Mariluan, el lonko olvidado de la Guerra a Muerte. - Núm. 2003, Septiembre 2003 - Cyber Humanitatis - Libros y Revistas - VLEX 56593238

Mariluan, el lonko olvidado de la Guerra a Muerte.

AutorAraya, Rodrigo
CargoTextos

Mariluan: el lonko olvidado de la guerra a muerte.1822-1827 [1]

Rodrigo Araya

Universidad de Chile

La última etapa de la guerra intertribal mapuche, que se prolongó más de cinco años, coincidió con la fase final de la guerra a muerte, es decir con la resistencia realista a la instalación del nuevo gobierno republicano por parte del Estado chileno.[2] En esta etapa el protagonismo histórico correspondió principalmente a los mapuches y en especial al cacique arribano Mariluan, figura principal de su butalmapu. Para la historiografía tradicional Mariluan permaneció en gran medida olvidado, siendo eclipsado en importancia por los lonkos Mangin, Colipi y Coñoepan. Este lonko no mereció la oportunidad de ser mencionado como un líder político, porque fue incluido dentro del concepto del indio bárbaro y desleal, prejuicio del cual eran partidarios los historiadores positivistas del siglo XIX. Barros Arana expresó que Mariluan era "inconstante en sus promesas, como era práctica entre esos bárbaros"[3]. La misma situación se observa en los trabajos de Vicuña Mackenna y Tomás Guevara en que sólo hay breves referencias a su persona.

En años más recientes, el más importante representante de la historiografía de la escuela fronteriza, Sergio Villalobos, a pesar de sostener como tesis central la existencia de relaciones fronterizas pacíficas como el eje de la coexistencia entre mapuches e hispano-criollos, contradictoriamente se hace eco de la historiografía tradicional al momento de referirse a la participación mapuche durante la guerra a muerte, porque expresa que los factores motivacionales de los indígenas estuvieron dados por la influencia de los jefes realistas, quienes los habrían inducido a la lucha y por "la animosidad latente y el odio secular contra el blanco "[4]. Por lo tanto, siguiendo aquel planteamiento, se hace innecesario estudiar cabalmente a los lonkos del período de la guerra a muerte, porque no habrían realizado acciones de mayor trascendencia que merezcan una atención por parte de la historiografía chilena. Problema que se hace evidente al momento de estudiar los últimos años de la conflagración, en que la actividad política de los jefes indígenas es indudable al tenor de los documentos, como aquel que hace mención al parlamento de Tapihue de 1825 y todas las anteriores gestiones que se llevaron a cabo, para que tuviera éxito.

En un reciente artículo, Eduardo Téllez estudió a los butalmapus durante un período de la guerra a muerte.[5] Téllez se refiere también a la existencia del lonko Mariluan, quién habría sido un llanista oriental que entró en relaciones de alianza con los arribanos de Mangin para hacer frente a los mapuches partidarios del gobierno patriota, temeroso de perder los privilegios que había conquistado durante la monarquía borbónica. Sin embargo, el estudio no logra clarificar la pertenencia a distintas agrupaciones de los lonkos Mangin y Mariluan, debido sobre todo a lo exiguo del tiempo analizado, insuficiente para comprender en su real complejidad la participación mapuche durante la guerra a muerte.

En la presente ponencia, planteamos dar a conocer la importancia que tiene en la conclusión de la guerra a muerte, la actuación del lonko arribano Mariluan. Sostenemos que el jefe mapuche encabezó el antiguo proyecto político de los caciques gobernadores que consistió, en dotar a la Araucania de un mínimo orden que le permitiera desarrollarse en armonía junto a sus vecinos hispano-criollos.[6]

Al igual que Curiñancu, Leviant y otros insignes lonkos mapuches y pehuenches, Mariluan vivió el tránsito de ser un jefe de guerra para pasar a convertirse en un artífice de la paz, pues se esforzó en terminar con la guerra en territorio tribal y en mantener intacto su poder, hecho esencial para poder garantizar la obtención de su primer objetivo. Para ello recurrió a las armas como a las herramientas de la diplomacia, hecho que fue incomprensible para sus interlocutores chilenos, quienes sólo se explicaron sus repentinos cambios de política en la conducta mentirosa, inherente al mapuche.

La tarea para Mariluan no fue fácil, pues debió enfrentar un complejo escenario bélico que se prolongaba por años y una serie de factores endógenos: la división de las agrupaciones mapuches ante la problemática que significó el construir un nuevo marco de relaciones inter-tribal y la búsqueda de la manera más conveniente para hacer frente al Estado chileno, lo que se tradujo en la hostilidad de los abajinos a su proyecto autonomista, quienes deseaban obtener para sí la representación oficial del mundo mapuche ante el Estado chileno, sumado a la tradicional rivalidad de los primeros con los arribanos; el segmentarismo tribal y el conflicto social entre los lonkos, más favorables a la coexistencia con los hispanos y los mocetones, partidarios del antiguo ethos guerrero.

En el fondo, la prolongación del conflicto mapuche, se debió fundamentalmente a la dificultad que significó el reestablecer los equilibrios de poder en la frontera. Estos se vieron afectados por tres...

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