Trayectorias industriales metropolitanas: nuevos procesos, nuevos contrastes. - Vol. 29 Núm. 87, Septiembre 2003 - EURE-Revista Latinoamericana de Estudios Urbanos Regionales - Libros y Revistas - VLEX 56589726

Trayectorias industriales metropolitanas: nuevos procesos, nuevos contrastes.

AutorCaravaca, Inmaculada

Resumen

La realidad industrial y urbana ha estado sometida a un fuerte proceso de reestructuración durante las últimas décadas. En la primera mitad de la década de los '80, conceptos como los de desindustrialización, o postindustrialización fueron asociados a los de desurbanización o contraurbanización. Sólo unos años más tarde el discurso empezó a ser radicalmente distinto al confirmarse la permanencia de fuertes externalidades positivas urbano-metropolitanas, y volvieron a considerarse tales ámbitos como ganadores. Las páginas que siguen intentarán sintetizar algunas de esas transformaciones que conocen las empresas y los espacios industriales metropolitanos en los últimos años.

Palabras clave: localización industrial, áreas metropolitanas, expansión urbana.

  1. Introducción: la industria metropolitana, entre la crisis y el crecimiento

    Las profundas transformaciones sociales, económicas y territoriales que han tenido lugar en las dos últimas décadas conforman un nuevo escenario en el que las condiciones de vida de la población, la competitividad de las empresas y la actuación de los poderes públicos encuentran nuevas oportunidades, al tiempo que enfrentan problemas igualmente nuevos o --al menos-- renovados en su manifestación externa, que constituyen otros tantos ratos en la búsqueda de modelos de desarrollo más equitativos y sostenibles.

    Frente a un cierto nihilismo intelectual posmoderno, "que renuncia a la explicación y se regocija con los devaneos de lo efímero como experiencia" (Castells, 1997: 25), buscar claves interpretativas capaces de identificar tendencias dominantes en la evolución de la economía y el territorio, y a partir de ellas, proponer trayectorias de futuro, constituye un importante y necesario reto, puesto que "las teorías nacen de una realidad aún inestable, titubeante, que llama a la reflexión a los investigadores" (Benko & Lipietz, 1994: 36). Y esa misma búsqueda exige aceptar la rapidez con que se suceden unos cambios que ROS obligan a revisar periódicamente afirmaciones y explicaciones previas, forzando así una renovación de nuestros argumentos en esa pugna, permanente y desigual, entre el intento de encontrar cierto orden y el aparente caos de los acontecimientos diarios.

    Desde esa perspectiva, la realidad industrial y urbana ha estado sometida durante las dos últimas décadas a un fuerte proceso de reestructuración, que entre otros efectos, dio lugar a una importante pérdida de empleos industriales y a una aparente ruptura en el proceso de crecimiento acumulativo que las aglomeraciones urbanas habían experimentado desde el inicio de la industrialización. Tales procesos fueron interpretados por algunos investigadoras como el final de un periodo histórico, que cerraba el anterior protagonismo de la industria, no sólo como factor clave del crecimiento económico al ser sustituida progresivamente por el sector de servicios, sino también como principal impulsora de la concentración urbana. Así, mientras que algunos centraron la atención en lo que se dio en llamar el paso a la sociedad post-industrial, otros se ocuparon más de la ruptura del crecimiento económico y demográfico de las grandes ciudades, que frente a la paralela expansión de algunas áreas periféricas, ponía en evidencia una nueva lógica espacial que invalidaba explicaciones anteriores sobre los procesos de desarrollo desigual (Bourne, Sinclair, y Dziewonski, 1984; Ferrer, 1991).

    Durante la década de los '80, conceptos como los de desindustrialización o postindustrialización fueron asociados a los de desurbanización o contraurbanización, poniendo en evidencia la importancia de la crisis industrial metropolitana, visible sobre todo en regiones de antigua industrialización, pero que no excluía otras muchas de origen más reciente, incluidas buena parte de las megalópolis latinoamericanas. Así, por ejemplo, la Declaración de Barcelona, aprobada en la Conferencia sobre Grandes Ciudades de 1985, recogía esa imagen pesimista sobre la evolución de las actividades productivas en las metrópolis al afirmar que "el cierre de empresas industriales y la pérdida de puestos de trabajo que resulta de la reconversión, por un lado, y la impotencia político-administrativa y financiera de los gobiernos locales para hacer frente a los problemas urbanos heredados y nuevos, introducen o acentúan elementos de crisis en la grandes ciudades de los países desarrollados" (Alba, 1986: 18). Por su parte, Hall, al comparar la evolución de las grandes aglomeraciones urbanas a principios del siglo XX y durante la década de los '70, afirmaba: "La segunda puede ser la imagen especular de la primera; indudablemente la primera consistió en la industrialización; la segunda parece ser un proceso de desindustrialización" (Hall, 1985: 22).

