El Chile detenido-desaparecido. - Núm. 2003, Septiembre 2003 - Cyber Humanitatis - Libros y Revistas - VLEX 56593236

El Chile detenido-desaparecido.

AutorKarmy, Rodrigo
CargoTextos

EL CHILE DETENIDO DESAPARECIDO: ensayo sobre el Chile de la Concertación.

Rodrigo Karmy

"Por esto, por lo poco que el espíritu necesita para contentarse, puede medirse la extensión de lo que ha perdido."

G.W.F. Hegel, 1807.

El presente ensayo propone una hipótesis muy simple: Chile es un país detenido desaparecido. Hipótesis de largos ecos, que como tal, insiste en su canto. Aparecen como "cuerpo". El "cuerpo" habla en la desaparición de toda palabra posible. "Detenidos desaparecidos", enunciado que condensa la historia de un país que niega su historia. "Detenidos desaparecidos" como el país fantasma que aún ronda afuera de la "polis". "Detenidos desaparecidos" como esos que quedaron y que sin embargo no están. En medio de los escombros, de las cenizas y de las amnesias nosotros en el 2003, a treinta años de la Unidad Popular, paréntesis de la historia de Chile, nos interrogamos por aquello que pulsa y que, sin embargo, se nos ha señalado como resuelto tantas veces. Sospecho de esas "resoluciones": la repetición de la "reconciliación nacional", ¿acaso no muestra aquello que niega?

Dejo a hablar a Don Armando Uribe Arce [1] :

1/ ¿Y qué fue del chileno viril, culto, vernáculo, señor de alguna tierra, que sabe algo de leyes, tranquilo? Se acabó, estará enterrado: ya no corren los trenes, las cortinas de fierro ya se cierran, la ciudad y los campos son como cementerio. Nótese: "que fue" de "ese" chileno, un chileno particular, de alguna época y que era "señor de alguna tierra". No señor de LA tierra (Amo Absoluto, el Terror), sino de alguna: no hay universal homogéneo, sino singularidad. "Alguna" tierra, perdida quizá en los confines del mundo, alguna tierra que, sin embargo, ya no está. Ese Chile del cual habla Uribe "se acabó", "estará enterrado". El "estará" pone una cuota de desconocimiento respecto del entierro, una cierta duda, un cierto "quizá estará enterrado": la lejanía en lo más cercano. El Chile "se acabó" pero "estará enterrado": duda atroz, de no saber dónde podría estar -si es que lo está- enterrado. ¿Cómo "estará enterrado" en una tierra que no le pertenece? El entierro descrito por Uribe es bastante particular: no hay Q.E.P.D, pues la Paz y el Descanso se han despedido una vez que "una tierra" ya ha perdido de dueño y el dueño a "su" tierra: ni tierra ni dueños: ¿acaso náufragos varados en una tierra desterrada? Ya "no corren los trenes", es decir todo está Detenido y "las cortinas de fierro ya se cierran" pues toda posibilidad se clausura en un eterno presente, un "fin de la historia" que, en rigor, es el fin del futuro. Mas aún, ¿qué ha pasado con "la ciudad" y "los campos"?, Uribe dice: "son como cementerio". No son EL cementerio mismo, pero se les asemeja. La ciudad parece un cementerio y los campos también: la ciudad llena de smog, tóxica y llena de muros, ausente de polis; los campos, a su vez, como cementerio, ¿acaso Campos de Concentración? -"las cortinas de fierro ya se cierran"- decía Uribe. El "como" de la poesía de Uribe marca el "es y no es al mismo tiempo", la ciudad está muerta y no lo está: la polis es un fantasma. Este poema piensa y es ese pensamiento el que a continuación quisiera desplegar: el Chile actual está detenido y desaparecido.

