Conclusiones: riesgos y oportunidades que se derivan de las crisis actuales - Núm. 173, Enero 2020 - Serie Informe Sociedad y Política - Libros y Revistas - VLEX 838828044

Conclusiones: riesgos y oportunidades que se derivan de las crisis actuales

AutorMiguel Ángel Martínez M.
CargoDoctor en Conflicto Político y Procesos de Pacificación por la Universidad Complutense de Madrid. Licenciado y Magíster en Ciencias Políticas por las universidades Central de Venezuela y Simón Bolívar, respectivamente
Páginas20-21
Serie Informe Sociedad y Política 173
os grandes ciclos de protesta deben ser siempre in-
terpretados como la manifestación de malestares
esencialmente legítimos en el seno de la sociedad.
Cuando un reclamo -o un conjunto de reclamos-
es planteado y suscrito por amplios sectores sociales, no
cabe duda que existen problemas colectivos que requieren
oportuna respuesta de parte de las autoridades. Esto es así
independientemente de que las acciones de protesta sean
pacícas o violentas, ya que el carácter masivo de una mo-
vilización revela necesariamente su peso político y la pre-
sencia de un sentir ampliamente compartido, más allá del
modo en que sea expresado. En otras palabras, y para usar
la terminología presentada en este informe, dichos ciclos
de protesta sólo ocurren cuando existen oportunidades
claramente propicias para ello.
En tal sentido, los ciclos de protesta recientemente acon-
tecidos en Iberoamérica demuestran, en muchos casos, la
existencia de un malestar que combina demandas esen-
cialmente materiales con reivindicaciones post-materialis-
tas, lo cual, a su vez, es consecuencia de un cierto desarro-
llo económico, social y cultural. Por un lado, se expresan
aspiraciones económicas insatisfechas de carácter inter-
generacional en sociedades que han venido experimentan-
do mejoras progresivas en su poder adquisitivo y nivel de
vida. Por otro, se observan también demandas post-mate-
rialistas cuyo reclamo es usualmente interpretado y con-
ducido por los jóvenes pertenecientes a la primera genera-
ción post-Guerra Fría; estos, en líneas generales, reclaman
mayor igualdad y reconocimiento de las diversas identida-
des presentes en la sociedad, en el marco de lo que se ha
dado en llamar derechos humanos de tercera generación
(derechos socioculturales y medioambientales).
Estos reclamos ciudadanos, más allá de las crisis políti-
cas que generan o con las que se relacionan, encarnan la
manifestación de un sentir democrático en la medida en
que reflejan una pluralidad de intereses y perspectivas
que luchan de modos eminentemente pacícos por su
reconocimiento y atención desde los gobiernos. En deter-
minados casos son también un fenómeno asociado con
ciertas cotas de desarrollo general que han alcanzado las
Lsociedades iberoamericanas. Desde este punto de vista,
las movilizaciones representan una oportunidad para el
establecimiento de nuevos acuerdos sociales y políticos,
y eventualmente para lo que Linz denominó un “reequili-
bramiento” de la democracia (1978); esto es, la posibilidad
que las crisis políticas sean superadas mediante nuevos
acuerdos que amplíen y mejoren las condiciones para el
ejercicio de la democracia.
No obstante, para que este reequilibramiento pueda ma-
terializarse es fundamental no retroceder en el terreno ya
avanzado, y para ello resulta de crucial importancia distin-
guir entre los legítimos reclamos populares y las manio-
bras de legitimación de agendas desestabilizadoras, entre
manifestaciones que recurren a repertorios de protestas
pacícas y las que emplean la violencia. El recurso siste-
mático y recurrente de la violencia mina el correcto funcio-
namiento de las instituciones, socava el bien fundamental
del orden público, deslegitima el régimen democrático, le-
siona los frutos y posibilidades del desarrollo y amplía la
posibilidad de que grupos minoritarios y antidemocráticos
impulsen agendas particulares o autoritarias.
La interpretación de las crisis y las narrativas que se conso-
lidan al respecto, así como las agendas de movilización y los
repertorios de protesta, corren a cargo, fundamentalmente,
del liderazgo político y social. Por ende, les corresponde
ejercer dicha función con la máxima prudencia, responsa-
bilidad y compromiso con las bases del orden democrático.
Las actitudes de dudosa lealtad al mismo no hacen más
que alimentar las acciones de quienes le son netamente
desleales, corriéndose así el riesgo que posturas maxima-
listas, alimentadas sin freno durante circunstancias críticas,
terminen por corroer las bases de la democracia. Después
de todo, las “reversiones democráticas” de nuestro tiempo
(Bermeo, 2016; Foa y Mounk, 2017) y el surgimiento de re-
gímenes híbridos y autoritarios están profundamente rela-
cionados con el aprovechamiento del descontento popular
para impulsar la concentración del poder.
Ha de procurarse así que el “encuadre local” de cada crisis
responda a genuinas demandas ciudadanas en el marco
6. CONCLUSIONES: RIESGOS Y OPORTUNIDADES
QUE SE DERIVAN DE LAS CRISIS ACTUALES
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