    No obstante, la recuperación económica generalizada producida desde 1985 --y especialmente en la segunda mitad de los '90-- en los países de la OCDE modificó de nuevo las expectativas del sector industrial, erosionando el fondo de las argumentaciones antes expuestas. El discurso empezó a ser, pues, radicalmente distinto, al confirmarse la permanencia de fuertes externalidades positivas urbano-metropolitanas, junto a redes de relaciones --tangibles e intangibles-- propiciadoras de la innovación, señalándose, en consecuencia, que "las regiones que ganan son las regiones urbanas; las fábricas y las oficinas refluyen hacia las grandes ciudades" (Benko & Lipietz, 1994: 19).

    El planteamiento ahora dominante destaca que, si bien es cierto que las estadísticas sobre empleo industrial y su presencia relativa en los mercados de trabajo metropolitanos resultaron con frecuencia negativas desde los inicios de la reestructuración del sistema, en los años '70 del pasado siglo, otros indicadores como el valor añadido generado, los niveles de productividad por empleo, las cifras de inversión en activos fijos o en tareas de investigación, desarrollo tecnológico e innovación, distan mucho de ofrecer esa imagen recesiva que a menudo se le asocia. Hay que tener en cuenta también que la industria promueve la creación de redes o clusters intra e intersectoriales, junto a múltiples efectos de inducción directa sobre un elevado número de servicios avanzados y actividades logísticas complementarias que hoy suelen considerarse indicadores significativos de competitividad, haciendo cada vez menos operativa una divisoria sectorial clásica que aún condiciona nuestra manera de ver, ante la hegemonía que este tipo de clasificaciones detentan en las estadísticas disponibles.

    A su vez, en el plano geográfico, o desde la perspectiva del planeamiento urbanístico, resulta evidente que la industria continúa siendo una actividad importante en la mayoría de las grandes urbes y las aglomeraciones desarrolladas en su entorno. La ocupación de amplios espacios o su abandono y sustitución por otros usos ante la frecuente presión del mercado inmobiliario, la demanda de nuevas áreas de actividad adaptadas a las actuales exigencias empresariales, los flujos de mercancías, personas e información que movilizan a diario o la generación de impactos paisajísticos y ambientales, que cambian con la propia evolución de la industria metropolitana, son aspectos que siguen guardando una relación estrecha con las crecientes exigencias de calidad asociadas a la idea de ciudad sostenible.

    Pero una realidad tan compleja y cambiante como la metropolitana se somete mal a cualquier diagnóstico demasiado lineal sobre las tendencias imperantes en su interior, donde coexisten estructuras y estrategias empresariales muy diversas, origen de procesos heterogéneos que tienen su reflejo en una multiplicación de los tipos de espacios productivos que aquí pueden encontrarse. Las páginas que siguen intentarán sintetizar algunas de esas transformaciones que conocen las empresas y los espacios industriales metropolitanos en los últimos años. Aunque su marco de referencia es, ante todo, el de las aglomeraciones urbanas de la Europa occidental, algunas de sus conclusiones parecen desbordar ese ámbito geográfico para reflejar procesos de carácter estructural, compartidos por territorios de características muy diversas.

  2. Terciarización y especialización industrial de los espacios metropolitanos

    Una característica omnipresente en la evolución reciente de la base económica metropolitana es su creciente terciarización, que reduce la participación relativa de la industria en el valor añadido y el empleo total, frente al constante incremento registrado por las diferentes actividades de servicios.

    En este sentido, la tesis de la metrópoli postindustrial insistió, hace ya algunos años, en la inevitable tendencia a la desindustrialización, provocada por la conjunción de la crisis que padecía una parte de sus empresas, las deseconomías derivadas de la saturación de las infraestructuras, la escasez y encarecimiento del suelo, o las crecientes restricciones medioambientales, junto a las expectativas generadas por la renta del suelo, que impulsa su recalificación y sustitución por usos más intensivos, sobre todo cuando el planeamiento se limita a seguir los dictados del mercado (Brandis & Del Río, 2000). Pero tal interpretación ha sido cuestionada por las tesis neoindustriales, que vinculan una parte significativa del desplazamiento hacia los servicios a las nuevas formas de organización de la actividad productiva, basada en la ampliación de las cadenas de valor mediante el aumento de la importancia de las tareas previas (gestión y planificación, I+D, diseño) y posteriores (logística y almacenamiento, control de calidad, comercialización, servicios post-venta) a la fabricación. Su rápido crecimiento, a la búsqueda de ventajas competitivas, provoca lo que puede calificarse como una creciente terciarización de la industria, acompañada por un reforzamiento de la segmentación productiva y la división espacial del trabajo, que tiene su reflejo directo en el interior de las áreas urbanas.

    Por una parte, la...

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