Violencia urbana: un asunto de ciudad. - Vol. 34 Núm. 103, Diciembre 2008 - EURE-Revista Latinoamericana de Estudios Urbanos Regionales - Libros y Revistas - VLEX 60327672

Violencia urbana: un asunto de ciudad.

AutorCarri

RESUMEN La ciudad es el espacio donde se desenvuelven múltiples acciones sociales y bajo la cual también se desarrollan variadas y nuevas formas de violencia. Este ha sido un tema importante en las dos últimas décadas, que se ha sumado a factores que afectan especialmente a Latinoamérica. Pese a eso no ha sido considerado como temática incorporada a las nuevas formas de vida urbana, por lo que requiere de políticas urbanas innovadoras que se relacionen directamente con la realidad. Se analiza la violencia enfocada en la causalidad tipos de violencia, la urbe como escenario de la violencia, los efectos producidos por la violencia en la ciudad y el espacio público como escenario del delito.

PALABRAS CLAVES: violencia, ciudad, espacio público, políticas urbanas.

ABSTRACT The city is the space where multiple social activities occur and where new and diverse forms of violence appear. This has been a major research topic in the last two decades, which has been analyzed in addition to other factors with particular effects on Latin American cities. However, this has not been considered a phenomenon that ü part of new forms of urban life, so we need innovative urban policies that are based in reality. We analyze violence by focusing on its causes and different forms, the city us a scenario for violence, the effects of violence on the city, and public space us a scenario for crime.

KEYWORDS: violence, city, public space, urban policies.

"El espacio público es la ciudad" Oriol Bohigas

Introducción

Durante los últimos 20 años, la violencia se ha convertido en uno de los temas más importantes de las ciudades latinoamericanas, debido al cambio en sus formas (un grado mayor de violencia), a los impactos (sociales y económicos), al incremento de su magnitud (se duplicó) y al aparecimiento de nuevos tipos (secuestro express, violencia en los estadios, entre otros).

La violencia se ha extendido por todos los países y ciudades de la región con peculiaridades y ritmos propios, provocando varios cambios: en la lógica del urbanismo (blindaje de la ciudad, nuevas formas de segregación residencial); en los comportamientos de la población (angustia y desamparo); en la interacción social (reducción de ciudadanía, nuevas formas de socialización); y en la militarización de las ciudades (mano dura, ejército en las calles), todo esto amén de la reducción de la calidad de vida de la población (homicidios, pérdidas materiales).

Pero también el modelo actualmente vigente de ciudad produce clases de violencias nunca antes vistas (sicariato, coches bomba), así como otras "no delictuales", provenientes de la fragmentación, la exclusión, la densidad poblacional y la disputa por el espacio público y los servicios.

En otras palabras, a los problemas de transporte, medio ambiente, pobreza, equipamientos, vivienda y gobernabilidad de nuestras ciudades se ha incorporado la violencia; lo cual requiere de nuevas políticas urbanas, y también políticas explícitas de seguridad ciudadana, porque no sólo se ha convertido en un problema urbano adicional sino ahora tiene autonomía propia y afecta a otros componentes de la sociedad y la ciudad.

A pesar de la trascendencia de la violencia en las ciudades latinoamericanas, aún no existe un correlato respecto de su conocimiento, porque no se le ha concedido tal importancia, ni ha sido incorporada en la discusión de los problemas del desarrollo y de las formas de vida urbana. En esa perspectiva, el tema de la relación ciudad- violencia es --probablemente-- uno de los menos estudiados y conocidos, porque, en primer lugar, hay un problema metodológico que nace de una definición de violencia entendida a partir de ciertos atributos y no de relaciones sociales, lo que impide conocer con profundidad la violencia y establecer los puentes correspondientes con la ciudad (1). A pesar de ese desconocimiento, incluso desdeñado, se ejecutan políticas y acciones explícitas.

Por eso, cada uno de los polos de la relación ha sido investigado independientemente, sin que se haya logrado construir la anhelada vinculación. Y, cuando se ha intentado establecer algún vínculo entre ellos, se lo ha hecho bajo un determinismo unívoco de lo urbano hacia la violencia. De allí que las propuestas de política de seguridad en las ciudades tengan mucho más que ver con supuestos ideales que con sus realidades.

Sin duda, esta es una asignatura pendiente, algo que está por hacerse. Definir su punto de partida metodológico es vital; por eso, más que exponer resultados de estudios realizados, con este trabajo se presentan algunas preguntas que pueden ser relevantes para entenderla. Se busca llamar la atención respecto de la necesidad de conocer esta relación y, para ello, recurrimos a algunas interrogantes que pueden establecer ciertos elementos clarificantes.