Después de trece años de gobierno de la Concertación, la situación de derechos humanos sigue pendiente, la derecha crece a pasos agigantados elección tras elección y la Constitución de 1980 sigue, en su matriz, intacta. ¿Qué se ha consolidado en esta "llamada transición"? ¿Acaso esta "transición", performativamente anunciada ha transitado hacia algún lugar? En este sentido, ¿Se ha pensado realmente lo que ha sucedido en este país durante los últimos 30 años? ¿No vivimos acaso en un país desconocido para nosotros mismos? -como decía Niezsche- ¿no somos unos perfectos desconocidos para nosotros mismos? Advierto que este texto no tiene la pretensión de ser una investigación exhaustiva del problema sino de mostrar ciertos procesos para su discusión ulterior.

  1. Concertación desconcertada

    La Concertación (es) y fue una coalición que se formó para derrotar la dictadura. El bastión de la democracia, la diversidad, las reformas constitucionales, los derechos humanos, fue lo que le dio legitimidad en el Chile de los 80 permitiéndole ganar el plebiscito de 1988 y las elecciones presidenciales de 1989. La derecha estancada en el "pinochetismo", no pudo aterrorizar al electorado por el regreso del "terror" socialista, porque en rigor, no podía comprender el nuevo escenario de "democracia vigilada" [2] en que ella misma se encontraba.

    Al interior de la derecha, los sectores liberales -Allamand- comprendieron la necesidad política de la derecha de entrar en el juego democrático. Sin embargo, desde la misma derecha fueron acallados: el exilio político de Allamand -su "travesía en el desierto" [3] -- permitió a la derecha liberarse -por un momento- de sus facciones "progresistas" que insistentemente se hallaban en sus bases, para así reafirmar el poderío de la derecha de viejo cuño: aquella derecha fascista y golpista. La figura que muestra a esa facción de la antigua derecha chilena es Sergio Onofre Jarpa quien, en los años 90, triunfa, contra Allamand, el liderazgo de Renovación Nacional: la derecha tendrá que esperar hasta la detención de Pinochet en Londres para asumir una nueva línea política liderada por la UDI y su nueva figura: Joaquín Lavín.

    El primer gobierno de la Concertación intentó resolver, por medio del Informe Rettig, el problema de los derechos humanos. Después de las emocionantes palabras del presidente Aylwin, en que sus lágrimas [4] hicieron llorar a la audiencia, hubo silencio. Se mostró el horror y acto seguido se habló de "justicia en la medida de lo posible": el juicio a Pinochet nunca llegó, a ex-agentes de la DINA, la CNI, tampoco, ni siquiera una miserable disculpa del ejército, que de modo permanente, repitió su slogan "vencedor y jamás vencido". Se mostró el horror del Estado, y siguiendo la lógica de la impunidad, se la volvió a repetir: después del horror no se enjuició a nadie [5] confirmando que el Estado chileno acostumbra lamentar, más no a condenar [6] .

    Durante el gobierno de Frei -el gobierno más fome que ha tenido este país, fome en el sentido metafísico: todo era igual, su cara, el tono, etc.- el tema de los derechos humanos entrará en un período de "latencia" [7]. Se proyectó una imagen internacional de Chile: el paraíso de las trasnacionales, el país estable, equilibrado, democrático, etc. Además, durante el gobierno de Frei, la clase política se reconcilió muchas veces: por cada 11 de septiembre se decía "ahora ha llegado la reconciliación al país": mientras Pinochet progresivamente se alejaba de la vida política e ingresaba a cenáculos privados de fundaciones y generales retirados. En la manifestación del 11 de septiembre de 1998 Gazmuri, por esas fechas senador del P.S. señaló que le daba "pena" ver a un Chile militarizado, lleno de carabineros en las calles: no habrá que esperar muchas horas de ese mismo día -que no es un día cualquiera es el día en que se reedita el terrorismo de Estado de 1973- para que se retracte. El gesto de Gazmuri muestra toda la desventura de la Concertación como coalición: propugna discursos democráticos y opta por el autoritarismo...

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