valle (1).

AutorCastellano Gir
CargoEnsayo cr

De uno a otro creacionismo

Cuando Rosamel del Valle publicó Mirador en 1926, gran parte de la poesía innovadora del período en Latinoamérica había sido ya publicada. Baste mencionar los libros de Neruda que van de Crepusculario a El habitante y su esperanza, Trilce de Vallejo y Fervor de Buenos Aires de Jorge Luis Borges. Huidobro, por su parte había estado escribiendo Altazor desde 1919, 1 y hacía por lo menos diez años que ejercía un magisterio que aparecía como casi secreto entonces y que tomarla más de medio siglo en ser reconocido por la critica. Podemos considerar, si analizamos la imagineria contenida en Mirador, que el creacionismo suministra una importante clave estilística en la poética rosameliana, sostenida y adecuada a la fuerte personalidad del poeta. Un creacionismo rosameliano, fruto de su tiempo más que de la estricta influencia huidobriana.

En 1925 Huidobro publica sus manifiestos donde, entre otras puntualizaciones sobre el creacionismo, señala:

Humanizar las cosas. Todo lo que pasa a través del organismo del poeta debe coger la mayor cantidad de su calor. Aquí algo vasto, enorme, como el horizonte, se humaniza, se hace intimo, filial gracias al adjetivo CUADRADO. El infinito anida en nuestro corazón. (1) En Mirador, Rosamel escribe:

Las campanas andan en omnibus por el aire Se va a cerrar el día y la estación próxima llena de manzanas Los hombres sujetan la inclinación del puerto A su orilla los faros florecen y el mar como espada Vienen los pescadores a la playa de harina Abren el túnel sale a rodar la noche Se cimbra en el cielo su perfume. (M, poema 8) Hay evidentemente una "filosofía creacionista" en estos primeros textos publicarlos en libro por el joven Rosamel. Si comparamos este fragmento con alguno del mismo tipo en su último libro Adiós enigma tornasol, publicado póstumo en 1967, notaremos un uso y concreción similares en la poética. Si exceptuamos un cierto vocabulario creacionista, frecuentes alusiones a "signos materiales del progreso" como autobuses, chimeneas y maquinarias, como asimismo la falta de puntuación al estilo apollineriano, apreciaremos una notable convergencia entre lo escrito por el Poeta del período creacionista con lo del último período de su vida: "Tu pecho es un pozo lunar /Y sobre tus rodillas arden adivinaciones y enigmas / Esas imágenes me recuerdan que hay muertes jóvenes/Muertes colgadas de los cabellos en el alba" (AET, 51).

Rosamel del Valle aparece como un poeta bastante consciente de su identidad literaria desde sus primeros textos publicados (y acaso por esto hizo desaparecer los primerizos) a diferencia de Neruda, por ejemplo (haciendo la salvedad que esta es una comparación que vale para cada universo individual, dentro de la propia solución lírica, sin poner una comparación cuantificadora entre las obras de ambos poetas) cuya evolución tiende al polimorfismo y se puede apreciar claramente en la curva que va entre "La cancion de la fiesta", juvenil y rudimentaria, hasta culminar con lo que John Felstiner llama "el punto de ruptura de 'Galope muerto'" (3) recogido después en el primer volumen de Residencia en la tierra (1933), insinuando el nacimiento de un posmodernismo en esta etapa, lo que --si nos atenemos a la curva de la modernidad artística-- no es sino el nexo entre dos etapas en la ya sobrevenida madurez del poeta.

Así un poeta como Rosamel, que trastocó escuelas y "generaciones", siendo creacionista a su modo desde el comienzo al final de su obra, es una prueba viviente del proceso de la modernidad latinoamericana, iniciado con el Ismaelillo de Martí en 1882 (4), y que llega a nuestros días en la voz de los jóvenes poetas seguidores del filae rosameliano. (Ver Recapitulación).

Hay sin embargo, una evolución interna, entrópica, en la forma poética de Rosamel del Valle. Si bien su imaginería, tan característica y "sólida", permanece inalterable en al transcurso de su obra, en el nivel de la versificación después de la fase inicial sintético-creacionista, aparece una evolución hacia una estructura en salmos, de mayor aliento y longitud, como una forma de expresar casi solemnemente la vastedad del decir y del cometido lírico. En Orfeo (1944), obra que resume y condensa este periodo, el verbo se organiza en unidades/versículos agrupados a su vez en cantos. Su aliento, su clara respiración, es la respiración del poeta que "declama" su verdad "evangélica" (su evangelio poético) y revitaliza el eterno mito órfico:

El amor es distinto de un cuerpo a otro, de una copa a otra copa. El hechizo está naciendo siempre, la boca arroja nuevas llamas. Donde hemos separado la cabeza es sólo una puerta abierta. Y si todo recomienza, todo debe seguir. Yo soy el Tiempo y crezco de noche como las enredaderas. (O, 680-84) Hay, a su vez, agrupaciones de cuatro o cinco versículos en estrofas no declaradas, unidades o nucleos prosódicos: "Frías manos me esperan a la entrada y lenguajes de oscuros profetas / A quienes se obedece sin descifrar los signos, en una lúcida / Caza de fieras perdidas en la tempestad" (O, 456-58). Las imágenes y metáforas se organizan dentro de este gran tejido textual. Rosamel del Valle procede por inclusión / acumulación / equilibrio:

Nivel fánico (imagen) fonemas significativos / locus imágenes binarias metáforas figuras complejas Nivel sintagmático (estructura) verso versículo estrofa / núcleo El versículo por lo demás pareciera ser una forma muy propia de Hispanoamérica en el sentido de que representa una expresión casi natural de la prosodia literaria del nuevo mundo, una forma buscada/encontrada para "decir" un continente. El poeta no sólo expresa o quiere expresar un mundo poético, sino que intenta definir con éste un mundo real que oscila incesantemente entre lo expresado y lo inexpresado. (5)

Pablo de Rokha (1894-1968), gran innovador contemporáneo de...

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