-- Una primera pregunta tiene que ver con el criterio metodológico establecido para conocer la violencia: la causalidad. En esa perspectiva, y dada la lógica anti-urbana prevaleciente, la pregunta se dirige a saber si efectivamente existe una causalidad urbana en la violencia.

-- La segunda interrogante está relacionada con el hecho de que, si la ciudad es solamente un contenedor de los hechos delictivos (lugar físico de las acciones violentas), ello supondría que existe una autonomía de ésta frente a la violencia. Por eso, preguntarse si la ciudad es un escenario --aunque no externo-- del delito, es absolutamente pertinente; en tanto locus de las prácticas sociales que tienen expresión espacial.

-- El tercer cuestionamiento está dirigido a comprender, desde la perspectiva conceptual, un elemento central: si la violencia es plural, es totalmente factible encontrar una clase de violencia que tenga un origen específicamente urbano; sobre todo, si entendemos a la ciudad como el lugar donde se concentra la mayor densidad de la heterogeneidad y, por lo tanto, donde la ritualidad de la vida cotidiana puede producir roces, conflictos y contradicciones que desemboquen --si no se los procesa adecuadamente-- en hechos de violencia típicamente citadinos.

De estas preguntas se desprenden unas adicionales: ¿cómo deberíamos tratar estas violencias? ¿Con políticas urbanas, con políticas de seguridad ciudadana o con una combinación de ellas? Las llamadas causalidades clásicas de la violencia: desigualdad, empleo, educación y unidad familiar, ¿son urbanas?

Para intentar responder estas preguntas, seguiremos una lógica expositiva, compuesta por los siguientes acápites: el primero, en que se cuestiona la causalidad en la relación ciudad/tipos de violencia; el segundo, que analiza si la violencia es o no efecto de la ciudad, si la urbe es contenedor (escenario) y/o expresión de una específica (violencia urbana); el tercero, que está dedicado a la presentación, por un lado, de algunas manifestaciones de la ciudad en la violencia y, por otro, de los efectos producidos por la violencia en la ciudad; el cuarto busca aproximarse al espacio público como escenario (¿productor?) del delito; para, finalmente, extraer algunas conclusiones que pueden ser relevantes.

Ciudad y violencia: dos equívocos de su incomprensión

Las "violencias" y las ciudades cambian constantemente, mutando la relación entre ellas porque son históricas; sin embargo, el desconocimiento de la transformación de la relación de las violencias con la ciudad --y viceversa-- ha llevado a varios equívocos, entre los que se pueden señalar --al menos-- dos que son centrales para el presente trabajo, el uno (la política) consecuencia del otro (las concepciones):

-- Concepción. Existe una visión dominante, que es sostenida por la irresistible tentación metodológica de encontrar causalidad de la violencia en la ciudad (2), mediante un anti-urbanismo insostenible, que lleva a creer que la violencia urbana es sinónimo de violencia y que la ciudad --per se-- es el origen la violencia, con lo cual la ciudad termina criminalizada. Esto es, que la violencia es urbana y lo urbano la determina.

Justo es señalar que esta causalidad también se sustenta en una visión negativa de la ciudad. Ya que, durante mucho tiempo, se la consideró como un problema, básicamente por las cargas pesimistas que tenían las concepciones dominantes; primero, como fuente de caos y anomia (violencia) y, segundo, como un producto artificial que desafía la naturaleza (riesgo). Estos factores sólo eran controlables si se impedía el crecimiento de la ciudad, mediante la contención de la migración del campo. Hoy, esta opinión intenta ser superada, porque hay corrientes que empiezan a ver a la ciudad como una solución. Mientras la mujer se visibiliza y se hace pública (3), la pobreza se reduce (4), el empleo es de mayor calidad y el desempleo menor (OIT, 2003), los servicios son superiores y las tasas de violencia son distintas a las del campo, entre otras. En otras palabras, la ciudad no es un abstracto sino un modelo concreto de desarrollo urbano, afín a un tipo particular de violencia (delictual y no delictual); lo que quiere decir que la violencia urbana (5) puede ser reversible, bajo un urbanismo distinto al vigente en la región.

-- Políticas. De la ausencia de estudios y de la visión determinista de lo espacial en la violencia, propia del pragmatismo ideológico reinante, se construye un conjunto de propuestas que no tienen anclaje en la realidad; entre las más relevantes constan las siguientes:

* La llamada prevención situacional, que no es otra cosa que la necesidad de reducir las oportunidades a la violencia en las víctimas (actividades rutinarias) y a los estímulos a los victimarios (elección racional), a partir de los espacios o sitios proclives a la realización del crimen (diseño urbano) (Crawford, 1998) (6).

* La conocida como ventanas rotas, que parte de la lógica causal establecida entre el desorden callejero (espacio público) y la violencia; un desorden que nace del descuido o desinterés de reparar una ventana rota (algo ínfimo), que luego se convierte en una especie de...

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